Toti Iglesias, de Jóvenes Pordioseros: "No soy ejemplo para nadie, me reventé muchas veces la cabeza"

Surgió de muy abajo. Y tras lograr fama, dinero y un nombre en la escena local, el cantante descendió a un nivel todavía más profundo que en sus comienzos. Excesos, marginalidad y renacer, en una charla a fondo con Teleshow

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De no tener para comer y tocar en los subtes, a recorrer el mundo con su música. Esa es la historia de Cristian Toti Iglesias, un luchador que con una vida llena de dificultades -un padre ausente y una madre que hizo lo imposible para que no le faltara nada- logró destacarse entre los jóvenes de Villa Lugano al formar la exitosa banda Jóvenes Pordioseros, cuando sus integrantes no tenían más de 15 o 16 años.

Los excesos, las drogas y la noche sin fin acompañaron el éxito de la banda. Y también arrastraron a Toti al peor de los infiernos… Hasta que entendió que debía hacer a un lado la vida que llevaba para poder continuar, y no desilusionar más a las personas más cercanas.

El 23 de marzo, en la Trastienda, a Jóvenes Pordioseros le espera un nuevo show. Y como siempre, con Iglesias al frente. Y aquí le cuenta a Teleshow cómo se encuentra para ese momento.

—¿Cómo describir tu vida?

—Nunca sé lo que va a pasar después.

—¿Tiene un costo alto ser así?

—Sí. Por ahí por haber tomado decisiones que no siempre fueron buenas, perdí grandes amores con personas con las que hubiera formando una familia, hijos, todo. Calculo que mi vida ha sido un poco así.

—¿Qué te llena hoy?

—Subirme a cantar en Jóvenes Pordioseros.

—Jóvenes empezó cuando tenías 15 años, ¿no?

—En realidad tenía 8 años cuando jugaba con mis primos en el club Sacachispas, en Villa Soldati; yo soy de Lugano, que queda al lado. Y ya queríamos llamarnos así para todo: jugar a la pelota, tener una banda. Ya me hacía el que componía. Mi primer tema se llamó "El rubio grandotón". Lo hice a los 10 años, una cosa así. El segundo, "Desnutrición"; no sé por qué…

—¿Cómo era cuando tocabas en el subte?

—Eso fue una necesidad antes de la crisis de 2001. Soy único hijo y sin padre. Mi vieja, sin trabajo. Mis dos abuelos, jubilados. Yo vivía con una piba, ahí con mi vieja, un quilombo, ¿no? Como pasa mucho en los barrios, que ya de adolescente vivís con alguien. Y yo no quería que mis abuelos me den de comer, ¿viste? Porque era lo que sucedía, a mí y a mi novia. Entonces digo_ "Salgamos a pedir monedas". Así que antes de tocar la guitarra en el subte, salíamos a pedir monedas. Mangueábamos el bondi hasta Liniers, de Liniers caminábamos hasta Congreso. Un montón.

—¿Qué sentías en ese momento? ¿Cómo era?

—Tenía sueños. No tenía idea, no había Internet: no sabía qué distancia había de Lugano a San Miguel. O sea, mis salidas eran a Flores, lo más lejos que iba era Plaza Italia. No había información. Por ahí hoy los pibes saben todo, las distancias; nosotros no teníamos mucha idea. Entonces, por ahí te permitías más soñar. Porque si ahora te digo "Algún día voy a tocar en Italia", me muestran en Google que Italia es re lejos. Y ya entonces te bajoneás. En ese momento, era algo que podía ser.

—¿Y la gente, qué te decía?

—No decían nada. Pasaban y tiraban monedas, o no. También ayudaba al resto que estaban tirados ahí, conmigo. Un día veías a uno, un día veías a otro. Entonces los ayudaba. Les compraba alfajores.  No sabía ni cómo se llamaban. Yo llegaba y habían dos o tres dormidos, pibes ¿viste? Algunos tenían historias muy difíciles. Me tiembla la voz porque me emociono cuando lo recuerdo. Eran historias muy difíciles.

—¿Y cómo fue pasar de no tener nada a tener todo?

—Es muy difícil cuando te conocen todos y de repente dejás de sonar. Se sacaban la foto conmigo, y por ahí yo no estaba sonando en las radios, y de repente el chabón te dice: "Pensar que ya no sonás más…".

—¿De qué te salvó la música?

—De todo, de todo. Yo era de un barrio tan difícil como es Lugano 1 y 2; ahora está mucho mejor. Después estuve viviendo en Quilmes. Muchos amigos fueron por la mala, la más fácil.

—¿Y qué sería "la más fácil"?

—Meterse en venta de cosas. No en drogas sino, no sé, "zarpo" unas zapatillas, las vendo. No sé. Pero se las sacaron a alguien. Esa es la fácil: entrar en la mala, ¿viste? O robar directamente. Gracias a Dios mis grandes amigos están todos encaminados.

—¿Cómo hiciste vos, viniendo de ese lugar, para no caer en eso?

—Yo tenía ese sueño: el de la música. Y mis 15 amigos, que hoy en día yo los amo y ellos me aman, me tiraban la mejor. Me imagino si tuviera un amigo futbolista, jugamos entre nosotros y le decís "Vos sos el mejor", porque sos el mejor de verdad. Y tenía eso, que siempre me hizo confiar: yo iba con 15 que me hacían sentir que estaba en Obras.

— ¿Tu mamá te apoyaba?

—Ni hablar: mi mamá y mis abuelos, mis guitarras, todo. A mí mamá la echaron del laburo y con la indemnización me compró un equipo y la guitarra. y decías "Mamá, ¿qué vamos a comer ahora?". Y esa es la guitarra, la que yo uso.

—La ausencia de tu papá, ¿en algún momento fue un problema en tu infancia?

—No. Creo que fue para lo que soy, lo que fui: no tener miedo cuando hubo hambre, porque después de "Descontrolado" hubo hambre un par de veces. Y pude decir "Sé cómo salir de eso" porque venía muy de abajo. Por ahí, a uno le regalan la guitarra; a mí, desde que tuve ganas hasta que me la dieron, tardé cinco o seis años.

—¿En algún momento los excesos, el alcohol y las drogas, fueron un problema?

—Sí. Pasa que yo, imaginate, pasé de pedir monedas en la calle a que, de repente, suene un tema en la radio. Cuando firmamos contrato por primera vez con Warner Music, que salió "No me arrepiento" y todo eso, ya llevábamos gente, llenábamos Cemento. Empezás a sentir el bolsillo lleno. Pero después no estás sonando y decís "No puedo comprar esto, puedo comprar aquello".

—¿Eso te condujo a los excesos?

—No, no, no, pero quiero decir que cuando nosotros estuvimos con una compañía discográfica es donde empecé a ver la moneda realmente. La primera vez que cobré una cifra importante en Sadaic con "Descontrolado", creo que fueron 17 mil pesos que hoy deben ser como si te dijeran 200, me subí al 150 y me volví a Lugano. No podía concebir en mi cabeza que me podía tomar un taxi.  Ese ejemplo que te doy tiene que ver también con los excesos: de repente la tuve toda así, y ahora, llamo a 20 amigos y vamos a un boliche. Porque ese ejemplo te sirve para ver cómo era mi cabeza. Porque decís "Tenía toda la guita acá y se subía a un bondi el chabón". Estuve esperando el 150 hasta que pasara…

—¿Cómo era tu vida en ese momento?

—Yo estaba despierto cinco días, no sé si pensaba mucho en el mañana. La pasaba bien. Y después empecé a pasarla raro; con cinco días despierto no podés pasarla bien.

—Y a tu alrededor, ¿qué te decían?

—No me acuerdo qué me decían. Creo que hice mucho daño a las personas que eran mi pareja en esos momentos. Cuando reaccioné a eso, ya habían pasado 10 años desde que me habían dejado. Pero sí, tuve mucha culpa cuando dejé un poco la noche. No de vivir de noche, sino de dejar de salir a bares: ensayaba cuatro horas, después hacía cuatro bares, dos boliches y un after. Le metía…

—¿Cuándo dijiste: "Esto es un problema, no quiero seguir con este ritmo"?

—Me asusté un par de veces cuando me estaba portando mal y el cuerpo no me… Tuve más de 15 sustos, ¿viste?

— ¿Qué pasaba?

—Y… yo me pasaba. ¿Qué pasaba? Me pasaba de "fafa", no sé cómo decirlo en televisión.

—¿De drogas?

—Sí, es medio fuerte la palabra. Yo la digo a cada rato, pero… Sí, tomaba mucho, aspiraba mucho. Y la verdad que dejó de ser copada para mí estar cuatro o cinco días despierto. Dejé de salir con amigos hasta que me recuperé realmente. Primero me encerraba en mi casa, y ahí tenía los grandes sustos porque me sentía solo, me cortaba para bajar. Típico. Cosas de reviente, muy feas.

—¿Pero tus amigos no te querían ayudar? ¿No había nadie ahí?

—Uno no se deja ayudar en ese momento. A mí la banda me retaba. Porque, claro, yo me cortaba y me retaban. El tecladista me decía: "¿Otra vez, Lobo?", porque me llaman así.

—¿Cómo te cortabas?

—Agarraba el cúter y me hacía así para poder después seguir. Me vino a buscar la ambulancia dos veces.

—¿Por qué te cortabas?

— Y… bajás un poco la adrenalina porque sentís que te vas, te vas… Por eso hoy en día puedo hablar y, antes de tocar  temas del primer disco que son muy reviente, decirles a los pibes: "Muchachos, este tema lo hice en un barrio donde yo cantaba en Cemento para casi 2 mil borrachos a las 4 de la mañana". Porque hoy en día vienen menores, vienen sus hijos. Entonces, voy a cantar este tema pero quiero que sepan que a mí esto casi me mata 20 millones de veces. Yo se los digo.  Creo que puedo decirlo.  Ahí no me puse colorado, viste.

—Ahora que seguís tocando de noche, ¿cómo hacés para no caer en esa tentación de nuevo?

—Me asusté mucho. Esas veces que me cortaba ya estaba muy al horno. Capaz que estaba triste de alma. Por eso la gente que lastimé, que vivían conmigo, mis parejas… después tuve culpa muchas veces. Cuando dejé de salir, y salía el sol a las 5 y media de la mañana, me agarraba como una… Porque yo estaba en los bares a esa hora. Salía el sol y me sentía sucio… Sucio de alma, como una banda de rock que hay que se llama "Sucios de alma". Nunca mejor dicho.

—¿Perdiste muchas novias y parejas por esto?

—Sí. Y amigos también. Amigos que siempre me quisieron ver bien, que me dijeron: "Ahora que llegaste, estás en la tele y todo, y mirá cómo estás". Y yo me alejaba. Hoy me mandan saludos, yo les hablo también, pero perdí muchos así.

—¿Fue de un momento para el otro donde empezaste a tener esta vida de excesos o se fue dando a medida que la banda iba creciendo?

—A medida que la banda iba creciendo. Porque antes no tenía ni para salir, ni para comprar tanto y convidar. Pasa que… bueno, uno… Por eso la historia, yo te digo la historia de dónde venía. Todo tiene que ver, ¿viste? Igual la droga yo no la probé con la banda, la probé en el colegio. Un barrio bastante picante donde la probé en un recreo. O sea, imaginate…

—¿Qué edad tenías?

—16, calculo. 17, no sé. No fue seguido eso, pero en el colegio me habilitaron. Y para no ser menos, "Bueno, dale". Y creo que entré a Ciencias Naturales y no entendía nada. Ahora, cuando toco temas muy específicos, digo: "Y bailando se va la noche, y bailando me está sangrando, y me duele…" y no digo "la nariz", porque no estoy haciendo una apología. Yo cuento lo que me estaba pasando en ese momento pero soy muy respetuoso.

—¿Qué pasa si un chico te dice "Quiero ser como vos, quiero ser como Toti"?

— No, no, no, que toque rock, que está buenísimo. Es un camino muy difícil. ¿Pero como yo? No puedo ser ejemplo de nadie. Yo me reventé muchas veces la cabeza. Así como la pasé bien, fue un 50 y 50. Y el 50 malo no está bueno, lo sufrí.

—¿Aprendiste algo de eso? ¿Te quedó alguna enseñanza?

—Me parece que todo eso me sirvió para ser quién soy . Si hubiera tenido padre tal vez no hubiera tenido ni banda, o me hubieran puesto los puntos: a la primera echada de colegio, me hubieran puesto una paliza. En esa época los padres pegaban. Mi mamá nunca me pegó, pero por ahí un padre me hubiera puesto un cintazo. Que es peor que todo lo que yo conté… Agarrar un cinto, ¿viste?  El otro día estábamos comiendo un asado en una provincia con unas bandas, y los chicos que decían –ya me sentía viejo- "De chico me marcaste". Y está buenísimo. Y ahí caigo en mi edad , porque a veces yo vivo en una adolescencia constante.

—Seguís un poco adolescente…

—Sí, no me doy cuenta a veces de la edad, ¿viste? Le pregunto: "¿Cuántos años tenés?", y sí, es verdad, por ahí yo le llevo siete años al chabón. Y digo "Pensar que estamos a mil kilómetros de casa y dice que yo le marqué la adolescencia". Eso sí me gusta. Ahora, que se quiera drogar o algo, no creo que tenga que ver con que escucha Jóvenes o porque diga "Yo quiero ser como…". Soy muy respetuoso de la gente,  todo lo que hice no lo hice en el escenario. El show hay que dárselo a la gente.

—¿Está difícil llegar a fin de mes?

—Sí. Yo mantengo un par de cosas y la plata no me dura. No es que me cuesta: no dura. Gano bien pero no me dura. Ando bien un tiempito mucho más corto que antes. No tiene que ver con los gobiernos, sino con la inflación. Eso me mata. Cuando voy al supermarcado, digo: "Esto aumentó 10 pesos más, ¿qué pasó?, si vine ayer…".

—¿Cómo te gustaría que te recuerden?

—Muchos pasan por cosas y no las cuentan. No creo ser un sobreviviente ni un distinto. Por ahí me han pasado un par de cosas más porque he metido más horas al día que otros. Yo decía que soy pordiosero 36 horas al día. Mis días eran de un día y medio, o son de un día y medio en realidad.

—¿No dormís?

—Duermo poco. Y cuando estoy en plena composición,  sin nada, porque si no, no podría componer.  Esa es otra cosa que le digo a la gente, a los pibitos: que es mentira que si te drogás, componés. Cuando te drogás no componés nada. Por eso yo separo lo que tiene que ver con el recital, con la banda, cómo te manejas. Soy muy respetuoso: voy y hago el recital, tengo que bailar. Si no, no podría ni moverme. Todo lo que hice después fue de parte mía, decisiones, y no para ser más rockero arriba del escenario. Ni para componer, no componía nada: no sirven para nada las drogas. No podés componer nada. Yo me tomaba uno y quería componer, no uno, varios ¿no? Atrás de cámara hay un par de amigos que hacen así, se agarran la cabeza. Pero digo la verdad, no componía dos palabras. Pero sí puedo estar dos o tres días componiendo.

—¿Cuánto tiempo te costaba recuperarte de eso?

—Quedás roto, te lleva un día entero. Hice "Late" y "Pánico" pero no drogándome. Ningún disco drogándome. Sí contando experiencias.

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