Fabián Vena sobre la polémica del INCAA: "Empieza a tener ribetes muy preocupantes"

"La cultura de un país es la identidad, es fundamental que eso esté sostenido desde el Estado", dice en esta charla con Teleshow el protagonista de "Edipo Rey". Además, la paternidad, el amor con Paula Morales y el vínculo con Víctor Hugo: "Es más que un suegro, es un padre protector"

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"En un momento me imaginé una vida sin hijos. Y de pronto, tengo cuatro". Porque la vida sorprendió a Fabián Vena (49). Y él, se dejó sorprender.

Hoy, disfruta de un gran año en todos los sentidos, tanto desde lo profesional, es el protagonista de la obra Edipo Rey, como en el plano personal, con la familia ensamblada que formó junto a Paula Morales (35).

Juntos, son padres de Valentino, de dos años y medio, quien terminó de consolidar el vínculo familiar que ya existía con Cielo y Vida (las hijas de Vena con su ex mujer, Inés Estévez), y Benicio (fruto de una relación anterior de la hija de Víctor Hugo Morales). ¿Buscar el quinto? "No está descartado", piensa Fabián, en voz alta y entre risas, explicando que ya funciona como una pequeña pyme por las responsabilidades que implica una familia numerosa, esa "tribu hermosa de niños", como la define.

“Edipo Rey” se presenta los viernes y sábados a las 20 horas en el Centro Cultural de la Cooperación
“Edipo Rey” se presenta los viernes y sábados a las 20 horas en el Centro Cultural de la Cooperación

El 2017 fue tiempo de desafíos y enfrentar temores. Así es como no sólo armó su escuela de teatro, sino que también se animó al musical en Quién retiene a quién, continua deslumbrando en Casa Valentina y protagoniza la tragedia griega de Sófocles, Edipo Rey, en versión y dirección de Jorge Vitti.

"La versión tiene un acercamiento muy grande hacia el público, hacia aquel que no conoce la historia" le dice Vena a Teleshow. "En general uno entiende que los clásicos siempre entran en un barroquismo de palabras que a veces son poco entendibles, y en este caso es muy contundente, porque no solamente se cuenta absolutamente todo lo que sucede, sino que lo hace con un lenguaje muy contemporáneo y en ningún momento va en desmedro de lo que es esa poesía".

—Pensando en "Edipo", ¿creés en el destino?

—Sí, claro. Los actores tenemos que creer en todo (risas). Vivimos de eso, y cuanto más nos creamos los personajes y las situaciones, mejor te lo vamos a hacer creer a vos.

—¿Y el tuyo era este?

—Ya lo creo, sí. Encontrarme, por ejemplo, en imágenes mías a los 13 años, yendo a ver teatro clásico, y en la familia decían: "¿Qué hace? ¿Por qué se escapa para ir a ver teatro?". Yo tampoco lo sabía con claridad, estudiaba teatro pero tampoco tenía la sensación de que me iba a dedicar profesionalmente. Uno hace cosas a veces creyendo que lo hace por conciencia propia, y en realidad tal vez es llevado como una hoja al viento por el destino, que es inevitable.

Fabián Vena en un mano a mano con Teleshow
Fabián Vena en un mano a mano con Teleshow

—¿El fin justifica los medios?

—A priori te diría que no, sobre todo pensando que en el tránsito es donde uno recoge las mejores cosechas. Pienso en los éxitos y en los fracasos de nuestro trabajo, y te puedo asegurar que ninguno de los dos es válido. Lo que sí es válido es el tránsito.

Tardo mucho en salir del teatro, soy muy criticado, me llaman el antifan

—Te quedás emocionado al final de la obra.

—Sí, es muy necesario. Es un viaje muy grande.

—¿Queda algo de esa carga encima?

—Es muy odiosa la salida para mí, porque, por más que haga "Edipo" o cualquier cosa, tardo mucho en salir.

—¿Qué te quedás haciendo?

—Tengo un problemita. En realidad, es la sensación de haber terminado el trabajo. Son los únicos minutos libres que tengo durante el día, no me apuro en salir. Soy muy criticado, me llaman el antifan y esas cosas, pero no puedo evitarlo.

—Sos la antítesis de Pepe Cibrián, que me ha dicho que se saca el maquillaje volando para salir a saludar a todo el mundo, porque le encanta.

—Cuando yo salgo, no hay nadie. Ni mi mujer, que me espera en el restaurante.

—¿Y qué pasa cuando hay que salir de un personaje pero definitivamente, cuando se termina un proyecto que te acompañó durante meses?

—Tengo un buen proceso con las despedidas de los personajes, porque trabajo mucho hasta la última función. Inmediatamente después limpio el disco rígido y no me acuerdo ni un solo texto más (risas).

Junto a Paula Morales y el pequeño Valentino
Junto a Paula Morales y el pequeño Valentino

—En "Edipo Rey", terminan la obra, saludan y preguntan dónde está Santiago Maldonado.

—Sí.

—¿Sentís una responsabilidad como actor?

—Por supuesto. Nuestro trabajo tiene que ver con una suerte de espejo. Mostrar cómo estamos viviendo, mostrar quiénes somos, mostrar qué nos pasa, qué nos puede pasar. Hay algo ahí de la concientización a través de nuestro laburo y de intentar conmover en la medida que se pueda. Porque el conmover también te lleva a un plano distinto que ninguna otra cosa te lo provoca, en el arte escénico sucede eso.

—¿Te trajo problemas manifestarte políticamente?

—No, de ninguna manera. Y tampoco lo querría: ¿por qué tendría que traerme problemas manifestar un pensamiento? En todos estos años se ha querido inventar y fogonear algo que tiene muy poco valor o en todo caso es una aberración para el ser humano: el no comunicarse, el no dialogar, el no conversar, y sobre todo el no respetar la idea del otro. Me parece una falta de comunicación muy básica no escuchar al otro o relegar al otro por un pensamiento, y una falta de respeto y ubicación total.

—¿La extrañás a Cristina Fernández?

—No pongo en términos personales ni emocionales lo que para mí es uno de los roles más importantes dentro de una sociedad, como puede llegar a ser un presidente. Me interesa mucho la política, pero lo pongo siempre en términos de cada uno cumpliendo su rol. Todos los políticos y todas las administraciones tienen un rol muy importante, y nosotros, una responsabilidad muy importante de estar observándolos, criticándolos y votándolos o no. Para mí funciona el terreno de los roles políticos desde ese lugar, no interpongo ningún sentimiento personal.

—Nuevamente hay denuncias cruzadas sobre el INCAA. ¿Qué opinión te merece?

—Han cerrado 20 productoras de cine y eso tampoco está demasiado a la vista. Hay un circuito ya instalado dentro del arte cinematográfico que tiene que funcionar como cualquier circuito en donde están claras las cosas. Aquel que paga una entrada de cine sabe que hay un porcentaje de ese dinero que tiene que ir a la recuperación de las próximas películas, y eso no está. Ya empieza a tener ribetes muy preocupantes porque es algo que se corta cuando en realidad tiene su propia autonomía, su propio funcionamiento. Espero que todo se ordene como corresponde. Ya el hecho de pensar que hay 20 productoras que no trabajan más es más que preocupante, es un horror, porque el cine forma parte de nuestra propia cultura.

—Vos planteás que la plata que va al cine no es plata que se le saca ni a los hospitales ni a los colegios.

—Por supuesto que no. Y si así fuera, forma parte de nuestros propios impuestos. Los teatros nacionales, los teatros municipales, son parte de nuestra propia cultura. La cultura de un país es la identidad, es su historia. También son espejos de una sociedad. O sea que es fundamental que eso esté sostenido siempre desde el Estado.

—Valentino ya tiene dos años y medio, ¿cómo te encontró la nueva paternidad?

—Se dice que siempre de manera distinta, porque uno es distinto. Lo cierto es que la disfruto como un loco.

—¿Cómo funciona la familia ensamblada?

—Extraordinariamente. Con mucho amor, por supuesto. Tenemos una relación con Paula de muchísimo amor, de muchísimo compañerismo, tenemos también la suerte de compartir juntos "Casa Valentina" y esa tribu hermosa de niños que tenemos. Cuando todavía no estaba Valentino, ya Beni actuaba con las nenas como un padre casi, y las nenas con él sentían una referencia; se llevaban tan bien, y podía existir la posibilidad de que no se llevaran bien. Encima vino Valentino, que de alguna manera empezó a unir a todos esos hermanos. Tienen una relación maravillosa. Si vos ves a los chicos, que justamente no tienen ningún tipo de filtro a la hora de relacionarse porque son puros y manifiestan lo que desean, y vos ves que ellos funcionan bien, es porque todo está extraordinariamente bien.

Fabián Vena cuenta que Victor Hugo Morales es un abuelo muy presente
Fabián Vena cuenta que Victor Hugo Morales es un abuelo muy presente

—Hablamos hace algunos años de que siempre disfrutaste mucho el rol paternal, pero en ese momento te mostrabas menos. ¿Cómo te llevás con que las chicas estén apareciendo un poco más en las redes sociales de tu ex mujer?

—Consensuamos bastante con Inés. Mis nenas son adoptadas y durante un buen tiempo tuve que tener la seguridad, por ellas y por una cuestión judicial de muchísimo cuidado, y tener cuidado a la hora de la exposición. De todas maneras no soy yo el que expongo; mi mujer sí, trabaja con las redes. Yo no pongo foco en eso de lo que tiene que ver con mi vida, mis hijos, mi familia y mi intimidad; justamente queda ahí y es donde la disfruto. Tengo otros niveles de exposición que son los que mantengo y resguardo desde hace mucho tiempo. Pero también tuvimos una idea consensuada con Inés, de a poquito, también tener la tranquilidad y el orgullo de estar mostrándonos acompañados por nuestras hijas en algún momento. No me molesta, ni siquiera le pongo atención, para mí es mucho más rico llevarlos a una función, llevarlos de gira, que estemos juntos.

—Ellas, como hermanas mayores, ¿cómo están?

—Tienen adoración por él, y él por todos sus hermanos. Él es un atorrante bárbaro que tiene un código muy particular con cada uno de ellos.

Paula como mamá es una cosa bellísima declara, enamorado, en esta charla
Paula como mamá es una cosa bellísima declara, enamorado, en esta charla

—¿Cuáles son las tareas de papá que te gustan?

—Muchas. Una que no tiene mucho consenso es la llevada y la sacada de los colegios. A mí me encanta. A veces funciono como una especie de micro escolar, tengo dos o tres horas de repartija de niños. Al contrario de disgustarme, me encanta.

—¿Pasás mucho tiempo con las chicas? ¿Es compartida la responsabilidad?

—Por supuesto. Sí, tenemos una tenencia compartida que es justamente la mitad del tiempo, con las mismas obligaciones, los mismos derechos. Así que sí, por suerte. La idea de no tenerlas o tenerlas solamente muy poco tiempo era muy angustiante para mí. Así que consensuar eso también con Inés fue muy importante.

—¿Más hijos o ya cerraron?

—Y no sé, no sé…

—No es un "no" rotundo.

—No es un "no" rotundo, aunque nos agarramos la cabeza y decimos: "¿Sí, será que sí?". Pero, ¿quién lo sabe?

—¿Y quién tiene más ganas de los dos?

—Estamos a la par. Lo que pasa es que no puedo responder eso ya, porque me imaginé en un momento de mi vida una vida sin hijos, y de pronto tengo cuatro. Acá estoy, con todo lo que eso trae: no el gran lío, sino la fuente de energía y de inspiración.

“La idea de tener a mis hijas muy poco tiempo era muy angustiante para mí” dice sobre el buen vínculo que mantiene con su ex mujer, y madre de Cielo y Vida, Inés Estévez.
“La idea de tener a mis hijas muy poco tiempo era muy angustiante para mí” dice sobre el buen vínculo que mantiene con su ex mujer, y madre de Cielo y Vida, Inés Estévez.

—Sí, y hay que estar con varias obras a la vez porque hay que mantener a los cuatro, que no es menor…

—(Risas) Bueno, eso ni hablar. Me dijeron que tengo una pequeña pyme ahí dando vueltas, y es verdad. Lo importante es que ellos estén bien y que uno pueda estar tranquilo a la hora de trabajar también.

—Paula mamá, ¿cómo es?

—Es una cosa bellísima. Se transforma todo su ser en algo que a uno no deja más que regocijarlo de lo que es ver en presencia la esencia de una madre.

—¿Y Víctor Hugo suegro?

—Extraordinario, porque el rol suegro le queda muy chico. También tengo un personaje fabuloso que es Bea, mi suegra; si no fuera por Bea, nadie de la familia está ubicado, ella se encarga muchísimo de todos nosotros y es una mujer extraordinaria.

—¿Cómo es un asado de domingo con Víctor Hugo?

—Bárbaro. Muy familiar Víctor Hugo, es más que un suegro, es un padre protector. Un padre generoso que siempre está muy atento.

—¿Con los nietos se engancha?

—Le encantan. Le encanta el ruido familiar, que estén ahí todos dando vueltas, se fascina con eso. Es un niño más, porque los jode a los pibes como yo no los puedo joder porque después tengo que equilibrarlos.

—Bueno, eso que pueden los abuelos y los padres no.

—Eso es increíble, esa impunidad que tienen es extraordinaria.

Fabián Vena en “Casa Valentina”, la obra de Muscari que le permitió conectar con su costado femenino
Fabián Vena en “Casa Valentina”, la obra de Muscari que le permitió conectar con su costado femenino

—Hablaste hace un ratito de "Casa Valentina". Ya van 500 funciones. ¿Cómo es la experiencia vestido de mujer?

—Son estas grandes sorpresas que tiene nuestro trabajo. Jamás en la vida hubiese imaginado que iba a tener dentro de mí semejante mujer.

—¿Te conectó con algo femenino tuyo?

—Uf, muchísimo. Primero, el gran entendimiento de muchos fetiches importantes como los zapatos de las mujeres. Lo entendí con mis stilettos de diez centímetros. Pero más allá de esa cosa medio fetiche, hay algo del mundo femenino que pude transitarlo y a veces trato de meterlo en la vida: tiene que ver con la escucha, con la espera, con la idea de estar con 10 cosas a la vez. Los hombres nos obsesionamos por solucionar las cosas y por estar muy preocupados en una conversación larguísima a ver si el 4 que vamos a poner de titular en el equipo es más importante que el suplente. Hay algo ahí de Piñón Fijo. Y ustedes pueden estar hablando siete temas a la vez, sacándolos, sin importar si los resuelven o no. Nosotros queremos resolverlo.

—¿La televisión cómo la estás viendo?

—Poco y nada: hay pocas cosas para nutrirse en la televisión de aire. Prefiero ver alguna película. Ya tenemos mucha cultura de series también, entonces eso te dispara a una mirada un poco más profunda, un poco más artística.

—Si hablamos en cinco años y salió todo genial, ¿cómo te voy a encontrar?

—Tomando algún riesgo, siempre que sea algo movilizante. De hecho, ahora me pongo a preparar el nuevo espectáculo para el año próximo, un unipersonal. Le huí mucho porque en principio pensaba la típica: "¿Quién va a tener ganas de venir a verme?". Esos miedos que aparecen inmediatamente. Y después los superás, diciendo: "No sé, pero tengo muchas ganas de decir esto". Ahí estoy, muy contento con eso también.

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