Siempre desear la paz en el mundo va a ser mucho más fácil que ponerse en acción y mejorarnos como individuos. Pero la humanidad solo mejorará si todos hablamos menos y hacemos más. Si nos comprometemos con algo y lo cumplimos.
Siempre será frustrante comprar un aparato para hacer gimnasia y abandonarlo al mes en un armario. O comenzar una dieta que se romperá en la primera comilona familiar.
Siempre será más difícil consumar una promesa o compromiso proyectado de manera individual. Por eso las personas que se proponen hacer algo juntas generalmente logran mejores resultados. Se ve mucho en la organización grupal de una fiesta, un viaje o un partido de fútbol.
Así que si este año, además de desear paz en el mundo y fortalecer un poco más nuestro inglés, tenemos ganas de ser mejores personas, no lo hagamos solos.
Si tenemos ganas de realizar alguna tarea solidaria o social, por pequeña que ésta sea, fortalezcámosla acompañados. Hay muchos que lo necesitan: personas con discapacidad, mujeres víctimas de la violencia, animales que han sido abandonados o niños que no tienen acceso regular a la educación o al alimento.
Hay mucho por hacer. Ayudar a transformar la vida de los demás puede transformarse en una forma de vida. El tiempo no es un obstáculo. El dinero tampoco. El conocimiento mucho menos. Solo hay que proponer una iniciativa noble y no dejar que sucumba.
Pongamos nuestro granito de arena, pero hagámoslo en donde no se vuele y pueda ser útil para levantar una pared. Puede ser un voluntariado. Puede ser cualquier organización solidaria. Puede ser la más cercana o la más afín a nuestros principios y valores. La que nos exija menos o la que nos exija más. Siempre tendremos algo que otro necesita: donemos nuestro amor y nuestro tiempo.
Ayer terminamos de vaciar la heladera. Hoy comenzamos a llenar nuestro corazón de amor por los demás.
Ayer comenzó el año y brindamos por un mundo mejor. Si hoy brindamos nuestra ayuda a los demás lo haremos posible.
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