Alberto Atampis, un cordobés de 85 años acusado de haber asesinado a su mujer prendiéndola fuego murió tras pasar más de un mes internado por las graves quemaduras que sufrió en el incendio que, según se investigó, habría provocado él mismo para cometer el crimen
Todo comenzó la mañana del 25 de octubre pasado, en la localidad cordobesa de Obispo Trejo, ubicada a 140 kilómetros al nordeste de la ciudad de Córdoba, donde bomberos voluntarios y efectivos de la policía provincial se trasladaron de urgencia cerca de las 6.30 a la casa del matrimonio, que estaba en llamas.
Dentro de la casa fueron rescatados Atampis, de 85 años, y su esposa Blanca Ávila, de 86: la mujer tenía más del 80% del cuerpo quemado y murió a los pocos minutos por las complicaciones que le provocaron la inhalación de humo.
Su esposo fue trasladado inconsciente al hospital local y luego derivado al Instituto del Quemado. A los pocos días, sin embargo, el fiscal Pablo Cuenca Tagle, del Fuero de Violencia Familiar de Córdoba, lo imputó por el delito de homicidio doblemente agravado por mediar violencia de género y por el vínculo.
Si bien no existían denuncias previas que dieran cuenta de una situación de violencia, tras la toma de algunos testimonios de vecinos y allegados la fiscalía descubrió que esa misma noche del incendio, la pareja, que dormía en habitaciones separadas, había tenido una fuerte discusión.
En la casa incendiada se encontró en el patio una botella con un líquido inflamable, además de un cuchillo con mango blanco y una hoja de 10 centímetros.
Luego, según informó el diario La Voz, los peritajes comprobaron que las llamas habían sido iniciadas de manera intencional dentro de la casa y que hubo dos focos dentro del inmueble: primero en un auto que había en el garaje y luego en la habitación donde dormía la mujer.
Así, Atampis, que nunca estuvo en condiciones de prestar declaración por las heridas que sufrió, quedó internado en terapia intensiva con custodia policial. “Estamos a la espera de que este hombre pueda realizar actos procesales. Cuando se le dé el alta, medicina forense dispondrá cuál será su lugar de alojamiento”, había señalado el fiscal Cuenca.
Sin embargo, en las últimas semanas su estado se agravó y esta semana finalmente falleció por la gravedad de las heridas y las quemaduras que sufrió durante el incendio que él mismo habría provocado.
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Otro caso similar ocurrió en agosto pasado, Emilia Carlomagno, una mujer de 77 años, fue encontrada calcinada y maniatada en su casa de la localidad bonaerense de San Francisco Solano, en el partido de Quilmes.
El descubrimiento ocurrió el miércoles 10 de agosto pasado cerca de las 5 de la mañana, cuando los vecinos de la calle 843 entre 891 y 892 llamaron al 911 por un incendio en la casa donde la mujer vivía sola.
Luego de sofocar el fuego, los bomberos observaron que Carlomagno estaba atada sobre su cama. Las fuentes consultadas por este medio revelaron detalles escabrosos: la víctima estaba parcialmente calcinada, sus manos atadas hacia adelante con un buzo y las piernas con una frazada, lo que hizo presumir desde un primer momento que se trataba de un asesinato.
Sin embargo, las circunstancia del crimen que investiga la UFI N°5 de Quilmes, aún no fueron esclarecidas. Ninguna de las puertas de la casa había sido forzada y el agresor podría haber entrada por una puerta lateral o por una terraza, pero todavía está abierto el interrogante de si se trató de un asalto o podría haber sido un crimen vinculado a cuestiones personales de la víctima.
Otra de las líneas que consideran en la Justicia y que también está vinculada al ámbito personal de la víctima es que detrás de todo podría haber un interés por quedarse con la casa de Carlomagno, una propiedad de grandes dimensiones.
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