Póker de alto nivel, coimas a policías y una traición en la Justicia: el oscuro mundo del “rey del juego clandestino” de Santa Fe que murió por coronavirus

David Alejandro Perona falleció el domingo pasado en Rafaela, investigado en dos ciudades por una serie de garitos y sociedades. Su última jugada en los tribunales provinciales, sus orígenes como apostador caliente y las cartas que la Justicia cree que se llevó a la tumba

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Guau guau: Perona y su perro, que compartía su gusto por las cadenas doradas.
Guau guau: Perona y su perro, que compartía su gusto por las cadenas doradas.

Durante más de una década, la brutalidad asesina del negocio narco marcó a Santa Fe. Ahora, otra narrativa se instala. El juego clandestino este año sacudió estructuras policiales y judiciales que hace años funcionaban supuestamente gracias a un sistema de coimas en distintas localidades. El cambio es sorprendente: históricamente, la timba fue considerada un mal menor, un subproducto en el negocio del crimen. En Rosario, derivó en la detención de dos fiscales –uno de ellos jefe de sus colegas–, y en la Perla del oeste santafesino en resonantes arrestos de uniformados. Algunas de las investigaciones están cruzadas porque figuran los mismos personajes, pero al menos uno sobresale de forma llamativa: se trata de David Alejandro Itatí Perona, oriundo de Rafaela llamado el “rey del juego clandestino”, quien falleció el pasado domingo bajo arresto domiciliario luego de contraer coronavirus.

Sospechado de negocios sucios millonarios, fuentes de alta jerarquía en los organismos de seguridad especulan con los secretos del hampa que Perona se llevó a la tumba. Creen incluso que Perona, antes de perder la vida, meditaba intentar su última jugada: entregar a perejiles para salvarse en un cambio de fichas judicial. Murió en el hospital regional Jaime Ferré de Rafaela con apenas 42 años: la obesidad mórbida que padecía fue considerada un acelerador de la enfermedad que, curiosamente para muchos, contrajo preso en su casa.

Perona, con un gusto particular por las cadenas doradas que le colgaba hasta su perro, se inició en la actividad tras ser un exitoso jugador de póker de alto nivel. Según el sitio Poker10la, su logro más importante fue el título obtenido en el Súper High Roller de Santa Fe, en el casino de la capital santafesina.

El póker era su hobby, le daba dinero y le gustaba participar en torneos en distintas localidades. Ganó en varias competencias, algunas en el casino City Center de Rosario, en el exterior y también a través de la modalidad online. En su propio Facebook incluso publicaba comentarios alusivos al póker, donde le consultaba a otro usuario vinculado a un casino si tenía “algo desocupado”, ya que él iba a ir con gente, iba a parar en un hotel y sus acompañantes pretendían ir a departamentos.

Puerta de chapa: una alusión al "rey" en un graffiti de Rafaela.
Puerta de chapa: una alusión al "rey" en un graffiti de Rafaela.

El “rey” estaba acusado formalmente en Rafaela y en Rosario por juego clandestino por los fiscales Martín Castellano, Matías Edery y Luis Schiappa Pietra. Su detención ocurrió a principios de agosto y luego quedó bajo prisión preventiva domiciliaria por su problema de salud, que era la obesidad mórbida (pesaba 270 kilos). De acuerdo con esas investigaciones, en sus inicios, con el dinero que obtenía en las mesas de juego comenzó a hacer préstamos y luego montó cuatro salas de juego ilegal en la Perla del oeste santafesino. Posteriormente se extendió a lugares vecinos como Sunchales, donde supuestamente sumó dos “garitos” más y luego a Ramona, donde puso una sala.

Más allá de que su fuente de ingresos era el juego clandestino y sus exitosas participaciones en el póker, su justificación económica intentaba pasar a través de un negocio de ropa y un maxi kiosco, donde casualmente figura según la Justicia una sala de juego clandestino. Sus fechas de alta en la AFIP, curiosamente, datan de mediados de este año en dos rubros.

El “Gordo” Perona cumplía arresto domiciliario en un edificio de Sargento Cabral y Santa Fe, en el centro de Rafaela, donde tuvo que hacerse un operativo especial para trasladarlo al hospital debido a sus 270 kilos. Tenía vehículos e inmuebles que están bajo investigación, cuya titularidad figura a nombre de terceros; actualmente estaba en pareja con Lorena Córdoba, también imputada en la causa por asociación ilícita en esa ciudad santafesina, aunque se presume que además tenía dos relaciones informales tiempo antes de su muerte.

En algún momento, el “rey” habló. Declaró en la audiencia imputativa en Rafaela, investigado por sus garitos que databan al menos desde 2017. Desde ese momento, para poder funcionar, la Justicia sospecha montó una logística protectora con altos mandos de la policía de la Unidad Regional V. Se presume que comenzó con pagos mensuales de 120 mil pesos y en la actualidad esa cifra se había elevado a 300 mil.

Los pagos de esas elevadas cifras de dinero que abonaba Perona según la Justicia a los altos mandos policiales no solo eran por encubrimiento; también le debían avisar si se iniciaba alguna investigación en su contra. Por ese motivo, sostienen en la Fiscalía de Rafaela que demoraron en imputarlo por juego ilegal. Esta situación tiene como correlato también las críticas efectuadas por el ministro de Seguridad Marcelo Saín hacia el fiscal que comenzó con la investigación, Martín Castellano.

Una de las cuestiones que llamó la atención de los garitos de Perona es que en las fachadas se encontraban graffitis que decían “Casino David Perona”. Lo que se sospecha es que se trataban de escraches de personas que le reclamaban dinero.

El nombre de Perona se entrecruza con otro de peso en el juego en la región, el de Leonardo Peiti. Peiti tiene casinos legales y supuestamente también ilegales y se encuentra imputado en Rosario por estar vinculado a una banda dedicada a extorsiones ligadas al juego clandestino. En esa investigación declaró como “arrepentido” y provocó la imputación y detención de los ex fiscales Patricio Serjal –era fiscal regional– y Gustavo Ponce Asahad.

El fiscal Gustavo Ponce Asahad.
El fiscal Gustavo Ponce Asahad.

La fortuna también estaba de su lado. Peiti ganó un Renault Kwid en un sorteo en el Auténtico Bingo Brown de San Vicente este año. Ese vehículo fue incautado en Rosario, en un domicilio ligado al empresario en barrio Fisherton. Tras medidas investigativas del Ministerio Público de la Acusación (MPA) se logró establecer que el rodado era usado por la pareja de Peiti.

Había una sociedad en el hampa. El vínculo entre Perona y Peiti existió y dejó como evidencia que el “rey del juego clandestino” usaba en sus garitos las plataformas virtuales de Peiti.

La última jugada de Perona

En Tribunales, el “rey” intentó su arreglo: se acogió en la causa judicial de Rafaela a la figura del imputado colaborador, donde dio información de la estructura de su negocio ilícito. En ese marco, dio nombres de policías que pasaron por la Unidad Regional V de esa ciudad, a quienes pagó coimas. La Fiscalía de esa ciudad pudo acreditar evidencia con algunos de esos nombres y ordenó allanamientos y detenciones.

Los policías que cayeron por el momento son el ex subjefe de la Policía provincial José Pérez; Juan Pablo Bengoechea, ex jefe de la Unidad Regional V; y los oficiales Fabián Forni y Javier Gorosito. Además, fue detenido Flavio Aranda, que el momento de su aprehensión cumplía funciones como inspector de zona en el distrito norte de Rosario.

Las fichas puestas: Perona en un torneo de póker.
Las fichas puestas: Perona en un torneo de póker.

Se presume que la jugada de Perona en Rafaela era declarar como “arrepentido” y luego ir a un juicio abreviado por una pena menor a la que tenía en expectativa al comienzo. Hubo avances, conversaciones, entre sus defensores y la Fiscalía de esa ciudad del oeste santafesino, pero no habría prosperado la iniciativa.

En la causa de Rafaela también estaba acusado de ser el organizador de la estructura de juego clandestino y se encaminaba a ser condenado a través de un juicio abreviado. En tanto, en Rosario iba a ir a juicio oral y público después de haber sido imputado junto con policías, Maximiliano “Cachete” Díaz (el ladero de Ariel “Guille “Cantero, líder de Los Monos) y el jefe policial retirado Alejandro “Pipi” Torrisi, quien se encargaba de la habilitación de garitos y de recaudar el dinero en las salas.

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