Sucedió el domingo último, cerca de las 23.45 horas. Mónica Massaroti (56) se retiraba de la casa de su pareja, Jorge Vivas (59), situada en la la calle Alejandro Malaspina 2145 en la localidad bonaerense de Villa Tesei, partido de Hurlingham. Cuando la mujer se disponía a subir a su moto fue abordada por dos motochorros. Uno de los delincuentes bajó armado, la amenazó y le exigió la entrega de su scooter.
Asustada, Massaroti comenzó a gritar el nombre de su pareja pidiendo ayuda. Al escuchar los gritos y el pedido de auxilio, Vivas salió de su domicilio, enfrentó al delincuente y forcejeó por la moto, lo que hizo que trastabillara y cayera al piso. Al ver frustrado el intento de robo, el ladrón armado efectuó un disparo a sangre fría. Producto de la herida de bala, Jorge murió en cuestión de minutos.
La víctima fatal era empleado, desde hace más de 20 años, de Herrajes Brass, una casa de herrajes para obras y muebles, cajas de seguridad y trabajos en bronces, ubicada en la calle Sarmiento 1281 de la Ciudad de Buenos Aires.
Una de sus dos hermanas contó a Infobae que el hombre era padre de dos hijos y, que hacía tres meses, había fallecido su otra hermana de un cáncer. Con Mónica Massaroti tenía una relación desde hace dos años, aunque “iban y venían todo el tiempo”, apuntó la hermana de Jorge, única de los tres que queda con vida. “La familia está destrozada. No podemos creer lo que pasó”, agregó la mujer, que prefirió la reserva de su identidad.
Tras el hecho, los dos motochorros escaparon a toda velocidad del lugar en una moto de baja cilindrada. Hasta el momento no lograron ser detenidos.
El caso es investigado por el fiscal Sergio Dileo, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 6 de Morón, quien caratuló la causa como un “homicidio criminis causa”, es decir, cuando se mata para ocultar otro delito. En este caso el intento de robo, y para lograr la impunidad, un delito que prevé prisión perpetua. Desde anoche, según información de Télam, Dileo ordenó un relevamiento por el barrio en búsqueda de videos de cámaras de seguridad privada que permitan reconstruir la llegada o la huida de los autores del crimen, para obtener una imagen que ayuda a identificarlos.
Así, Jorge fue asesinado en una de las tradiciones más infames del delito argentino de la historia reciente. La modalidad de robo a bordo de motos comenzó hace más de una década y se usaba para arrebatos a las salidas de bancos y ataques piraña en financieras a quienes salían efectivo en mano. Con el tiempo, los arrebatos comenzaron a producirse en otros puntos del país: ataques para tomar carteras, teléfonos que terminaban en el circuito ilegal de galerías. Hoy se convirtió en la norma del robo urbano en la Argentina. Solo en la Ciudad de Buenos Aires, según datos del Ministerio de Seguridad porteño, hubo casi 42 mil robos motochorros entre 2016 y 2019, diciembre de 2018 fue el pico con 1271 ataques, un promedio de 26 robos porteños por día.
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