Contrabando en las cárceles durante la cuarentena: intentaron ingresar cocaína dentro de chinchulines a un penal de San Martín

Los agentes de la unidad número 46 descubrieron ocho envoltorios de nylon con droga dentro de las achuras que la esposa de un preso quería entregarle a su marido

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Con la excusa de llevarle comida a su marido preso en una cárcel del partido bonaerense de San Martín, una mujer intentó ingresar cocaína dentro de chinchulines.

El intento de contrabando se produjo este domingo al mediodía en la Unidad N° 46 de San Martín, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), donde los agentes le secuestraron a la concubina del detenido unos ocho envoltorios de nylon que contenían marihuana y cocaína disimulados dentro de las achuras, acompañadas con limón pero por lo visto poco cocidas y en un estado de conservación cuestionable.

Durante esa misma jornada, además, otro hombre fue descubierto con una bolsa de residuos que llevaba en su interior doce envoltorios con cocaína que tenía como destinataria a su prima que encuentra alojada en el sector femenino del mismo penal.

En ambos casos, se dio intervención a la Comisaría IV de José León Suárez con el fin de continuar con los procedimientos de rigor. Ambos cónyuges que llevaban la droga fueron demorados.

No es la primera vez que sucede un hecho de estas características durante la cuarentena. El 5 de mayo, por ejemplo, detuvieron a dos mujeres que intentaron ingresar droga al penal de Villa Devoto escondida en cuatro pollos.

Los agentes penitenciarios detectaron 8 envoltorios con cocaína y marihuana dentro de los chinchulines.
Los agentes penitenciarios detectaron 8 envoltorios con cocaína y marihuana dentro de los chinchulines.

Toda persona que ingresa a una cárcel de visita es requisada para controlar que no entre con ningún elemento prohibido. Cuando fue el turno de dos mujeres, una de nacionalidad argentina de 65 años y otra peruana de 46 años, le entregaron a los guardiacárceles cuatro pollos cocidos que les llevaban a los presos que iban a visitar.

Al analizar la comida, el personal penitenciario encontró que los pollos tenían en su interior envoltorios de droga. Uno llevaba 10 envoltorios de cocaína con un total de 21 gramos de esa droga y el otro tenía 17 gramos de cocaína. Mientras que los dos restantes tenían marihuana: un pollo cuatro envoltorios por un total de 44 gramos y otro 200 gramos de la misma droga.

Ambas fueron acusadas del delito de comercialización de estupefacientes que tiene una pena de cuatro a 15 años de prisión y también una multa.

Cada vez más, los presos se las ingenian con la complicidad de sus familiares para ingresar drogas, celulares, tablets o armas a las cárceles con novedosos métodos. Lo hacen dentro de paquetes de fideos, en talcos, en recipientes con doble fondo, entre las ropas o dentro del cuerpo, en zapatillas, repasadores, toallones y hasta camuflados en tomates peritas.

Este último hecho, que tuvo lugar el 18 de julio de 2018, fue realmente escandaloso: hallaron ocho kilos de cocaína camuflados en cajas de tomate perita que iban a ser ingresados en un camión que proveía verduras a la cocina del Penal Número 24 de Florencio Varela. Los fiscales Marcelo Cellier y Christian Granados dispusieron la detención de los dos ocupantes del camión, más la del dueño del rodado.

La polémica por contrabando en cárceles también se reavivó por un episodio protagonizado Nahir Galarza, condenada a prisión perpetua por el crimen de Fernando Pastorizzo, presa en la Unidad Penal Nº6 de Concepción Arenal, Entre Ríos. La joven posteó fotos con una compañera en su Facebook y fue castigada con cinco días de calabozo. Nunca se supo si era su celular o quién lo entró. Yanina Lescano, su compañera en las fotos, fue condenada a 16 años por ser participe del asesinato de su hijastra.

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