Condené a un homicida desde mi casa: una experiencia judicial inédita en tiempos de coronavirus

Un periodista de Infobae participó del primer simulacro de juicio por jurados virtual

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La sala de juicio virtual
La sala de juicio virtual

-¿El jurado ha arribado a un veredicto? Y en ese caso que nos lo haga saber.

-Si, por decisión unánime encontramos culpable a Belisario Galán por la muerte de María Magdalena. Para nosotros fue un homicidio preterintencional.

-Muy bien. Le agradezco. En consecuencia, señor Belisario Galán, el pueblo, sus pares, ha resuelto que usted es culpable de los cargos que pesaban en su contra. Damos por concluido el juicio.

Yo fui parte de ese jurado. Con otras 12 personas, a quiénes no conocí hasta el sábado a la tarde, y con quienes me relacioné mediante una computadora, debatimos durante una hora y media si Galán era culpable o no del crimen de su esposa. No lo condenamos “de verdad”. Sino que lo hicimos en un ejercicio, una experiencia judicial inédita en el país.

Por primera vez se hizo un simulacro de juicio por jurados virtual. A través de la plataforma Zoom el jurado, el acusado, el juez, la fiscal, el defensor y los testigos estuvimos en lo que se transformó en una sala de audiencias virtual. Y la tecnología permitió otro hecho único en la justicia: 12 mil personas siguieron el juicio como público, tanto por el sitio Youtube como por redes sociales. Una capacidad que no tiene ninguna sala de juicio en el país.

La experiencia fue organizada por la Asociación de Pensamiento Penal, una ONG integrada por jueces, fiscales, abogados y profesores universitarios de todo el país que trabaja en temas penales. Uno de los que impulsa es el juicio por jurados y en tiempos de aislamiento social por el coronavirus, donde las relaciones entre familiares y amigos son virtuales, tuvieron la idea de llevar la justicia a ese terreno.

Los juicios por jurados son en el que los ciudadanos son los jueces: deciden si una persona es culpable o inocente de un delito. Juzgan lo que ocurrió desde la lógica de lo que escuchan y ven durante el juicio, lejos de cualquier conocimiento de derecho o de códigos o leyes, que en rigor no se necesitan. La pena, en caso de condena, la pone un juez profesional que además tiene la función de mediar durante el juicio ante los planteos de la fiscalía y la defensa.

juicio por jurados virtual

Los juicios por jurados están establecidos en la Constitución Nacional desde 1853 pero recién se comenzaron a aplicar en 2005. Y no en todo el país. La primera provincia fue Córdoba y en la actualidad solo siete provincias lo tienen regulado. Cada provincia debe regularlo por ley donde se fija cómo se realizan y para qué delitos. El Congreso Nacional, a pesar de los muchos proyectos que tiene, nunca trató ponerlos en marcha.

Esta es la historia de cómo fue condenar a una persona desde mi casa como jurado.

Pasadas las dos de la tarde del sábado, Mario Juliano, director de APP y juez penal de Necochea, que ya hizo juicios con jurados, abrió formal y virtualmente el juicio. Si en las audiencias presenciales hay demoras porque siempre alguien llega tarde, en este caso el retraso fue porque alguna de las partes tenía problemas de conexión. Pero lo que se tardó fue mucho menos que en un juicio presencial.

“Señor secretario, puede hacer pasar al jurado”, pidió el juez, como hubiese hecho en un juicio en tribunales. Y ahí aparecimos nosotros, el jurado. No entramos caminando a la sala, sino que prendimos nuestros cámaras y fuimos apareciendo en la plataforma virtual. Y lo hicimos desde distintos lugares del país. Yo desde la ciudad de Buenos Aires y el resto de mis colegas desde Chaco, Catamarca, La Rioja, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Jujuy y también desde Uruguay. 12 jurados, seis mujeres y seis hombres, elegidos dentro de una inscripción previa. Sentí que el mismo silencio que hay en el comienzo de todo juicio, por lo que impone el ámbito judicial y lo que va a ocurrir, lo había en cada una de las casas.

El magistrado nos tomó juramento de que como jurados íbamos a juzgar con imparcialidad y máxima atención la causa. Dijimos que sí y nos dio instrucciones generales, las mismas que están fijadas por ley: un jurado no puede hacer una investigación propia del hecho, no puede discutir con nadie el caso -ni familiares, ni amigos, ni otro integrante del jurado-, no puede tener contacto con el acusado, la defensa o la fiscalía, tampoco puede recibir mensajes de extraños para hablar del caso y si alguien intenta contactarse debe denunciarlo. Nos pidió que estuviéramos atentos a todo lo que pase en la audiencia, que escucháramos a los testigos, nos aclaró que no podíamos hacer preguntas y que ante cualquier problema o duda se lo debíamos informar. Luego comenzó formalmente el juicio.

El abogado defensor
El abogado defensor
La fiscal
La fiscal

La fiscal -Carolina González, jueza penal de Neuquen – y el abogado -Jonathan Ramirez, defensor público de Chile- expusieron su postura sobre el caso.

El hecho que se iba a juzgar era el crimen el 3 de marzo de 2017 de María Magdalena Juárez en su casa de la provincia de Tucumán. Su marido, Galán, llegaba preso y acusado de haberle pegado una trompada o con un objeto, lo que provocó su caída y el golpe de su cabeza contra un sillón que provocó su muerte casi en el momento. El crimen ocurrió en un contexto de violencia de género durante el último año. Galán se había quedado sin trabajo, empezó a beber más hasta volverse alcohólico y comenzó a agredir física y verbalmente a su esposa.

Como testigos declararon el policía que fue a la casa de la familia, la médica que hizo la autopsia, el hijo del matrimonio que vivía con ellos y una vecina, todos integrantes de APP.

Cada uno cumplió el rol que hubiese tenido cualquier testigo en un juicio, respondió las preguntas, fue repreguntado, se le tomó juramento. El defensor y la fiscal se pelearon por lo que se planteaba, cada uno defendiendo su postura. Y el juez intervenía para resolver. Todos los jurados seguíamos ese intercambio.

Una plataforma virtual puede presentar alguna distancia con lo que está ocurriendo, inclusive provocar distracciones propias del lugar en el que estábamos, que en este caso era la casa de cada uno. Puede estar la sensación de que no hay “ambiente de juicio”. No habíamos tomado un transporte para llegar a un edificio judicial, ni ingresado a una sala de verdad, ni habíamos visto en persona al acusado, ni escuchado el “de pie”, ese tan antiguo ritual que todavía perdura, que el secretario le pide al público cuando entra el juez. Pero eso también nos despojó del miedo que puede imponer una sala de juicio, con todo el formalismo que la justicia tiene.

Pero no hubo distracciones, o si existieron, no se notaron cuando en la deliberación del jurado me di cuenta que habíamos estado todos muy atentos.

La no formalidad de la sala de verdad de un juicio da otras ventajas. Por ejemplo, muchos tomamos mate, juez y defensor incluido, mientras los testigos declaraban. Algo que en un juicio presencial nunca vi. El juez, ni el defensor no usaron traje. Lo virtual permite algunas distensiones en las formas. Bienvenidas sean a un mundo donde a veces las formas son más importantes que el fondo.

El acusado
El acusado

Después de tres horas terminó la audiencia. La fiscal nos pidió al jurado que condenáramos a Galán por el delito de homicidio doblemente calificado porque fue contra una persona en relación de pareja y por ser cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de genero. Por su parte, el defensor nos pidió la absolución porque entendió que no estaba probado que Galán haya golpeado a su esposa y sostuvo que los antecedentes de violencia de género no forman parte del hecho que se juzga. “No quise nunca que Magdalena se muriera”, dijo Galán antes que el jurado pasara a deliberar.

El juez Juliano nos dio las últimas indicaciones. Nos dijo que además de las posturas de la fiscal y el defensor el caso también permite la condena por homicidio preterintencional, un delito menor pero que no cambia los hechos. Y explicó que significa cada tipo de homicidio: el agravado que se haya actuado con el objetivo de matar y el preterintencional que una persona agrade a otra pero sin la intención de asesinarla.

Uno de los testigos del caso
Uno de los testigos del caso

Luego nos indicó la mejor manera de deliberar. Teníamos que elegir a alguien como presidente del jurado, que en la discusión inicial lo mejor no era ser taxativo con una postura, sino que analizáramos la prueba y debatiéramos opiniones. También que no teníamos que juzgar por miedo, piedad o lástima hacia el imputado y que si no había acuerdo podíamos votar hasta tres veces. Sí teníamos que llegar a una decisión por unanimidad, lo que se requiere en algunos sistemas de jurados mientras que en otros se puede condenar con una mayoría simple y en otros con una calificada.

Si no había unanimidad debíamos declarar al acusado no culpable. En ese caso, la Fiscalía puede optar por desistir de la acusación o pedir otro juicio. Y por último, tal vez lo más importante para la función del jurado: que nuestra discusión era secreta, que nunca la podíamos revelar a nadie y que no teníamos que fundamentar nuestra decisión.

Los 12 jurados pasamos a otro canal virtual, en rigor terminamos siendo 13 porque un suplente también participó de la deliberación. En la sala de juicio, el juez la fiscal, el defensor y otros integrantes de APP contestaban preguntas del público sobre los juicios por jurados.

Los jurados estuvimos con tres observadores de la asociación y como se trató de un ejercicio me voy a tomar el atrevimiento de contar cómo fue la dinámica de la discusión, sin relevar los nombres de mis colegas.

El juez
El juez

Primero elegimos a Valeria como presidenta del jurado y después fijamos un orden para hablar según estábamos ubicados en la pantalla de la computadora de ella. También establecimos el primer interrogante a resolver: ¿Galán era culpable de la muerte de su esposa? Cada uno fue exponiendo sus ideas y con qué prueba la fundamentaba. 12 dijeron que era culpable. “Con estas pruebas no puedo condenar. No hay pruebas directas. Para mí es no culpable”, planteó el 13. No había unanimidad.

La discusión se volvió más desordenada por las ganas de opinar, pero no dejamos de escucharnos. Volvimos a votar. Otra vez 12 a 1. Surgieron dudas. ¿Un integrante del jurado se puede abstener de votar y así lograr la unanimidad? Se lo planteamos al juez y dijo que no, que la obligación de cada jurado -que por ley además es una carga pública- era votar y que si no había unanimidad se debía dar el veredicto de no culpable.

La discusión siguió y se dio en torno a si Galán ese día había hecho algo para su mujer muriera. “Sí, yo creo que algo hizo, tal vez le gritó y ella se cayó pero la fiscal no dio pruebas”, contestó el jurado que votaba por la no culpabilidad. “¿Y esa acción de gritarle no lo convierte en culpable?”, preguntó otro. “Si puede ser. Desde ese punto de vista puedo votar que es culpable”, dijo y así llegamos a la unanimidad.

La discusión se hacía más extensa de lo previsto al punto que desde el tribunal nos preguntaron si estaba todo bien.

Después pasamos al segundo punto. ¿Galán era culpable de haber cometido un homicidio agravado o uno preterintencional? La primera votación fue cinco votos por el agravado y siete por el preterintencional. Quienes votaron por el agravado sostuvieron que el año de violencia marcaba la pauta que Galán sabía que en algún momento podía matarla. También que el vínculo de matrimonio lo hace un crimen agravado. Los que lo hicieron por el preterintencional señalaron que no se podía determinar que con un golpe Galván haya tenido la intención de matarla, más allá del hecho concreto de haberla agredido.

Los jurados con sus cámaras apagadas, simulando que estaban fuera de la sala de audiencias
Los jurados con sus cámaras apagadas, simulando que estaban fuera de la sala de audiencias

Volvimos a votar. “Yo cambio mi voto de agravado a preterintencional para tratar de llegar a una condena”, planteo un jurado. Otro hizo lo mismo. Ninguno de los que tenía la postura de preterintencional la modificó. Pero seguimos sin llegar a una unanimidad.

En ese punto, con una diferencia de votos importante era imposible llegar a un acuerdo. Lo que se planteó fue si quienes se inclinaban por un crimen agravado votaban por uno preterintencional para que por lo menos haya condena. Si todos estamos de acuerdo en que Galán era culpable, ¿podía salir no culpable? Y así quienes votaron por un homicidio calificado dejaron a salvo su postura y se inclinaron por uno preterintencional. Teníamos un veredicto unánime. La discusión nos llevó una hora y media.

Volvimos a la sala principal y nuestra presidenta dio a conocer el veredicto: culpable del delito de homicidio preterintencional. El juez le explicó a Galán que en una próxima audiencia iba a poner el monto de la pena, una tarea que queda para el magistrado y de la que no participa el jurado.

Cuando se lee un fallo judicial, a los que hoy es más fácil acceder porque lo publican los medios o los poderes judiciales los difunden por sus sitios webs, la sensación es de una incomprensión de lo que dice. No solo, muchas veces, por el lenguaje difícil, sino porque en la resolución se mezclan los hechos -un crimen, un robo, un estafa- con citas de otros fallos, con lo que dicen los Códigos, la Constitución Nacional, los tratados internacionales. Y ahí surge una convicción: si, hay que saber de derecho, sin duda.

Pero en mi experiencia como jurado, y también como periodista que cubro temas judiciales hace más de 15 años, no hay que saber de derecho. En toda la discusión del jurado no hablamos de una sola ley o artículo. Solo discutimos sobre lo que escuchamos de los testigos y analizamos lo que pidieron la fiscal y la defensa. ¿Galán mató a su esposa? ¿Qué pruebas había o no? ¿Lo que dijo ese testigo nos alcanza? No, ¿pero lo que dijo el otro suma para llevar a una conclusión? ¿Por qué el acusado dijo que se acordaba de lo que había pasado ese día pero que no recordaba nada del momento de la muerte?

El jurado y las partes durante el juicio
El jurado y las partes durante el juicio

Un análisis con lógica para llegar a una conclusión. La misma lógica que los jueces cuentan que aplican cuando debaten un juicio. Sí todo caso tiene su aspecto técnico y jurídico que ya corresponde a los profesionales del derecho, pero que está por fuera del hecho.

¿Y en la realidad se puede hacer un juicio por jurados virtual? Eso ya es, creo, más difícil. El sistema judicial está pensado para que sea presencial. De hecho en esta etapa de coronavirus en la que la justicia trabaja de manera limitada se han hecho audiencias virtuales pero quiénes las hicieron reconocen que los recursos no son los mejores y que no se puede hacer en todos los casos.

Pero no hay dudas que la tecnología se impondrá cada vez más en el trabajo de la justicia y con experiencias con estas también la participación de la gente tendrá un rol cada más importante. De hecho así lo dice la Constitución Nacional hace 167 años.

Galán recibió su condena, el juez dio por terminado el juicio y a diferencia de lo que hubiese ocurrido en una audiencia real, todos aplaudimos.

El juicio se puede ver completo en https://www.youtube.com/watch?v=IyiV-Bbot7o

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