El cínico crimen de Brandon Alberto: mató a un hombre, dejó el cadáver en el placard y fue a retirar dinero con la tarjeta de su víctima

Brandon Alberto Morel Ortíz fue condenado a fines del mes pasado por el asesinato de Carlos Pérez Miranda, el empleador de su novia. Morel Ortíz recibió prisión perpetua: la novia fue absuelta por el beneficio de la duda

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Estilo penitenciario: Brandon en el penal de Devoto, con el catre del pabellón pixelado en la imagen.
Estilo penitenciario: Brandon en el penal de Devoto, con el catre del pabellón pixelado en la imagen.

Brando Alberto Morel Ortíz todavía postea en su muro de Facebook de vez en cuando. “Sos perfecto bebé”, le dicen chicas que lo siguen, mientras se esfuerza por verse bien en las selfies sin remera y la panza plana sin rollos, los ojos claros que miran fijo a cámara o con lentes de sol, como si estuviera en una fiesta electrónica en la playa, en una disco en verano. Su familia también le manda saludos. Pero Brandon no cuenta mucho de su contexto. Alrededor de su figura en las selfies hay un borroneo, un montón de pixeles. Su forma es obvia: la del catre penitenciario en el que duerme, en un pabellón de un penal federal. Tampoco cuenta por qué está preso, homicidio criminis causa cometido con alevosía, en concurso real con defraudación.

En 2017, Brandon, oriundo de Paso del Rey, apenas mayor de edad, tuvo una novia, Valeria, una chica de Merlo, madre de cinco hijos. Convivió con ella durante varios meses en una construcción en el terreno de su familia, en la zona de Parque San Martín. Valeria trabajaba, era mesera en boliches de Ramos Mejía y limpiaba en los lugares, también limpiaba casas, una en particular, el departamento de un hombre que vivía solo frente a la cancha de All Boys en Floresta, Carlos Alberto Pérez Miranda, apodado “Tayo”.

“Tayo” había trabajado en la Cámara de Diputados, se dedicaba a vender oro y plata, tenía una caja fuerte en su habitación. También tenía una confianza casi ciega en Valeria y en su novio. Salía a hacer trámites con ellos, contaron testigos, lo acompañaban a cajeros: hasta sabían sus claves. “Tayo” tenía algunas esperanzas, ahorraba para arreglarse los dientes, para la fiesta por su cumpleaños número 50 que planeaba para sus amigos y su familia que vivía en Posadas, Misiones, todo iba a la caja fuerte. Sufría de depresión, aseguró su familia, su madre y su hermano. Valeria trabajó tres años para “Tayo”: con el tiempo, con Brandon a su alrededor, se convirtió en una figura sumamente cercana.

El 4 de diciembre de 2017 por la tarde, toda esa confianza no valió nada. Brandon, según la acusación en su contra, apuñaló a “Tayo” hasta la muerte frente a la caja fuerte en su cuarto, le atravesó el cuello con un cuchillo Tramontina desde atrás, luego lo apuñaló en el pecho, en la cara, para llevarse 70 mil pesos de la caja y la tarjeta de débito del Banco Nación de Pérez Miranda, que le daba acceso al dinero en su caja de ahorro. La puerta de la casa no fue violentada.

Morel Ortíz en otra de las selfies de sus redes sociales.
Morel Ortíz en otra de las selfies de sus redes sociales.

Los vecinos comenzaron a notar la falta de Carlos rápidamente, la falta de ruido en su departamento, los familiares se preguntaron qué pasaba. Un llamado al 911 alertó a la Policía porteña, la división Homicidios encontró el cadáver de Tayo agazapado en su placard, envuelto.

Brandon dejó el cadáver en la escena, pero paradójicamente intentó limpiar los rastros: había un trapo de piso en el parquet, una toalla manchada con sangre, una botella de limpiador estaba junto al arma homicida, había restos de piel a lo largo del piso. Morel Ortíz tuvo, aunque sea, el decoro de no robarle al cadáver: los restos de “Tayo” fueron encontrados con un reloj y dos cadenas de oro, la autopsia practicada en el Cuerpo Médico Forense reveló siete heridas distintas, un corte en sus dedos de la mano izquierda reveló la posibiliad de un forcejeo, una lesión defensiva.

La tarjeta de débito, sin embargo, fue lo peor de todo. El Banco Nación envió un informe a los investigadores de la causa: la tarjeta fue usada el mismo día del crimen en un cajero de Flores, un retiro de mil pesos. Cinco días después, con “Tayo” ya muerto, se retiraron 1800 pesos de su caja de ahorro en una sucursal del Nación en la calle Alvarez Jonte, zona de Monte Castro.

Así, los vecinos comenzaron a hablar. Alguien en el edificio de “Tayo” señaló cómo había encontrado a Brandon en el hall del edificio, supuestamente dos días antes de que Pérez Miranda sea asesinado. El vecino cruzó al joven, sorprendido por su presencia: Brandon aseguró que iba a subir al baño.

Tribunal Oral Nº4: la condena a Brandon Morel.
Tribunal Oral Nº4: la condena a Brandon Morel.

Morel Ortíz declaró en la causa. Se hizo cargo del retiro del dinero, de que estaba en la zona por una oferta de trabajo y que le pidió pasar al baño a “Tayo”, que le había pedido que vaya a retirar plata el mismo día del crimen, afirmó que luego se fue a la casa de su madre, que tuvo un accidente con su moto y terminó en la comisaría. Fue detenido tiempo después del crimen junto con su novia.

Así, Morel Ortíz y su novia fueron a juicio, acusados del crimen, el proceso estuvo a cargo del Tribunal Oral Nº4, presidido por el juez Julio Báez. El Tribunal no le creyó a Brandon. Había una prueba que lo complicó: uno de los tickets de extracción de dinero, encontrada en el allanamiento en la casa de Merlo.

El 26 de febrero, el Tribunal Nº4 decidió liberar a Valeria. Ninguna prueba la ubicaba allí en el día del crimen, aunque testigos en la causa hablaban de silencios incómodos tras el asesinato de “Tayo”, mensajes sin respuesta. Quedó absuelta por el simple beneficio de la duda, por la falta de pruebas en su contra. Brandon, en cambio, fue condenado a perpetua.

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