La autopsia a Carolina M., la joven de 25 años que fue encontrada muerta y desangrada en la cama de una habitación del hotel Susurros, en Florencio Varela, con un embarazo de seis meses, reveló que fue asesinada con un gran nivel de sadismo y alevosía. No se trató de un simple juego sexual que salió mal sino que creen fue víctima de un asesino que actuó con ensañamiento y premeditación, y que no es la primera vez que lo hace.
Por el hecho está detenido Ariel Norberto García (37), un ex ladrón quilmeño que había pasado un tiempo en el penal de Gorina, quien fue captado por las cámaras de seguridad del albergue transitorio mientras escapaba. Los exámenes forenses sostienen que la joven murió tras sufrir "shock hipovolémico" y un "traumatismo grave de perineo". Además se comprobó que el sospechoso le insertó un "objeto contundente" que le provocó desgarros masivos en su aparato urinario y reproductor que la llevaron a desangrarse hasta morir. Sospechan que ese objeto contundente es una botella.
Pero ahora los investigadores se centran en una sospecha que agravaría aún más el caso y que se disparó gracias al homicidio en el hotel. Tras la muerte de Carolina, creen que García planificó la muerte de dos mujeres hace algunos años. El primer caso es el de Natalia Sotelo, ocurrido el 29 de noviembre de 2010.
Según declaró el hombre en esa causa, la chica supuestamente le quiso robar en su taller mecánico de Quilmes y él se defendió con un destornillador, asestándole tres puntazos. Sotelo se desangró en el lugar y la Justicia dictaminó que se trató de una legítima defensa. García quedó libre. Tras lo ocurrido en Florencio Varela, la familia de Natalia ahora cree que no fue el crimen como se creía.
El otro hecho en el que estaría involucrado García es el del crimen de Silvana Miño, que tuvo lugar en enero de 2017. De acuerdo con la investigación, la víctima fue a la casa del sospechoso, después se dirigieron a una fiesta y luego a un hotel alojamiento. Desde ese día no se supo nada de la joven hasta que en agosto de ese mismo año, un macabro hallazgo comenzó a arrojar luz sobre lo que le había ocurrido. En un arroyo de Wilde, la policía encontró el torso de una mujer y luego de un análisis de ADN se descubrió lo peor: los restos eran de Silvana.
Según su declaración, cuando salieron la dejó en la parada del colectivo y nunca supo nada más. Hoy, después de lo ocurrido y los elementos que coinciden en ambos casos, sospechan firmemente que en este asesinato también García estuvo detrás. Después de eso, el sospechoso se fue a vivir a Brasil y recién regresó este año, poco antes del crimen de la embarazada.
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