El 12 de agosto pasado, un incendio consumió la casa de Antonio Molina, un obrero y padre de tres hijos en la ciudad bonaerense de San Nicolás. Molina perdió todas sus pertenencias. Los internos del taller de carpintería del penal local, la Unidad 3 que depende del Servicio Penitenciario Bonaerense, decidieron fabricar para él un juego de muebles que incluyen una cama cucheta, una mesa y seis sillas con madera donada por la Unión Obrera Metalúrgica.
La carpintería funciona a diario con un turno de ocho horas: los presos de mayor experiencia toman a nuevos internos como aprendices. A través de un convenio con la UOM de San Nicolás, desde el sindicato acercan madera y pedidos, según explicaron fuentes en el SPB: así se producen muebles lo que luego se donan a distintas instituciones sin fines de lucro.
Este no es el primer donativo que hace el taller de carpintería de la Unidad 3: se han puesto en valor y donado 50 bancos y 12 mesas —hay 44 bancos y 10 mesas más en preparación— para la Casa Cultural y Deportiva del Litoral, la Comisión Vecinal Barrio Pezzi y los merenderos Pollitos Pío Pío y Oscarcito de la ciudad bonaerense. Además, los internos también refaccionan ventanas del Hospital San Felipe.
Gustavo Ferrari, ministro de Justicia del cual depende el Servicio Penitenciario Bonaerense, aseguró: "La responsabilidad que tenemos como Estado es ofrecer capacitación y cursos para que las personas detenidas tengan la alternativa de poder dedicar su vida honestamente, dejando atrás el error o el paso en falso que pudieron haber tenido. Nuestra responsabilidad es que al obtener la libertad tengan un oficio o una profesión".
Hoy el SPB cuenta con cerca de 42 mil detenidos entre las paredes de sus penales, la mayor sobrepoblación de su historia: la administración de Ferrari encara nuevas obras como un penal en Campana para detenidos de 18 a 21 años y nuevas políticas para aliviar la estadística.