La fiscalía y la familia de Érica Soriano pidieron este martes la pena de 25 años de prisión para Daniel Lagostena, el único acusado por la desaparición y crimen de la joven ocurrido en agosto de 2010.
Durante la audiencia de alegatos que se realizó ayer por la mañana ante el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 de Lomas de Zamora, la fiscal Marina Rocovich y el abogado querellante Marcelo Mazzeo solicitaron a los magistrados durante sus exposiciones que condenen a Lagostena a 25 años de cárcel por "homicidio simple en concurso ideal con aborto en contexto de violencia de género".
Los letrados realizaron dicha petición teniendo en cuenta que, en este caso, no es posible aplicar la figura de "femicidio", ya que el inciso del Código Penal de la Nación que admite la violencia de género como un agravante fue incluido en 2012, dos años después del hecho.
Por su parte, la defensa de Lagostena, de 55 años, pidió la absolución del imputado.
El juicio que se le sigue a Daniel Lagostena por el femicidio de su pareja embarazada, Érica Soriano, vista con vida por última vez en agosto de 2010 en el partido bonaerense de Lanús y cuyo cadáver jamás fue encontrado, ingresó este martes en la etapa de alegatos.
El TOC 9 de Lomas de Zamora está integrado por los jueces Darío Bellucci, Victoria Ballvé y Juan Manuel Rial.
Desde que empezó el debate, el 4 de junio pasado, fueron convocados unos 40 testigos, mientras que Lagostena (55) declaró que su relación con la víctima era "normal y buena", pero que no recuerda por qué no la llamó al celular cuando ella abandonó la casa en la que convivían.
"No se que pasó con Érica y el bebé, no puedo ponerlos en una lista de enfermos o fallecidos", aseguró el acusado, que llegó a juicio detenido de forma preventiva desde el 1 de mayo del año pasado.
Los voceros resaltaron además la relevancia de lo declarado por una perito psiquiátrica de la Corte Suprema de Justicia, quien aseguró frente a los jueces que el acusado es un "depredador" con características "psicópatas narcisistas", con "tolerancia cero a la frustración", y que "Érica fue una de sus víctimas".
En la elevación a juicio de la causa, se dio por acreditado que el 20 de agosto de 2010 Lagostena y Érica, tras visitar a un ginecólogo en Capital Federal, se dirigieron a su domicilio en Lanús, donde ya se encontraba una persona no identificada hasta ahora que utilizó el teléfono de línea para llamar a una pizzería a las 22.01.
En base al estudio de otros llamados, se estableció que a las 22.13 Érica habló con una amiga, quien luego declaró que se dio cuenta que en el viaje iba manteniendo una pelea con Lagostena.
Según la investigación, cerca de la medianoche, el imputado comenzó a intercambiar mensajes con su sobrino Brian Poublán (25), hijo de su hermana, con quien hasta entonces no tenía un trato cotidiano ni habitual.
Alrededor de las 5 del día siguiente, un teléfono celular a nombre de la madre del joven registró llamadas salientes en el centro porteño y la Costanera Norte, y luego se activó en Lanús, cerca de su casa. La intensidad de las llamadas (seis entre las 5.05 y 5.53) despertaron la atención de los investigadores porque no era habitual el uso horario ni el patrón de comunicación y lo que se cree es que se dieron en el lapso durante el cual se hizo desaparecer el cuerpo de Érica. Si bien Lagostena dijo que solamente tenía un celular a nombre suyo, luego se comprobó que contaba con cuatro teléfonos móviles activos.
Otro dato valorado por los pesquisas fue que cuando la familia de la víctima concurrió a su casa con la Policía para saber sobre ella, encontró allí la ropa con la que Lagostena dijo que ella había salido hacia lo de su madre tras mantener una discusión con él, su cartera con todas sus pertenencias -excepto el celular-, y el ácido fólico que tomaba por su embarazo.
Los peritos que buscaron rastros en la casa hallaron la chimenea caliente, pese a que ese día hacía 24 grados, y restos de poliéster que se correspondían con una bombacha, por lo que se presume que el imputado quemó allí la ropa de su pareja.
También se encontró una mancha de sangre debajo de una mesita ratona que fue detectada con el reactivo Luminol, pero como había sido lavada sólo se pudo determinar que era de mujer. Esta prueba coincide con el testimonio de una testigo de identidad reservada que declaró que "el día del hecho Daniel y Érica discutieron y por tal motivo le pegó un 'sopapo', ella se cayó y se golpeó la cabeza contra una mesada".
"Érica murió y por esto Daniel llamó a un amigo, quien durante la madrugada fue a la casa y se llevó el cuerpo de Érica al crematorio de Lanús", aseguró. Al respecto, los investigadores dan por acreditado que Lagostena tenía vínculos con propietarios y empleados del rubro funerario que lo podrían haber ayudado.
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