Jóvenes que educan a otros jóvenes: una iniciativa solidaria en pandemia para evitar el abandono escolar ante las dificultades de lo virtual

Paz Llerena, una universitaria de 22 años, cuenta su experiencia como tutora de alumnos secundarios de colegios estatales del conurbano bonaerense. Su misión: lograr que los chicos superen los desafíos del sistema no presencial y no dejen las clases

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Estudiantes universitarios crearon una red de tutores para asistir a estudiantes secundarios que tienen problemas para aprender de manera virtual
Estudiantes universitarios crearon una red de tutores para asistir a estudiantes secundarios que tienen problemas para aprender de manera virtual

Hace un año, ante la realidad sanitaria y social por la que aún hoy sigue atravesando el país, surgía una iniciativa privada por parte de un grupo de jóvenes universitarios para dar apoyo escolar virtual a chicos de tres colegios secundarios de gestión estatal del conurbano bonaerense.

En su mayoría eran estudiantes de Ciencias de la Educación que decidieron crear una “Red de Acompañamiento Escolar” para aportar “a la desoladora situación de las escuelas secundarias que se encuentran en contextos de pobreza durante tiempos de pandemia y educación a distancia”.

La misión de cada voluntario era establecer “un vínculo cercano pero a distancia” con aquellos estudiantes que tenían problemas para realizar las tareas o conectarse a las clases debido a los inconvenientes que les ocasionaba el sistema educativo no presencial.

Organizados en un grupo de Whatsapp, los voluntarios tenían que comprometerse a hablar con el alumno al menos dos veces por semana y completar un informe con su situación para luego poder comunicarlo a las instituciones con las que trabajaban. El contacto era por llamadas telefónicas, mensajes de textos, mails, audios y videollamadas.

Motivada por la propuesta y aprovechando el tiempo disponible por no tener que ir a cursar a la facultad, Paz Llerena, de 22 años, decidió formar parte de esa Red de Tutores. Ni bien le asignaron una alumna, se puso en contacto con ella por Whatsapp y con el tiempo pasaron a las videollamadas.

No soy maestra. Soy terapista ocupacional. No tuve pedagogía como materia y los contenidos que debía enseñar los tuve que reaprender yo también”, admitió Paz a Infobae ya que uno de los puntos flojos de su alumna era matemáticas.

“Me llevó más tiempo del que creía por querer poner todo el empeño y cariño posibles. No me gusta hacer las cosas a medias. Y esto implicó quedarme hasta tarde leyendo textos y pidiendo ayuda para resolver ejercicios de matemática o física”, recordó.

Paz Llerena tiene 22 años, es terapista ocupacional y está preparando su tesis en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM)
Paz Llerena tiene 22 años, es terapista ocupacional y está preparando su tesis en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM)

En un contexto en el que muchos estudiantes se vieron desmotivados por la educación a distancia y apagaban la cámara para manifestar su desinterés por adquirir conocimientos, Paz se sorprendió al ver el potencial y las ganas de aprender de su alumna.

“Entregaba las cosas a tiempo, prolijas y completas. Ella me decía ‘a mí me encanta aprender, me encanta entender, me encanta saber, pero hay algunas cosas que son más complicadas y hay que meterle hasta poder resolverlo’. Me encontré con una chica de 16 años muy responsable con el estudio en contraposición a una gran cantidad de jóvenes a los que les cuesta concentrarse”, remarcó la novel tutora.

Terminó el 2020 y su alumna, con merecidas calificaciones, pasó de año. “No se cuánto habrá aprendido. Es difícil a la hora de ayudar no caer en el papel de un simple resolvedor de tareas. Fue un constante buscar el equilibrio entre ayudar y dejar hacer. No darle todo servido, sino dejarla pensar y razonar”, señaló Paz, al hacer un balance de lo experimentado.

Y agregó: “Me quedo con su actitud, que hoy es hacia el aprendizaje, pero mañana será ante la vida. Hoy en día no se encuentran muchos adolescentes así, y menos en tiempos de virtualidad”.

Si bien este año Paz no sigue como voluntaria porque está preparando su tesis para presentarla en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), sigue en contacto con su estudiante, intercambian mensajes y la continúa alentando para que no pierda la garra que le puso al 2020.

“Hace unos días, animándola a que siga con sus estudios a pesar de las dificultades que la virtualidad le trae para ciertas materias, me dijo ‘si quisiera podría estar sin hacer nada pero la verdad, no va conmigo, no me gusta. Siempre me gusta hacer todo y estar al día, no atrasarme, porque mi única obligación es la escuela y bueno, hay que meterle para ser el día de mañana lo que yo quiera’. Esas palabras todavía siguen resonando en mi cabeza”, admitió.

Luego de participar de esta tutoría, Paz espera que haya muchos otros estudiantes como su alumna que “quieran y valoren el ir a la escuela y que anhelen a aprender, pensar y saber”.

“Ojalá las palabras de Tati lleguen también a maestros, profesores, gobernantes y legisladores, para que el derecho a la igualdad de oportunidades sea real, y que así, niños, adolescentes y jóvenes puedan gozar del derecho de la educación”, reflexionó la joven al destacar que el futuro del país está en mano de ellos y que “el futuro es la educación”.

A pesar de que el miércoles pasado, volvieron a abrir sus puertas las escuelas del conurbano bonaerense todavía hay tres millones de chicos que no pueden regresar a las aulas porque la situación epidemiológica de su distrito no lo permite, de acuerdo al sistema de fases implementado por el gobierno de Axel Kicillof.

Por eso, cobra importancia la aparición de estas redes solidarias de contención que de manera desinteresada nuclean a jóvenes para ayudar a otros, ante la escasez de iniciativas oficiales para abordar esta problemática.

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