“Corresponde a mi tarea visitar a los fieles, reconfortar a enfermos y familia y sobre todo, brindar los últimos auxilios espirituales a las personas que están en etapas terminales. Especialmente a los enfermos de Covid en el hospital entrando a las habitaciones o lugares de resguardo para ellos, administrando la unción de los enfermos, generando todo esto mucho riesgo”, escribió el cura Gabriel Darío Coon, un sacerdote de 51 años de la localidad bonaerense de Ezeiza, para justificar por qué recibió la vacuna Sputnik V contra el coronavirus, pese a que no está dentro del personal esencial que debe ser inoculado en primera instancia de acuerdo con el protocolo del Ministerio de Salud.
El religioso, cura de la parroquia Nuestra Señora del Valle, recibió la primera dosis el 8 de enero pasado en el hospital Antranik Eurnekian, de Ezeiza, cuando recién comenzaba el plan de vacunación y sólo se había establecido darle el medicamento al personal de salud. De hecho, con la vacunación masiva que hoy incluye también agentes de seguridad, docentes y adultos mayores, Coon, por su edad, no formaría parte de los beneficiados.
Tras conocerse que fue vacunado, se generó una fuerte polémica en Ezeiza. Muchos expresaron su rechazo por “adelantarse en la fila” mientras que otros le manifestaron su apoyo. Es que Coon es un reconocido religioso en la zona y cuenta con muchos feligreses que los siguen. En su descargo, publicado en el Facebook oficial de la parroquia, el cura indicó que no está vinculado con ninguna agrupación ni fuerza política y remarcó que la necesidad de inmunizarse está relacionada con su actividad pastoral dentro del Hospital de Ezeiza.
“Antes que nada, dejar asentado que no pertenezco a fuerza política alguna: tengo mis opiniones e ideas, como todos los ciudadanos del país, pero no milito ni pretendo transmitir en mi ministerio nada más que lo que deriva del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia Católica. En dicho ministerio, y sobre todo en este tiempo de emergencia sanitaria, me he visto necesitado de atender muchos frentes, en razón incluso por la situación de salud de mis hermanos sacerdotes afectados a la zona, que en varios casos están alcanzados por el riesgo ante la enfermedad que nos aqueja”, dijo Coon. “Visito con asiduidad los centros de salud, salitas barriales visitando a los médicos y enfermeros, especialmente el Hospital de Ezeiza”, agregó.
El cura explicó que en su labor a muchos de los enfermos acompaña “luego al cementerio o deposito de sus cenizas”. “Me he incorporado en esta responsabilidad trabajando coordinadamente con su Dirección y la Cooperadora del nosocomio”, aclaró. “En ese contexto y con esa motivación, en el mes de enero del 2021 fui vacunado en el hospital, lo que me permitió continuar con mi tarea y evitar a las personas a las que debía auxiliar el riesgo de la enfermedad. No creí ni creo haber ocupado el lugar a nadie, continúo acompañando y ayudando a nuestros equipos sanitarios en la zona, con el objeto de auxiliar espiritualmente a todos los enfermos y necesitados. Espero esta aclaración permita a mis fieles continuar acompañándome, y a los que no comparten nuestra fe tener una explicación fundada en los hechos de mi decisión y de la de las autoridades del hospital”, finalizó.
La publicación de Coon se dio apenas un día después de que el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, se refiriera justamente al escándalo de la vacunación VIP en el Ministerio de Salud. “Ahora vivimos perplejos la politización de la vacuna. La vacuna, que como el Santo Padre nos ha dicho repetidas veces, debe tener un alcance universal, nadie debe quedar sin ella, y primero merecen recibirla aquellos que tienen la responsabilidad de los cuidados esenciales”, dijo.
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