El plomero y ironman argentino que se entrena para lograr un récord Guinness: hacer 42 triatlones en 42 días seguidos

Patricio Doucet se fue del país en el año 2000 para probar suerte en España. Desde entonces trabaja en plomería pero tiene una sola pasión: correr triatlones. Desconocido en la Argentina, logró hazañas increíbles, como hacer los 9.000 kilómetros del transiberiano en bicicleta, en solo 25 días

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Patricio Doucet en una de las etapas de su primera carrera en Rusia, en el año 2018.
Patricio Doucet en una de las etapas de su primera carrera en Rusia, en el año 2018.

Algunas vidas se miden en kilómetros. La de Patricio Doucet es una de esas, y la cuenta -aunque no la lleva- daría un número exorbitante. Muchos somos los que recordamos aquellas escenas de Forrest Gump cuando comienza a correr y de repente cruza todo el país, le crece la barba, la gente lo acompaña en los pueblos pero nadie sabe lo que está sucediendo. Y aunque el recuerdo se configura como algo fantaseoso, la vida de Patricio hace que eso parezca verosímil, una tarea sencilla.

¿Quién es Patricio Doucet? La pregunta es justa porque pocos en la Argentina lo conocen, pero su nombre puebla varios rankings internacionales. Es un hombre de Carlos Casares, nacido en 1975 en la Provincia de Buenos Aires, plomero de profesión -fontanero, dirá hoy-, que en la pre crisis 2001 se fue a probar suerte a España. Recaló en la isla de Lanzarote a los 24 años y comenzó a trabajar primero arando la tierra junto a un burro y un carro. “Arre y sip” eran las dos palabras que usaba. Con ellas le bastaba para ganarse el pan. “Empecé a buscar trabajo porque no tenía papeles. Fui ilegal, entonces estuve como un año y medio o dos para poder trabajar bien. Al principio comencé trabajando en fincas, con una rastra y una burra. Vas caminando atrás de la burra, llevas tú la rastra, y la vas dirigiendo. ‘Arre’ para que arranque, ‘sip’ para que frene”, cuenta.

Con el tiempo, se hizo amigo de los dueños de la tierra y comenzó a ayudarlos con algunas construcciones. Finalmente consiguió trabajos de plomería -”allá se dice fontanería”, aclara-. Con los años se asentó en la isla, “una isla hermosa con un clima espectacular todo el año”, dice. Entonces, a esta altura de la historia, digamos que es el Fontanero de Lanzarote.

Pero no solo eso, porque un día comenzó a correr.

Patricio arriba de su bicicleta. Lo máximo que hizo en un día pedaleando fueron 600 kilómetros. Aunuqe no lleva la cuenta de cuánto recorrió en toda su vida, sabe que son varias decenas de miles de kilómetros.
Patricio arriba de su bicicleta. Lo máximo que hizo en un día pedaleando fueron 600 kilómetros. Aunuqe no lleva la cuenta de cuánto recorrió en toda su vida, sabe que son varias decenas de miles de kilómetros.

“Yo hacía ciclismo amateur en mi pueblo de chico y corría en unas competencias que hacíamos ahí, pero lo dejé. Y en el 2005, como había cogido kilos y pesaba noventa y largos, comencé nuevamente a hacer spinning para bajar de peso. Las primeras veces no aguantaba más que quince o veinte minutos, pero fui mejorando. Luego alquilé una bicicleta unos fines de semana y salí por la montaña. Me gustó, me compré una bici propia, y la quinta vez que me subí me fui a hacer una prueba de 83 kilómetros en otra isla. Y me entusiasmé, y como unos colegas iban a hacer un triatlón, me quise sumar. Yo tenía 29 años pero no sabía nadar, entonces no podía ir con ellos. Así fue que la hermana de mi pareja en ese momento me enseñó y a partir de ahí me animé”, dice.

Lo hizo, no le costó demasiado. Siguió poniéndose metas y ahorrando plata para poder cubrir los gastos de su afición, que no eran pocos. Conseguir la bicicleta acorde para cada reto, entrenar en lugares adecuados, y lo más difícil: mejorar en el nado. “Sabía flotar como sabe cualquiera, divertirme en una pileta, pero nadar en serio, es decir, avanzar… no sabía. Así que me puse a entrenar eso”.

El primer Ironman llegó en el 2006. Él pensaba hacerlo en el 2007, para tener dos años de entrenamiento, pero todo se adelantó. “Cuando hice el primer triatlón con mis colegas, llegué a la meta y una persona con la que yo había hablado para que me entrenara me dijo: haremos el Ironman del año próximo porque no estás tan crudo. Y así fue que comenzó”, cuenta.

Entonces llegó. Un Ironman es un triatlón famoso alrededor del mundo organizado por la World Triathlon Corporation. Consiste en cubrir tres distancias de tres modos diferentes: 3,86 km a nado, 180 km en bicicleta y 42,2 km (maratón) corriendo. La carrera tiene un tiempo límite de 17 horas, es decir, no se puede tardar más de ese tiempo en completarla.

En Rusia, a lo largo de los 9100 kilómetros recorridos, tuvo que pedalear bajo lluvia, con sol, de día, de noche, y a través de nueve husos horarios diferentes.
En Rusia, a lo largo de los 9100 kilómetros recorridos, tuvo que pedalear bajo lluvia, con sol, de día, de noche, y a través de nueve husos horarios diferentes.

“Es un vicio. Querés más. Siempre. Entonces al año siguiente quería volver a hacerlo para mejorar el tiempo, así que lo volví a hacer. Durante un par de años fue una obsesión, quería estar adelante, buscar el mejor tiempo, me empecé a picar con otros participantes… se volvió muy competitivo. Y desde entonces no paré”, dice. La mejor marca en los Ironman que hizo en Lanzarote: 10 horas 49 minutos. “No es mala marca, porque la isla tiene mucho desnivel”.

No le alcanzó (“me empecé a aburrir”) y fue por las competencias de larga distancia (como si esas, claro, fueran de corta…). Comenzó entonces a prepararse para una Ultraman: una carrera en la que se corren 515 kilómetros en tres días. Se distribuyen de la siguiente forma: el primer día se hacen 10 km de natación en mar abierto y, seguido -es decir, apenas salir del agua-, otros 144,8 kilómetros en bicicleta; el segundo día se hacen 273,5 kilómetros también en bicicleta; y el último día 84,3 kilómetros corriendo (doble maratón). Un detalle: en cada etapa no se puede tardar más de 12 horas.

“Yo creo que el cuerpo sufre más en distancias cortas, porque en largas distancias como las Ultraman no lo estresas ni exigís mucho el ritmo cardíaco”, dice, y asegura que su estado físico es mejor hoy -a los 45 años- que hace diez.

Una vez que probó la adrenalina de ponerse a prueba a alto nivel, no pudo parar. En las Islas Canarias (Lanzarote es una de ellas) había un reconocido triatlonista -Josef Ajram- que había querido hacer un récord: correr siete Ironmans seguidos, uno por cada isla canaria (en realidad son 8, pero una de ellas -La Graciosa- está anexada administrativamente a Lanzarote). Había logrado hacer 6, pero no le dieron los tiempos y no cumplió su objetivo. Esa fue la hendija que vio Patricio, que ya se sentía un lugareño más. Consiguió algunos sponsors, logró armar la logística (debía, por ejemplo, ir de una isla a otra en helicóptero para que le diera el tiempo a completar el reto), y un día lo hizo. Y no solo eso: corrió las siete islas canarias y una yapa: también hizo carrera en La Graciosa, aunque más corta porque es muy pequeña.

Durante un descanso entre etapas de una de sus carreras. Cuando hace triatlones seguidos, duerme entre dos y cuatro horas. En carreras como la de Rusia dormía solo lapsos cortos de quince o veinte minutos.
Durante un descanso entre etapas de una de sus carreras. Cuando hace triatlones seguidos, duerme entre dos y cuatro horas. En carreras como la de Rusia dormía solo lapsos cortos de quince o veinte minutos.

El récord fue suyo, y recibió el saludo incluso del viejo retador de las islas, Ajram, que reconoció su hazaña. En Argentina, claro, nunca lo supimos. Ni siquiera en España: solo los medios locales se hicieron eco de la odisea, que tenía a gran parte de la población isleña pendiente, vitoreándolo como a Forrest Gump cuando se pone a correr.

Patricio quería más. En su charla con Infobae, en un café en Núñez, su tono de voz no coincide con el tamaño de su ambición. Es un hombre alto y callado, que habla bajito, casi con vergüenza de contar lo que hizo. No se lo ve como un fisicoculturista ni como un ciclista delgadísimo: su tamaño es el de un hombre de 45 años que se mantuvo en forma, no el de uno que haya vivido para eso. Pero la vista, en un café de Núñez, poco entiende de triatlones.

“Entonces pensé: hay que buscar algo más grande. Y un día tonteando en internet con una amiga, me dijo: ‘Mira, en España hay 17 comunidades autónomas’. Y ahí se nos ocurrió hacer 17 Ironman seguidos en las 17 comunidades, en 17 días”.

Lo hizo en el 2017. La última comunidad fue justamente Lanzarote, su hogar. “El momento más difícil fue en Valladolid, en el Ironman número 10. Fue muy duro, pero así es la ultradistancia: los primeros días son los que cuestan y después el cuerpo se acostumbra. Si ves el video de cuando llego a Lanzarote no podés creer que haya hecho 17, porque estoy impecable”, dice.

Todas las carreras tienen equipos de acompañamiento. En esta imagen, atraviesa Siberia camino a Vladivostok.
Todas las carreras tienen equipos de acompañamiento. En esta imagen, atraviesa Siberia camino a Vladivostok.
Fin de una de las etapas de la carrera del transiberiano. Ya llegando al final, con 8344 kilómetros recorridos. Patricio está justo por cruzar la meta de ese día.
Fin de una de las etapas de la carrera del transiberiano. Ya llegando al final, con 8344 kilómetros recorridos. Patricio está justo por cruzar la meta de ese día.

Un año después, llegó otra hazaña. Fue uno de los seis participantes de todo el mundo que se animó al desafío en Rusia de ese año: hacer el recorrido del transiberiano en bicicleta. Es decir, 9100 kilómetros, en solo 25 días. De Moscú a Vladivostok pedaleando de día y de noche, bajo la lluvia, el sol o lo que sea. Salieron 6 competidores desde Moscú y llegaron 5, Patricio entre ellos. Le costó, pero lo hizo. Sin embargo, se quedó con la espina de no tener una mejor performance así que este año volverá a intentarlo. Su objetivo: llegar entre los primeros puestos.

Sin embargo, esa no es su máxima meta hoy por hoy. Mientras pedalea, o mientras entrena en Lanzarote, o mientras pasea por Buenos Aires -a donde vino para visitar a sus padres-, Patricio solo piensa en el año 2022 y en el lograr el récord Guinness.

“Es lo próximo en lo que estoy trabajando. Hoy el Guinness está en 41 Ironman seguidos. Lo tiene un francés”, dice. Corresponde a Ludovic Chorgnon, que cumplió el objetivo en agosto del 2015. El plan de Patricio es destronarlo.

Patricio Doucet al término de un desafío. Su gran objetivo es el récord Guinness en el año 2022, para el cual todavía está buscando apoyos para decidir dónde correr sus más de 40 ironman.
Patricio Doucet al término de un desafío. Su gran objetivo es el récord Guinness en el año 2022, para el cual todavía está buscando apoyos para decidir dónde correr sus más de 40 ironman.

“Solamente hay que poner fecha y lugar, y mandar los recorridos certificados a la asociación Guinness Record. Pero para decidir dónde hacerlo tengo que ver dónde conseguiré patrocinadores que me ayuden. Ten en cuenta que solamente de jueces -para que todo sea oficial- tengo que pagar entre 10 mil y 12 mil euros. Eso es lo que me presupuestó el Guinness”, explica.

“La natación la voy a hacer en psicina porque es muy difícil que el clima esté bueno para nadar durante 42 días seguidos. ¿Y el entrenamiento? Bueno, ya esto no se entrena. Tú tienes que estar bien físicamente. Para uno o dos puedes entrenar, pero para más es cabeza y estar físicamente fuerte. Yo quiero ir por los 42 para pasar el récord de Ironman seguidos. Y 45 es el récord de Ironman en un año. Ese también lo quiero romper”, dice.

Pero eso llegará en agosto del 2022. Tal vez, para esa fecha, en Argentina ya conozcamos su nombre. Patricio Doucet, el hombre que un día comenzó a correr.

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