Tuvo que aprender a respirar y a caminar con andador: la difícil recuperación de un paciente de 60 años con COVID-19

José González estuvo 20 días en coma inducido por un cuadro severo de neumonía bilateral y es uno del millón de argentinos que enfermaron por coronavirus. Luego de atravesar la enfermedad, el proceso de rehabilitación fue muy duro y debió ser guiado por un equipo de fonoaudiología, fisiatría, kinesiología motriz y respiratoria

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José tuvo casi tres semanas de recuperación post COVID-19 luego de 20 días de coma inducido
José tuvo casi tres semanas de recuperación post COVID-19 luego de 20 días de coma inducido

Para la familia González lo que ocurrió con José fue un “verdadero milagro”. Este comerciante de 60 años ingresó al Hospital Piñeiro los primeros días de julio con síntomas inespecíficos -un poco de dolor de cabeza- pero sin fiebre, ni dolor de garganta, ni pérdida de gusto o olfato. Sin embargo, el hisopado el resultado para COVID-19 le dio positivo.

Los médicos del hospital procedieron tal como indica el protocolo, lo aislaron en el sector destinado para el virus y le realizaron el seguimiento necesario. “Desde el hospital José me llamó para avisarme que lo iban a dejar por el fin de semana en observación porque tenía neumonía, pero que no me alertara porque el lunes recibiría el alta”, recuerda su mujer Norma frente a Infobae.

Llegó la fecha del alta pero la salud de José había comenzado a empeorar. “Los médicos me avisan que lo tenían que derivar de manera urgente a terapia intensiva. Le iban a brindar asistencia mecánica respiratoria ya que su oxigenación era muy baja. En ese momento me empecé a preocupar porque al hablar lo note con miedo y solo. Nadie podía ir a visitarlo, completa su esposa.

José es jubilado y había decidido usar el dinero de su última indemnización para abrir un almacén en Loma Hermosa, donde vive junto a Norma. Siempre se mantuvo activo. Con la llegada de la pandemia tomó todos los recaudos necesarios para no contagiarse, porque tenía algo de sobrepeso y era asmático, dos factores que lo hacían población de riesgo. Igual se contagió

El cuadro de salud de José fue cada vez peor. “El lunes el parte médico me confirma que tenía una neumonía bilateral. Nos daban un probabilidad de 20% de sobrevida, fue un golpe terrible para todos. Estábamos desesperados, desde ahí nunca más hablé con él”, recuerda.

Pero José nunca se enteró, o por lo menos así lo manifestó. “Estuvo casi 20 días en coma inducido conectado al respirador. Lo peor llegó cuando le hicieron la traqueotomía, y la sonda vesical y nasogástrica. Solo quedaba rezar”, dice su mujer.

Durante ese mes en el Hospital Piñeiro, Norma destaca el acompañamiento profesional de los médicos terapistas y los psicólogos. “Hicieron todo para salvarle la vida. No solo eso nos contuvieron y nos mantuvieron al tanto. Nosotros no queríamos bajar los brazos pero los pronósticos eran muy malos”.

Recibió la donación de plasma de otros pacientes recuperados de COVID-19, pero no presentaba mejoras notables. La familia no perdía las esperanzas. “Organicé cadenas de oraciones que y se lo encargué a Dios”.

En el Hospital Alvarez recuperándose
En el Hospital Alvarez recuperándose

La evolución esperada

La noticia más anhelada llegó la última semana de agosto: José se despertó del coma inducido. “Pudimos hablar con él, y no recordaba absolutamente nada. Algo que nos dejó tranquilos a todos. Ni dolor, ni molestia... nada”, resalta.

Con el hisopado negativo y demostrando una evolución favorable, faltaba el último trayecto: el camino de la rehabilitación.

Post cuidado intensivo

Una vez recuperado, salió de la terapia intensiva y fue derivado al Hospital Teodoro Álvarez. Si bien ya podía ver a su familia, tenía una larga recuperación por delante porque estaba débil, anémico, sin poder hablar, ni caminar. “Ingresó con sonda vesical y nasogástrica, con cánula de traqueotomía respirando espontáneamente, sin alimentación por vía oral y con marcada debilidad generalizada y dependencia para realizar actividades de la vida diaria”.

“José es un guerrero y los médicos unos héroes”, destaca una y otra vez Norma. Durante casi tres semanas estuvo guiado por un equipo de fonoaudiología, fisiatría, kinesiología motriz y respiratoria, terapistas para poder volver a casa.

Desde el aspecto físico, lo principal era la cuestión pulmonar, tuvo que volver aprender a respirar. También a fortalecer los músculos para mejorar la movilidad. Su brazo izquierdo quedó con movimiento limitado por todas las intervenciones intravenosas que recibió.

Un largo camino de recuperación

En casa con uno de sus hijos
En casa con uno de sus hijos

Recién el 3 de septiembre, luego de casi dos meses de internación, José recibió el alta definitivo. Pudo volver a su casa. Estábamos todos ansiosos por verlo. Fue un shock cuando se bajo del auto. Llegó flaquito, casi 30 kilos menos, pero caminando solo. Nos llenó de esperanza", dice.

Y sigue: "Los primeros días fueron de extremo cuidado porque tenía las defensas bajas. El contacto con el mundo exterior era nulo, solo recibía visitas de la familia cercana con todas las medidas de seguridad”.

Hoy su rutina consiste en un buen descanso, alimentación sana, una caminata -que ahora se transformó en un trote- de veinte a treinta minutos diarios, buen descanso, hidratación y vida tranquila. Del otro lado del teléfono su voz se escucha baja y pausada, aún tiene cierta dificultad para hablar.

Lo que se viene

Todavía no está totalmente recuperado, está bajo seguimiento médico para descartar cualquier complicación post COVID-19. Le realizaron diversos estudios médicos -desde hemograma completo hasta tomografía de pulmón- para analizar su caso. “La neumóloga del Hospital Piñero es la encargada de ver cómo están sus pulmones y su función recuperatoria que es lo que más nos preocupa”.

“Estamos felices de verlo así, porque por momento pensamos lo peor”, cierra su esposa.

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