La increíble hermana Josefina, la monja que es furor en TikTok: “Jesús siempre está dónde está la gente”

Tiene 25 años y es hermana de la Congregación Mercedarias del Niño Jesús. Vive en una escuela de La Carlota, Córdoba. Hace un mes que no para de sumar seguidores mientras canta, baila y tiktokea mensajes que hablan de Jesús

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“Tenía Instagram y Facebook, pero TikTok es distinto… ¡No tenía ni idea cómo usarlo! Porque si bien soy joven, al estar atravesada por la vida religiosa a veces quedo al margen de algunas cosas”, cuenta la hermana Josefina Cattaneo (25) de la Congregación Mercedarias del Niño Jesús. Y sigue: “Me descargué la aplicación hace un tiempo pero no encontraba el momento de usarla. Iba a rezar y me acordaba que la tenía. Hasta que hace un mes dije: ‘Jesús, ¡dame una mano! Con el encierro por la pandemia ¡no sé cómo anunciarte!’”.

Con las hermanas Paola, Marce, Ana y Beti.
Con las hermanas Paola, Marce, Ana y Beti.

Desde la casa dónde vive con otras cinco hermanas, dentro del Instituto Nuestra Madre de la Merced de La Carlota, Córdoba, cuenta que nació en Verónica, provincia de Buenos Aires, pero vivió toda su vida en Magdalena, a 50 kilómetros de La Plata. Es la tercera de cuatro hermanos –Mariángeles, Juliana y Amilcar– y sus papás son Julio y Marcela. “En mi familia no son practicantes. Creen en Jesús pero no van a misa. Sin embargo, como fuimos a la escuela de los Hermanos Mercedarios todos conocimos a Jesús de chicos”, detalla sobre sus orígenes.

Junto a sus padres, hermanos y sus sobrinos, Lucas y Alvarito.
Junto a sus padres, hermanos y sus sobrinos, Lucas y Alvarito.

Jesús como camino

Hace 8 años tomó la decisión de ser religiosa. Hizo cuatro de formación inicial y cuatro, como hermana. Todo un proceso que no fue de un día para el otro. “En el secundario participaba del movimiento Crisol y pensaba en ser religiosa, pero no me imaginaba siendo feliz en una congregación. Era una joven que salía y se divertía. Sin embargo, el deporte me llevaba a apoyarme en Jesús. Competía en atletismo en los Juegos Bonaerenses y cuando sentía que no daba más, le pedía que me ayudara a terminar. Quería ganar y le confiaba mi vida”, revela sobre cómo su vida cotidiana estaba atravesada por Dios.

En Córdoba, poco antes de empezar el retiro.
En Córdoba, poco antes de empezar el retiro.

Cuando tenía 15 años una misión en Quitilipi, Chaco, confirmó su vocación. “Descubrí todo lo que Jesús me había regalado. Me encontré con gente muy humilde, que compartía la poca agua y pan que tenía, sin perder la fe. Fue un click”, asegura. Entonces empezó su discernimiento –”ver si esto era lo mío”– con la hermana Lucía De Luca, que hoy es Superiora General de la Congregación.

“Mis amigas me apoyaban, pero me decían que estaba re loca. Y sí, yo pensaba lo mismo. Es que es una locura ser monja… amar a Jesús en este tiempo ¡y siempre! De todas maneras, es una locura muy mía. La propuesta más linda. Me hace feliz y me ayuda a hacer feliz a otros”, asegura Josefina, que aclara que no hace falta que le digan “hermana”; que “Jose”, está perfecto.

Durante sus vacaciones en Calmayo, Córdoba.
Durante sus vacaciones en Calmayo, Córdoba.

“Cuando le conté a mi mamá que quería ser monja, me invitó a que fuera a una psicóloga. Fui tres veces y la terapeuta me dijo que todo estaba normal”, cuenta y agrega que por su forma de ser extrovertida, varios le decían –sin mala intención–: “Andá, pero en dos meses estás de vuelta”.

Sin embargo, Jose no quería llegar a los 40 años y preguntarse si hubiera sido más feliz siendo religiosa. Prefería hacerlo en ese momento: entrar, darse cuenta que no era para ella e irse. Creía que eso iba a pasar. “Es que me encantaba la fiesta y estar con mi familia. Había tenido novio, como cualquier chica. ¡Nadie me daba un peso de monja! Ni yo misma. Pero todo es regalo de Jesús”, asegura.

En Quito, Ecuador, con los alumnos de la escuela.
En Quito, Ecuador, con los alumnos de la escuela.

Lo cierto es que terminó el secundario, mandó la carta correspondiente y le dieron el ingreso a la comunidad. Fue el 23 de febrero del 2013. Hizo la formación inicial en Córdoba capital. “Eso sí, el fin de semana anterior a entrar salí con mis amigas al boliche, en Magdalena. Les digo: ‘Esta es la última, chicas. ¡Disfrutemos!’”, apunta entre risas.

En Córdoba, cuando celebró los votos de las hermanas Evi y Ailén.
En Córdoba, cuando celebró los votos de las hermanas Evi y Ailén.

Al principio le costó bastante. “Era muy inmadura. Extrañaba mucho a mis papás, sobrino y hermanos. Volví dos o tres veces en el año, que es un montón en esa instancia. Y cada vez que me cuestionaba mi decisión, alguien de mi alrededor, como Juan, un hombre que vivía en la calle, me confirmaba el camino”, recuerda.

Entonces detalla que el primer año fue aspirante: se vestía de civil y se dedicaba a estudiar. Lo hacía en el Arzobispado de Córdoba. Aprobó y pasó al postulantado. Vestía pollera gris y remera blanca. Después, el noviciado, con velo blanco, que incluye un año canónico y otro, apostólico, para ir a una comunidad. “A mi me tocó una escuela en Concordia, Entre Ríos. Fueron siete meses hermosos. Finalmente, me aprobaron y el 18 de marzo 2017 hice mis votos de castidad, obediencia y pobreza”, cuenta. Pasó un año más en La Docta estudiando el profesorado en Ciencias Sagradas y después vivió dos años en Conocoto, Quito, Ecuador.

En Calmayo, Córdoba, de vacaciones con las hermanas.
En Calmayo, Córdoba, de vacaciones con las hermanas.

Allí donde está Él

En enero de este año llegó a La Carlota, al Sur de la provincia de Córdoba. Es pastoralista de nivel primario en la escuela. “Acompaño y guío para caminar hacia Jesús”, explica. Y da clases de religión en el secundario. “Desde que empezó la cuarentena, el trabajo se volvió muy particular. No es fácil manejarse de manera virtual”, asegura.

Su perfil de TikTok, la red social que empezó a usar hace un mes.
Su perfil de TikTok, la red social que empezó a usar hace un mes.

“Para mi siempre fue importante no perder el tiempo y anunciar a Jesús. Estoy preocupada y ocupada porque más gente lo conozca. No sólo desde la palabra, también con mis actos. El confinamiento me llevó a pensar nuevas maneras de anunciarlo”, asegura y cuenta que entonces se bajó Tik Tok.

“Me daba cosa, pero pensé: así como estuve hablando de Jesús en Ecuador, Córdoba y Entre Ríos, repleta de miedos, ¿por qué no estar también en TikTok? Jesús siempre está donde está la gente… ¡y ahora la gente está en TikTok! ¿Cómo lo voy a anunciar si no hay nadie a mi alrededor? ¿Quién me va a escuchar? Me guste o no, hoy hay mucha gente en TikTok”, razonó y empezó a tocar, probar y adquirir habilidades en la red social que es furor entre los jóvenes.

En la casa de formación en Córdoba.
En la casa de formación en Córdoba.

La gente le empezó a dejar muchos comentarios, pero varios dudaban si no era simplemente una chica disfrazada de monja. Ella demostró que es una simple hermana hablando de Jesús. A esta altura tiene 6.614 seguidores en solo un mes y 7 mil me gusta en un video que habla del Dios que transforma.

Cuenta que se mata de risa mientras hace los videos y que, de todas maneras, antes de largarlos se autoevalúa. “Me pregunto qué pretendo con eso. Y lo cierto es que son graciosos e inocentes”, asegura. Y agrega: “Si me dejan comentarios crueles, no contesto. No tiene sentido entrar en la discusión. Intento que no me afecten”.

Josefina sabe que TikTok puede ser una buena manera para hacer llegar el mensaje de Jesús.
Josefina sabe que TikTok puede ser una buena manera para hacer llegar el mensaje de Jesús.

¿Su objetivo? “Que la gente conozca la buena nueva de Jesús. Que es amor y no excluye a nadie. Es misericordioso. No vino sólo para la “gente buena”. Nos ama tal cual somos”, resume. Y antes de volver a sus tareas con los alumnos aclara: “Siempre fui así. Nada de todo esto es nuevo para mi gente. Amo hacer reír a mis amigos y a mi familia. Me gusta congregar y estar acompañada. Cuido mi autenticidad porque así como soy es como Jesús me llamó. Por eso, desde TikTok o desde dónde me toque, voy a seguir anunciándolo con una sonrisa”

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