Es ingeniero y ambientalista, le transmitió a su hijo de 9 años la importancia de no derrochar agua y ahora él concientiza por su cuenta

Alejandro Sturniolo, papá de Lucas, se especializa en el tratamiento de efluentes. Es decir, en transformar líquidos con sustancias peligrosas en agua apta para el consumo humano. En el Día del Padre cuenta el orgullo que siente al verlo continuar con su legado

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El ingeniero químico Alejandro Sturniolo junto a su hijo Lucas, de 9 años
El ingeniero químico Alejandro Sturniolo junto a su hijo Lucas, de 9 años

“Los hijos son el fiel reflejo de sus padres”, asegura una reconocida frase popular. Cuando son chicos, inconscientemente imitan sus gestos, acciones, forma de hablar e incluso la manera en que se relacionan con los demás. Esa fascinación por ellos los lleva a estar emocionalmente conectados y querer ser como la mamá y el papá en todos los aspecto de la vida. Son su ejemplo a seguir.

Ese es el caso de Lucas Sturniolo, un marplatense de 9 años, quien a pesar de su corta edad tiene muy decidido que cuando sea grande quiere ser ingeniero químico como su papá Alejandro y hasta seguir su misma especialización: recursos hídricos.

Criado en una casa de “ambientalistas hasta la médula” -como se autodefine esta familia- siempre tuvo bien en claro que hay que cuidar los recursos naturales de planeta, realizar el reciclado de la basura y tratar de no contaminar; sobre todo el mar y la playa, que es lo que tienen más cerca de su casa.

Fascinado con el trabajo de su papá y entusiasmado con la realización de la feria de ciencias de su colegio, a Lucas se le ocurrió que podía jugar a ser científico por un rato y le pidió ayuda para llevar adelante un proyecto de concientización sobre océanos contaminados y la importancia del reciclado de esas aguas.

Lucas y sus amigos Benjamín Cueto, Facundo Barrio Gentili y Nicolás Giles presentaron un proyecto en la feria de ciencias de su escuela sobre océanos contaminados y la importancia del reuso de esas aguas
Lucas y sus amigos Benjamín Cueto, Facundo Barrio Gentili y Nicolás Giles presentaron un proyecto en la feria de ciencias de su escuela sobre océanos contaminados y la importancia del reuso de esas aguas

El ingeniero Sturniolo recordó que unos días antes de ese evento escolar, que fue en julio del año pasado, su hijo y tres compañeritos le pidieron asistir a una exposición que brindó en el auditorio de Mar del Plata sobre el Día Mundial de los Océanos. “No hay que ser ambientalista para preocuparse por el agua que estamos consumiendo. Para mí, los problemas que hay con el medio ambiente no tienen que ver con el dinero y la inversión sino con la educación”, aseguró a Infobae.

“No hay mejor caballo de Troya que la educación sobre el cuidado del medio ambiente ingrese a los hogares a través de los chicos”, enfatizó Sturniolo, dando a entender que la posibilidad de preparar a esos nenes de tercer grado no solo le sirvió para compartir una linda actividad con su hijo, sino también para fomentar la importancia del cuidado de los recursos hídricos en su comunidad.

La premisa era que tenían cuatro sábados para entender y memorizar lo que es el reuso de un efluente, y luego compartirlo con los demás alumnos y padres del Instituto Juvenilia. “El reto era que cuatro chicos le pudieran explicar a 40 millones de argentinos que el agua contaminada se puede reutilizar”, recordó. Y agregó: “Tenían que demostrar cómo un efluente puede ser potabilizado y que alcance una calidad superior a la del agua de la canilla”.

Para ello, los nenes tuvieron que aprender a operar un pequeño equipo llamado Ecobox, que transforma líquidos con sustancias peligrosas en agua apta para el consumo humano y que fue creado por la empresa Fluence, donde trabaja Sturniolo. “Lo que más les divirtió a los chicos fue tener que juntar el agua podrida de la zanja, que es bien marrón chocolate, para que una vez potabilizada se la tome la directora”, recordó el experto sobre esa demostración que hizo hincapié en que la tecnología puede ayudarnos a tener un futuro con más agua y menos contaminación.

Este proceso de reciclado de efluentes ya es utilizado por muchos países como Israel, EE.UU., Singapur, España, Emiratos Árabes y Brasil, entre otros. Además de producir agua potable de la misma calidad de cualquier agua embotellada, estos países evitan el descarte de efluentes en ríos y mares, previniendo la contaminación de dichos recursos.

En Argentina, si bien unas pocas empresas ya incursionaron en el tema, hay una gran falta de conocimiento y no no se ve a un efluente como una fuente de agua potencial, aún en lugares acostumbrados a la sequía. Y este es precisamente el trabajo que hace Alejandro: se dedica al tratamiento de aguas que que incluye tecnologías de ultrafiltración, ósmosis inversa y radiación ultravioleta.

Los chicos armaron un cuadro de cómo es el ciclo del agua
Los chicos armaron un cuadro de cómo es el ciclo del agua

Alejandro Sturniolo fundó su empresa 1993, junto a un grupo de colegas de la Universidad de Mar del Plata, donde estudió. Surgió con el nombre de Unitek y a partir de 2006, cuando ya tenían gran parte del mercado, empezaron a meterse en el negocio medioambiental.

Luego, pasó por el puesto de Ingeniero de Aplicaciones y alcanzó el puesto de Director de Desarrollo de Negocios, donde estuvo hasta 2013. En ese año, Unitek se unió a RWL Water, que se dedica a proveer soluciones de agua a nivel global. Y en 2017, RWL Water se fusionó con la compañía israelí Emefcy formando así Fluence Corporation, que cotiza en la Bolsa de Australia.

Hoy, además de ser uno de sus empleados es directivo de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reuso del Agua (ALADYR) y la International Desalination Association (IDA), dos organizaciones internacionales sin fines de lucro que promueven proyectos de tratamiento, reuso y desalinización de agua bajo estándares de respeto ambiental, así como la educación para el desarrollo sostenible.

Al igual que sucedió con él, a Sturniolo le encantaría que su hijo pueda formarse profesionalmente y continúe con su legado. Y si es en compañía de sus amigos, algunos de los cuales comparten su misma inquietud, mucho mejor. “Lucas quiere ser ingeniero químico como yo. Dice que quiere trabajar conmigo en el reuso del agua y la potabilización del agua de mar. Soy muy fanático de mi trabajo y no puedo separar mi vida personal de la profesional y todo lo que puedo lo comparto con él y su hermana, al nivel de ellos”, contó como dando a entender que en su casa están permanentemente hablando del tema. “Les trato de demostrar que me gusta lo que hago y ellos me ve que me la paso diez horas por día estudiando como si fuera un juego. Lo único que quiero es que Lucas sea feliz en lo que elija”, remarcó.

Alejandro también tiene una hija de 7 años, que trata de imitar los pasos de su hermano
Alejandro también tiene una hija de 7 años, que trata de imitar los pasos de su hermano

En el hogar de los Sturniolo hay reglas que toda la familia acepta. “Tratamos de no dejar encendida la luz cuando no es necesario. Y si eso pasa, saben que hay consecuencias como no poder ver la tele de noche porque ya se gastaron su cuota de energía diaria. Les hacemos entender que no es un castigo sino una consecuencia”, detalló el papá de Lucas, quien también motiva a sus hijos a “separar la basura, hacer eco botellas y cuidar el consumo del agua”.

Es tal el compromiso y la responsabilidad que adoptó este nene para cuidar los recursos naturales que para su cumpleaños pidió un cronómetro de ducha. “Cuando le expliqué sobre la falta del agua potable que hay en el planeta, los costos que se requieren y la energía que consume ese proceso, enseguida entendió que tenía que bañarse más rápido para gastar menos agua. Lo bueno es que él razonó la problemática y surgió lo del regalo”, detalló Sturniolo.

infobae

Lo más valioso de todo esto es que Lucas junto a sus amigos encontraron en este tema en particular un “lugar de pertenencia” y crearon un grupo que se llama “reuso”, contó su papá muy entusiasmado al recordar que tanto su hijo como sus tres amiguitos tenían problemas de integración en el colegio.

“Les dije: ‘Si ustedes no pueden pertenecer a un grupo, en vez de forzar esa relación ¿por qué no crean el de ustedes? Piensen cómo hacerlo’. Y cuando estábamos estudiando para la feria de ciencias surgió que sean el equipo REUSO. Así, pude demostrarles que no es necesario ser Messi para que la gente los admire. Ellos pudieron hacerlo desde la ciencia y eso les permitió hacerse de herramientas propias para no forzar situaciones y hoy son admirados en la escuela por lo que ellos promueven”, concluyó con orgullo Sturniolo.

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