“Caminando en la calle me caí porque mi cuerpo dejó de funcionar”: cómo es vivir con fibromialgia

Clara Saucedo (70) sentía dolor en toda la parte derecha de su cuerpo. Sus músculos, acostumbrados al deporte, apenas le permitían moverse porque estaba muy debilitados sin que supiera porqué. Una tarde fue al supermercado a hacer una compra chica -el poco peso que podría levantar-, y de regreso a casa sus piernas dejaron de responderle. Se cayó y en esa caída la angustia se apoderó de ella. Como pudo se incorporó y volvió a caminar.

Un dolor extraño la aquejaba desde hacía un tiempo y ningún médico supo decirle de qué se trataba. “Fui a ver a un especialista en columna, porque busqué respuestas en todos lados, y me mandó al psicólogo porque decía que me veía bien, pero el cuerpo me dolía demasiado”, cuenta Clara a Infobae sobre el que fue el inicio de un rally en busca de respuestas por consultorios de distintas especialidades.

El desencadenante fue un momento de estrés, recuerda. En mayo de 2019, un conocido le habló de un médico que salía en programas de televisión y hablaba de un tratamiento distinto, la ozonoterapia. Después de la caída no lo pensó mucho y acudió a la consulta. “Le conté todo lo que había pasado, lo que me dolía y él fue quien me diagnosticó fibromialgia”, recuerda. Al fin esos dolores tenían nombre.

La fibromialgia es el dolor generalizado y difuso musculo-esquelético. El dolor es intenso y, en muchos casos, paralizante. Su diagnóstico siempre es tardío porque ninguna de las ramas de la medicina tradicional estudia la enfermedad específicamente. En algunos casos son los reumatólogos los que buscan respuestas y en otra los neurólogos, ya que afecta también el sistema nervioso central.

Esta enfermedad crónica afecta a mujeres de entre 30 y 50 años en el 80% a 90% de los casos. Y hasta el momento, diversas investigaciones demostraron que puede ser desencadenada por un fuerte estrés emocional, ya que está íntimamente ligada al sistema nervioso central. Entre sus principales síntomas se encuentran la rigidez matinal, el cansancio extremo, el insomnio, la depresión y la ansiedad, entre otros. La luz llega cuando aparece el tratamiento correcto.

El día que la fibromialgia llegó a la vida de Clara

Debido a la cuarentena social, preventiva y obligatoria para evitar la propagación del COVID-19, Clara suspendió el tratamiento que había iniciado y que la sacó del cuadro de dolor en el que vivió durante meses. Pese a eso, el dolor hoy “de uno a diez, siendo 10 el dolor máximo, el que siento es uno”, asegura mientras espera poder regresar al consultorio.

“Antes de la caída al salir del supermercado, hacía meses no me sentía bien. Cuando noté que el dolor empeoraba comencé el recorrido por todos los médicos de la cartilla de mi obra social y nadie me daba un diagnóstico. Incluso fui a ver a un neurocirujano”, revela Clara.

Ese dolor que había aparecido luego de que sufriera un momento de estrés se apoderó de toda la parte derecha de su cuerpo. “Me dolía desde la cabeza a los pies, los ojos, la cara, las piernas... Todos los músculos”, recuerda.

Hoy, el tratamiento que realiza con su médico, el doctor Roberto Quiñones, es de ozonoterapia por medio de una inyección que le aplica en la zona de más dolor, y suero con medicación. Lo hace cuatro veces por semana.

Entre sus principales síntomas se encuentran rigidez matinal, cansancio extremo, insomnio, depresión/ansiedad, entre otros. Cómo es vivir con ella y la luz que llega cuando aparece el tratamiento correcto.

Clara practicó deportes toda su vida y estar casi paralizada fue para ella peor que para otras personas de su edad. “Fui nadadora competitiva, siempre corrí e hice ejercicios con aparatos y todo lo que te puedas imaginar adentro de un gimnasio, pero dejé de hacer todo cuando mi musculación dejó de responder”.

El otro dolor: “Sentí que los médicos a los que le pedí ayuda no me pudieron contener”

En la carrera de hallar una solución a tanto dolor, Clara tomó literalmente la cartilla de su obra social y comenzó a pedir turnos con los distintos especialistas y sus médicos. “Vi al médico clínico, a la ginecóloga, al especialista en columna que al revisar mi radiografía me la tiró sobre el escritorio y me dijo: ‘¡Va a tener que ver a un psicólogo porque usted no tiene nada!'. Lo miré con mucha pena y le dije: ‘¡Doctor, yo me siento mal dígame qué me pasa’" y me dijo que me encontraba perfecta porque me veía bien y porque en la radiografía no veía nada".

En el consultorio de la ginecóloga tampoco encontró respuestas: “Me dijo ‘quedate tranquila porque está todo perfecto, estás muy bien’ y con la voz quebrada le dije ‘doctora ¿cómo va a estar todo bien si yo no me siento bien’. Esa incomprensión también fue dolorosa.".

Hoy, pese a tener que haber suspendido el tratamiento por el aislamiento, Clara se siente muy bien. “Hoy me siento perfecta, tengo ganas de salir de caminar, siento la energía para hacerlo porque no siento dolor”.

Sobre el final de la entrevista dio que era necesario que las obras sociales “comiencen a darnos a los pacientes la posibilidad de hacer otro tipo de tratamientos que no están en sus cartillas, porque nos cobran muchísimo y solo cubren algunos que no sirven para nada, que nos llenan de de medicamentos que no calman el dolor”.

“Lo que más me importa es la salud porque sin salud no se puede disfrutar de esta vida, eso es lo más importante”, finalizó.

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