Santiago Cantón: "De la visita del '79 surge jurisprudencia mundial sobre la desaparición forzada de personas"

El secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires trabajó durante más de una década como secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

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Video: Santiago Cantón en Infobae

Santiago Cantón conoce de primera mano todas las presiones,  las negociaciones y las consecuencias políticas relacionadas con una visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Entre 2001 y 2012 se desempeñó como Secretario Ejecutivo de la CIDH y viajó prácticamente a todos los países de América Latina y el Caribe para corroborar las denuncias que recibían.

Según él mismo reconoce, la Comisión casi nunca le trae buenas noticias a los gobiernos. Por eso, los comisionados de la CIDH ya no se sorprenden cuando descubren que son seguidos por policías o agentes de inteligencia durante sus recorridos.

"Era muy común llegar a una cárcel y sentir el olor a pintura fresca", recuerda. Sucede que todos los gobiernos -dictatoriales o democráticos- intentan esconder cualquier rastro de las violaciones a los derechos humanos que cometen.

Eso mismo fue lo que intentó hacer la dictadura militar argentina en 1979. Afortunadamente, gracias a la independencia de la CIDH y al valor de muchas organizaciones de la sociedad civil, los militares no tuvieron éxito y tras esa histórica visita ya no pudieron seguir ocultado el horror de la represión ilegal.

La visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979 marcó un antes y un después ya que la dictadura no pudo seguir desconociendo las desapariciones de personas. ¿Fue también un punto de inflexión para la Comisión misma, que ganó relevancia política?

— Sí, exacto. La visita que se inició el 6 de septiembre de 1979 fue el comienzo del fin de la dictadura o el comienzo del fin del plan sistemático de desaparición de personas, eso sin duda. Pero también tuvo un impacto en la misma Comisión porque aunque fue creada en 1959 solamente había visitado unos pocos países – República Dominicana, Chile, El Salvador, Panamá-, y esas visitas no habían tenido un impacto concreto en comparación con la  Argentina.

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— Antes tenía un rol más burocrático y menos político…

— No sé si burocrático, diplomático. El trabajo que hicieron tanto la sociedad civil argentina, principalmente las Madres, y la CIDH, que visitó centros de detención y cárceles, y luego el informe que presenta frente a los cancilleres del hemisferio en 1980, tuvieron un impacto enorme dentro de Argentina porque a partir de ese momento la dictadura sabía que no podía seguir haciendo lo que quería. En una entrevista que yo le hice –para el documental que vamos a presentar- al ex comisionado Tom Farer, que era el más importante en esa visita, él me dice: "Lamentablemente llegamos tarde porque ya los habían matado a todos". Pero la verdad es que no era así, la gran mayoría de los desaparecidos ya habían sido ejecutados o tirados al río, pero algunos no. Y por otro lado pudo haber seguido, eso es lo importante, y eso lo logró la venida de la Comisión que tuvo un impacto enorme en su momento en la región. También en el mundo porque la jurisprudencia sobre desaparición forzada sale de esa visita.

— ¿Cómo fue la gestión internacional y local para que se concretara la visita?

— Hay varias personas claves, en su momento la APDH (Asamblea permanente por los derechos humanos) tuvo un rol muy importante en el comienzo de la dictadura, y luego se funda el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales). Emilio Mignone, su fundador, junto con Augusto Conte, fueron claves para la organización de la visita.

— Los lazos personales de Conte y Mignone fueron muy importantes

— Emilio Mignone había trabajado en Washington en la OEA, conocía la OEA, entonces fue un actor clave en gestionar esa visita conjuntamente con personas que estaban en Washington. Juan Méndez, que había sido detenido y se había exiliado en Washington, colaboró también en esa visita. Luego la sociedad civil local que ayudó para armar la visita y llevó a que la Comisión se fuera de Buenos Aires con 5.580 denuncias. Entonces eso logró que la visita estuviera muy bien organizada a pesar de la Dictadura, que no quería que venga la Comisión, aceptó a regañadientes…

— ¿Por qué la dictadura termina aceptando?

— La Comisión solamente puede ir al país si es invitada. Hubo varios factores pero el fundamental era la necesidad en ese momento de recibir un crédito de un banco de Estados Unidos, el Eximbank. El crédito de varios millones de dólares era para crear una fábrica de turbinas que iba a depender la Armada Argentina, o sea de Massera para darle turbinas a Yacyretá, que se estaba construyendo.

— Entonces internamente la Armada fue la que más presionó…

— Para que salga ese acuerdo. Pero desde afuera influyó el gobierno de (Jimmy) Carter, que había planteado la agenda de Derechos Humanos en todo el mundo. Eso llevó a que le dijeran en una reunión hubo en Roma entre el vicepresidente Walter Mondale y el dictador Videla que les iban a dar el crédito del Eximbank si invitaban a la Comisión. Eso fue en septiembre del 78 y un año después llega la Comisión de Washington.

— Si Carter no hubiera tenido en la agenda los Derechos Humanos que caracterizó su presidencia, ¿se hubiera gestado igual la visita con otro presidente norteamericano?

— Hubiese sido muy difícil, pensemos que antes de Carter estaban Nixon y Ford y en la Cancillería estadounidense estaba Kissinger que había apoyado el golpe de Estado en Chile y le había dicho a los militares argentinos que se apuren en lo que estaban haciendo. Después vino Reagan con todos sus enfrentamientos armados y la idea de llevar el conflicto contra Rusia en distintos campos de batalla a nivel mundial, Centroamérica fue uno de ellos. Yo siempre tengo una anécdota: estábamos caminando por la calle en República Dominicana junto con el ex presidente Carter -tuve el honor de trabajar para él- y se acerca una persona. Trata de llegar a Carter, el servicio secreto de Estados Unidos lo aleja, entonces se acerca a mí y me dice que le digas gracias al presidente Carter en su nombre y me entrega su tarjeta personal. A los minutos en el auto le entrego la tarjeta y le digo lo que había pasado. Con lágrimas en los ojos -no me lo voy a olvidar más- él me dice: "De eso se trataba, de salvar vidas humanas, y nadie quería creerme". Él tenía muy en claro lo que estaba haciendo y la importancia que tenía para salvar vidas humanas. Por eso lo hizo.

Visita de la CIDH en 1979
Visita de la CIDH en 1979

— ¿Cuando los comisionados llegaron se sintieron amenazados o intimidados?

— Yo le hice esa pregunta precisamente al comisionado Tom Farer y él me dijo que no, que en realidad en ningún momento se sintieron amenazados. Sí pasó que por ejemplo apenas llegaron al hotel Plaza en Retiro, antes de que deje las valijas en su cuarto le suena el teléfono de su habitación. Eran dos abogados jóvenes que estaban en el lobby y querían hablarle de cuál era la situación en Argentina. Claramente eran dos personas enviadas por la dictadura para plantearle que había un conflicto armado interno con grupos terroristas, que se estaba llevando esa lucha adelante y que la Comisión Interamericana tenía que entender eso, eso fue apenas llega, en el momento que estaba entrando a su cuarto y suena el teléfono. Pero yo creo que la presión se dio más con la sociedad civil, recordemos a José María Muñoz durante la final del 79…

— Dirigiendo la gente hacia Avenida de Mayo…

— Para estar en contra de las Madres que estaban haciendo fila frente a las oficinas de la Comisión. El gobierno argentino intentó después que la Comisión no hiciera el informe o que tuviera poco tiempo para presentarlo. Tengamos en cuenta que en esa OEA, en 1980, había once dictaduras sentadas en la mesa. La Comisión hizo esto a pesar del entorno en el que estaba, creo que es muy importante tenerlo presente. Demostró a América Latina principalmente que era muy independiente y esa es la clave de su éxito a lo largo de la historia.

— Vos que fuiste su secretario ejecutivo conocés de primera mano cómo son las presiones de los gobierno. ¿Cómo operan los gobiernos?

— Hablo de mi experiencia, no de hechos concretos que pasaron con ese informe, pero no tengo dudas que primero intentaron evitar que salga el informe, absolutamente sin hubo ninguna duda. Luego trataron de bajar el contenido hablando con algunos gobiernos y algunos embajadores representantes ante la OEA, que muchos eran de gobiernos militares. Mi experiencia es que las presiones de los estados son algo diario, no estoy exagerando. Las llamadas telefónicas al secretario ejecutivo de la Comisión por parte de los representante de los Estados son diarias y siempre son para pedir algo relacionado con alguna denuncia.

— Se amenaza con el financiamiento me imagino…

— Se amenaza con el financiamiento o se retira el financiamiento, eso es constante.

— ¿Cómo fue el proceso para sentar el precedente jurídico de la desaparición forzada?

— Es muy interesante, la palabra desaparecido estaba en el diccionario de la Real Academia Española, pero a partir del informe de la Comisión Interamericana pasa también a estar en los diccionarios de derecho, cambia el concepto jurídico, tiene una connotación jurídica que antes no tenía. El informe del año '80 de la Comisión es el que plantea eso a la comunidad internacional. Según los archivos de la Comisión el primer caso se recibió de Chile y habla de personas supuestamente desaparecidas, todavía no se había creado el concepto de desaparición forzada o de plan sistemático. Eso se recibe el 14 de septiembre de 1973, tres días después del golpe de Estado de Pinochet.

— ¿Antes de los 70 no era una práctica conocida?

— Existía la idea de que puede desaparecer una persona, pero el concepto de desaparición forzada con un contenido jurídico y dentro de un plan sistemático surge a partir de los 70 con los hechos ocurridos principalmente en Chile y en Argentina. El primer caso que llega a la Comisión Interamericana en el libro de ingresos de denuncias habla de un grupo de personas "supuestamente desaparecidas". Es el caso 1.774. Meses después también de Chile llega otro caso que la Comisión ingresa con el título "desaparecidos", "personas desaparecidas": el caso 1.850.

— Casos que no encajaban en la categoría de homicidio

— Es un delito complejo porque tiene que haber privación de libertad, tortura, derecho a la vida, tiene varias aristas…

— Y no está el cuerpo del delito, de la víctima.

— Se desarrolla un capítulo especial en el informe de la Comisión Interamericana de 1980 sobre la situación de las personas desaparecidas. Donde inclusive, y en esto la Comisión fue muy criticada, le dice a la sociedad civil que muy posiblemente estén todos muertos. Algo que en ese momento fue muy difícil de aceptar para muchas personas, lógicamente. A nivel de Naciones Unidas, eso tiene un impacto para la creación de relatorías temáticas y de país, cosa que no existían antes de Chile y Argentina.

— ¿Cuáles fueron los otros legados, además del jurídico, que dejó la CIDH?

— Son muchos. Las denuncias que recibió la Comisión llevaron a un informe en 1992 sobre Argentina, el informe 28/92, en donde por primera vez un organismo internacional plantea que las leyes de amnistía son violatorias del derecho internacional. Eso fue la primera vez que ocurría a nivel mundial. En realidad hay uno previo que es sobre El Salvador, el 27/92, y otro de Uruguay, por eso se aprobaron conjuntamente. Gran parte de la decisión de la Corte Suprema del año 2005 de reabrir los juicios contra los militares se basa en esa jurisprudencia interamericana. El otro es procedimental en cuanto a las visitas, se demostró el enorme potencial que tenía la CIDH para denunciar las violaciones y que los Estados modifiquen su rumbo.

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— ¿Cuál crees que es el principal desafío en términos de Derechos Humanos para la región tanto en el presente como para los próximos años? Imagino que la situación en Venezuela es lo primero que se viene a la mente…

— Sí, nunca nos gusta hacer rankings, porque hay violaciones en todos los países del mundo, en democracias, en dictaduras, en autoritarismos. Es importante tener muy claro eso, las violaciones a los derechos humanos no son una prerrogativa única de las dictaduras. De hecho ocurren constantemente y a veces, lamentablemente, es más difícil pelear por los derechos humanos en las democracias porque los gobernantes consideran que no deben ser acusados por violaciones a los derechos humanos. Pero el desafío está en Venezuela porque es una crisis que es política, que es económica, que es migratoria, de todo tipo. Y es una responsabilidad de los gobiernos de la región haber llegado a este momento. Otro tema importante es que no haya impunidad. Argentina ha avanzado mucho pero todavía queda una agenda pendiente en muchos países de la región, como Brasil, Chile y Uruguay. Esa agenda histórica sigue pendiente. Y la otra es incorporar al trabajo en derechos humanos una agenda más actual. Hoy en día las relatorías de Naciones Unidas están relacionadas con la salud, el agua, el medio ambiente, una vivienda digna, ha habido un cambio en la concepción de derechos humanos fundamentalmente en las últimas dos décadas. Esa agenda es necesario incorporarla a la agenda histórica.

Entrevista completa:

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