La historia detrás de la restitución de Javier Matías, el nieto 130

Este jueves las Abuelas de Plaza de Mayo hicieron su presentación oficial en la sede de la organización

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Estela de Carlotto , presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, fue la encargada de dar a conocer la historia del nieto 130: Javier Matías Darroux Mijalchuck. Sus padres fueron secuestrados en diciembre de 1977 y él encontrado abandonado por una mujer a pocas cuadras de la ex ESMA, en aquel momento uno de los principales centros clandestinos de detención y tortura de la dictadura.

Gracias al trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo, la CONADI y el Banco Nacional de Datos Genéticos, Matías pudo encontrarse con sus tías, su familia, conocer su origen biológico e iniciar otra búsqueda: la de su hermano o hermana, ya que al momento de la desaparición, su mamá estaba embarazada de dos meses.

Juan Manuel Darroux, el papá de Javier Matías, trabajó en la Prefectura Naval Argentina, de diciembre de 1961 a junio de 1966. De septiembre de 1969 a mayo del '75 se desempeñó en la Universidad de Morón en tareas administrativas y allí conoció a Elena Mijalchuck, que estudiaba la carrera de contadora pública.

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Elena y Manuel formaron pareja, él, oriundo de la localidad bonaerense de San Antonio de Areco, era un poco mayor que ella y esto trajo algunos roces con la familia Mijalchuck en un primer momento. Se mudaron juntos al lugar en que él vivía en Capital Federal. Según consta en el legajo de la Universidad de Morón, Elena rindió allí su primera materia en 1969 y la última en diciembre del '76.

El 5 de agosto de 1977 en el Hospital Alemán, en Capital Federal, nació su primer hijo al que llamaron Javier Matías. Si bien Elena prefería el segundo nombre, agregó Javier para que el niño llevara las mismas iniciales que su papá Juan Manuel.

En el tiempo las tensiones con los Mijalchuck quedaron atrás, a tal punto que la pareja se mudó a Caseros con ellos y al poco tiempo Elena volvió a quedar embarazada. Ella misma se lo contó a su mamá y a su hermano Roberto, así como Juan Manuel también se lo había contado a su medio hermano, Raúl.

Desaparición

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Al momento del secuestro Juan Manuel, Elena y el pequeño Javier Matías, ya vivían en Caseros. Lo último que la familia supo sobre Juan Manuel, fue a través de sus primos, Luis Molina y Domingo Carmelo Graciadío, a principios de 1977.

Los primos vieron cómo su primo discutía en la calle con cuatro hombres que lo terminaron subiendo a un Chevrolet color azul metalizado. Fue la última vez que se tuvo noticias de él.

Cuando Elena se enteró de esto Juan Manuel seguía sin aparecer y ella no sabía donde buscarlo. Hacia fines de diciembre de 1977 recibió una llamada y más tarde una carta, en la que su marido le indicaba que el 26 de diciembre debía encontrarse con unos compañeros en Capital Federal.

En la víspera del día de Navidad, Elena mostró la carta a sus padres y les pidió que la acercaran con su bebé al lugar. Al día siguiente, tal lo convenido, se llevaron a Elena y al pequeño Javier a la cita y en Pampa entre Lugones y avenida Fugueroa Alcorta, en Núñez, fue la última vez que los vieron.

La familia Mijalchick no conocía a nadie que les pudiera brindar información. A fines de lo '80 tanto ellos como los Darroux pidieron a la justicia la presunción de fallecimiento, pero en mayo de 1999 Roberto Mijalchuck se decidió y denunció la desaparición de su hermana embarazada, su cuñado y su sobrino.

Así se abrió un nuevo legajo, el de una mujer embarazada desaparecida en la CONADI y otros en la CONADEP. Dos organizaciones que llevan adelante investigaciones en este sentido. Roberto dejó como contacto un teléfono de línea que en estos años nunca dio de baja, esperando alguna vez recibir una buena noticia.

Las familas Mijalchuck y Darroux fueron incorporadas a las muestras del Banco Nacional de Datos Genéticos. Abuelas por su parte solicitó a la justicia que se realizaran exhumaciones de familiares fallecidos para completar la información. La última muestra que se sumó, de su abuela paterna, junto a la ampliación de marcadores analizados en el banco, permitió la identificación de Matías.

A todo esto los equipos de la CONADI investigaban infructuosamente las causas de desaparición de la pareja. Mientras tanto un joven con dudas sobre su identidad se había acercado a la filial de abuelas de Córdoba. Él siempre había sabido que no era hijo de quienes lo habían criado, pero a pesar de la sospecha, nunca se había animado a querer saber.

Su expediente de adopción consignaba que había sido encontrado por una mujer la noche del 27 de diciembre de 1977. Fue en la intersección de Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros de detención de dictadura, muy cerca de donde Elena Mijalchuck fue vista con su bebé por última vez.

Con disposición de la justicia ese bebé fue entregado en guarda de adopción a un matrimonio con quienes se crió en la ciudad de Buenos Aires. Años después, en 1999, se mudaría a Córdoba donde Javier Matías inició su búsqueda.

El encuentro

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Como en todos los casos de personas con dudas sobre su identidad Abuelas dio intervención a la CONADI que ordenó los estudios genéticos. En octubre de 2016 el banco informó que el perfil del hombre coincidía con el de la familia de Elena Mijalchuck.

CONADI derivó el caso a la Unidad Fiscal de Investigaciones que profundizó la investigación y la presentó ante la justicia federal, donde todavía se recaban datos y testimonios. Roberto Mijalchuck, tío de Javier Matías, recibió la noticia en aquel teléfono que nunca había dado de baja.

Roberto fue este jueves la primera persona a la que Matías Javier le quiso agradecer al hacer uso de la palabra en la sede de Abuelas, según expresó, porque "durante 40 años nunca bajó los brazos ni perdió la esperanza de encontrarnos con vida" y se alegró del reencuentro, dijo, "a pesar de que sea también la certeza de que nunca va a volver a ver a su hermano".

"Javier Matías Darroux Mijalchuck conoció su origen y hoy las Abuelas le damos esta enorme bienvenida para restituirle su derecho a la identidad y contribuir a la reconstrucción de su historia", cerró su presentación De Carlotto, tras contar la historia.

"Yo estaba bien con quien era y no me interesaba entrar en una búsqueda con resultado incierto, fue recién a fines de 2006 que me di cuenta de que había mucho egoísmo de mi postura" compartió Javier Matías, antes de agregar: "Tenía que ser consciente de que del otro lado podía estar buscándome un hermano, un tío, una abuela".

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