"¿Dónde va la gente cuando llueve?". Hace muchos años, en el siglo pasado, el dúo Pedro y Pablo se lo preguntaba en una canción sobredosificada de melancolía. Año nuevo y cielo sin sol. Las nubes gobiernan por ahora 2019 en Pinamar, ¿y qué hacen los recién llegados?
La mayoría se refugió en sus hogares o habitaciones de hoteles, pero también estuvieron los que desembarcaron en este balneario y aprovecharon para abastecerse en supermercados, que en horas del mediodía de este miércoles sufrieron una invasión masiva, como si regalaran los productos.
Otros se subieron a sus autos o camionetas y enfilaron como una procesión de máquinas ansiosas a los balnearios vecinos: de Pinamar a Villa Gesell, de Villa Gesell a Cariló, de Ostende a Mar del Plata. A conocer restaurantes, a dar una vuelta en auto por el bosque o al teatro.
Los más osados salieron a pasear con paraguas y capuchas y hubo quienes incluso se le animaron a la caminata por la playa. "Es gracioso ver cómo hay gente que va a la playa a pesar de que haya llovido. Va todo el tiempo. Lo intenta siempre. Va, se larga a llover y se vuelve a la casa. Y para y regresa. Los veo ir y apenas llueve un poco se van", contó Guido, cordobés, que alquiló la primera semana del mes un primer piso frente a la Avenida del Mar, cerca del muelle.
Mientras él leía una novela del estadounidense Paul Auster (edición de bolsillo que compró esta mañana por 99 pesos en una de las grandes cadenas de súper) y su esposa Sol "leía en el teléfono", algunos aguantaban sobre la arena las primeras gotas del día, que llegaron pasadas las 11.
"Es lindo caminar por la orilla si llovizna, me gusta, sólo hay que tener cuidado con la tormenta eléctrica", comentó Roxana, porteña, abrigada en un piloto fucsia. Mientras que su marido, Esteban, se llevó a los chicos a una tienda de jueguitos electrónicos sobre la avenida Bunge.
"Es un buen momento para recibir clientes", comentó entre risas la vendedora de una de las pocas librerías que sobreviven en Pinamar, que prefirió no dar su nombre. "La gente busca novelas o libros periodísticos. Nada de poesía y bastante de autoayuda", agregó. La lluvia también fue bien recibida en los restaurantes y en los negocios que venden ropa.
"Es un buen momento para comer mucho y dormir una siesta acorde", rió a carcajadas Osvaldo, médico pediatra, mientras esperaba su turno en una rotisería. El hombre, que alquiló un departamento frente al mar en Ostende, se defiende: dice que durante el año duerme poco y trabaja mucho. "Y como mucho también", guiñó su ojo.
A las nubes les quedan al menos 24 horas antes de sucumbir inevitablemente al monopolio del sol de verano. El Servicio Meteorológico Nacional prevé que las lluvias sigan hasta mañana jueves por la mañana. Estará caluroso y pesado y caerá más agua. "Probabilidad de lluvias y tormentas aisladas. Vientos moderados o leves del sector este, cambiando a fuertes o regulares del sector sur con ráfagas", advierte el SMN para lo que queda del miércoles, aunque pasadas las 16 el cielo parecía despejarse.
Para el fin de semana, en cambio, no habrá dudas: la previsión es de puro sol y temperaturas máximas que rondarían los 30 grados.
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