Una historia de inclusión y héroes anónimos: en Carlos Paz abrió el primer hotel atendido por chicos con Síndrome de Down

Esta conmovedora historia es, quizás, el mejor homenaje en el Día del Síndrome de Down. Incluye dos continentes, varios personajes con un corazón inmenso y una cruzada contra los prejuicios y la burocracia.

Compartir
Compartir articulo

La historia que sigue sucedió –sigue sucediendo– en dos continentes: Europa y América (del Sur). También en dos ciudades: Asti, en el Piamonte italiano, y Carlos Paz, en las sierras cordobesas.

Advertencia: por esta vez quedan excluidos los célebres vinos de Asti (Espumante, Lambrusco), y la bullanga del verano farandulero de Carlos Paz.

Esta historia tiene algo más importante: héroes. Vivos, no de mármol ni de bronce.

El equipo de Albergo Etico en el hotel El Cid
El equipo de Albergo Etico en el hotel El Cid

Viajemos hasta Asti, por respeto a la cronología…

Está allí, entre sus colinas, un pequeño hotel. Nombre: Albergo Etico. Tres pisos, 21 habitaciones, comida de primera, camareros, mucamas y recepcionistas de alto nivel profesional. Tanto, que el hotel tiene casi 9 puntos en la calificación de los especialistas…

Y una conmovedora clave: todo el impecable y eficaz personal está unido por una pirueta biológica: el Síndrome de Down…

Ese experimento, ese serendipity (casualidad feliz), nació en 2009 con una pasantía. El alumno se llamaba (se llama) Nicolo. Sus padres no alentaban demasiadas esperanzas, pero el chico Down empezó a trabajar con el chef Antonio De Benedetto… y se hizo la luz.

Pudo. Funcionó. Aprobó con el mejor puntaje. Y decenas de jóvenes con el mismo síndrome siguieron sus pasos.

Hoy, Nicolo es su tutor, y está al frente de un restaurante contiguo: Tabacanda.

Ahora, la historia está próxima a aterrizar en Córdoba, Argentina, y poner proa a Carlos Paz…

Lucía Torres, madre de Bruno, con Síndrome de Down, libró una dura batalla para inscribirlo en un colegio común luego de que pasó por el jardín de infantes. Respuestas ciegas. Voces del prejuicio. No, no, no, no…

Natalia Robledo tiene 20 años y ahora es moza
Natalia Robledo tiene 20 años y ahora es moza

Pero el caso llegó a los medios, otros padres en la misma situación se acercaron a Lucía, y todos a una –Fuenteovejuna– crearon la fundación Unidos por la Inclusión Social.

Un primer paso, sí. ¡Pero cuántos faltaban! Una escuela inclusiva. Sillas de ruedas. Asesoramiento legal. Varios etcéteras.

Pero un naipe del Destino salió as. El punto mayor. "Bajó un ángel del cielo", pensaron muchos… Porque Lucía se encontró con Mauro Dagna, un hijo de Asti que recorre el mundo en bicicleta y, caballero cruzado al fin, se nombró embajador del proyecto Albergo Etico y de su piedra fundamental.

Recuerda Lucía: "Yo y mi marido tenemos un hotel aquí, en Carlos Paz, donde se crió Bruno. ¡El plan cerraba! Y guiados por Mauro, un loco lindo, nos unimos dispuestos a vencer. Vinieron contadores, licenciados en turismo, organizadores de eventos, psicólogos…"

Lautaro Andrada provee y pone las habitaciones en condiciones
Lautaro Andrada provee y pone las habitaciones en condiciones

Pero como bien escribió Francisco de Quevedo, "Poderoso caballero es Don Dinero". Comprar un hotel, fundar un Albergo Etico, empezar desde cero o menos cero, costaba un millón de dólares…

Y salió entonces el segundo naipe ganador. Rodrigo Serna, empresario, padrino de la fundación… pero sobre todo dueño del hotel El Cid (nombre de un guerrero invencible), inaugurado en 1966, lo cedió para capacitar a los chicos Down y creó las condiciones para que pudieran vivir solos… o por lo menos lejos del cordón umbilical.

Dos de ellos, Sol y Federico, de 22 años ambos, viajaron a Asti para hablar con sus pares y captar cada tarea: atender el teléfono, cocinar, poner la mesa, tender las camas, limpiar los cuartos…

Sonia Genesio, de 39 años, trabaja como recepcionista
Sonia Genesio, de 39 años, trabaja como recepcionista

Y así se formaron y trabajan Natalia, Lautaro, Gabriel, Sonia, Daniel. Imprescindibles en El Cid, a metros del gran espejo: el lago San Roque.

"El primer día, justo cuando ingresamos, entró un contingente de jubilados. Sin dar explicaciones, vimos sus miradas entrecruzadas, sorprendidas. Cuando les contamos de qué se trataba, ellos los felicitaron y abrazaron. Se emocionaron mucho", dice Torres a Infobae.

Y cuenta que al hotel se sumaron jóvenes entre 20 y 30 años, que nunca habían trabajado en sus vidas: "Se capacitaban y habían estudiado, pero cuando se presentaban a una entrevista no los tomaban por su condición".

"Desde el primer momento en que el personal del hotel conoció el proyecto se sumó con entusiasmo a esta iniciativa", dice Serna a Infobae. "Junto a los chicos, hay una persona que está siempre por cualquier imprevisto y el servicio es de excelencia. La gente que se aloja está feliz", concluye.

Impecables en sus uniformes, profesionales en su actitud, ya dominan todas las tareas, y siguen cursos de capacitación. Horario: lunes a viernes de nueve de la mañana a una de la tarde. Con sueldo…

Sus guías, sus profesores, se asombran. "Aprenden con rapidez, son meticulosos, detallistas, honrados, sinceros".

Y aunque poco les parezca a las almas insensibles… "cruzan la calle solos, y toman un colectivo". Pequeñas grandes hazañas que jamás comprenderán los corazones secos, los burócratas, los prejuiciosos. SOlo aquellos tocados por una invisible varita mágica…

En Asti, aquellos primeros chicos Down, hoy son dueños del hotel. Empresarios.

¿Es necesario escribir una moraleja? No. Está todo dicho. Si hoy, día del Síndrome de Down, alguien termina de leer esta nota con una lágrima o una sonrisa… pasa a ser socio vitalicio de este maravilloso club. Está abierta la inscripción.

Informe y entrevistas: Magalí Romero Piskorz