Clara Mariño: "Vivimos en la tensión entre una Argentina que se cae a pedazos y otra que quiere salir"

Aguda y observadora, la prestigiosa periodista habló con Infobae de la grieta, el periodismo en la década K, los chicos que toman colegios, la postverdad, y la campaña electoral: "Después de las elecciones el país va a necesitar acuerdos que permitan cambios profundos de acá a 10 o 20 años".

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Clara Mariño es un rostro popular en la televisión argentina. Aguda y observadora, se ganó su lugar de prestigio en el periodismo por su capacidad de escucha y convocatoria a sus debates televisivos, donde todos tienen su espacio. Viene de las redacciones de Extra y Crecer, pero se hizo conocida produciendo el mítico "Tiempo Nuevo", el ciclo político de Bernardo Neustadt. Desde hace años está al frente de sus propios programas de radio y televisión. "A fuego lento", por Canal 26, lleva más de una década al aire, además de sus participaciones en "Intratables". En 1997 obtuvo un Premio Konex Platino de periodismo.

-Clara, me decías fuera de aire que de parte de madre sos de familia catalana, pero de parte de padre, gallega. ¿A ver cómo es eso?

-Sí, soy una mezcla de gallegos y catalanes. De parte de mi mamá, mis abuela y bisabuelos que vivieron acá en la Argentina -a los cuales conocí-, eran de Barcelona. Yo tuve mucho contacto con la cultura catalana, porque ellos me enseñaban a hablar el catalán, me llevaban al Casal de Catalunya, me enseñaban a bailar la Sardana, una danza catalana. Así que siempre estuve muy embuída de la cultura catalana.

Creo que cuando se exacerban los nacionalismos es para ocultar otros problemas locales, de corrupción o económicos

-Sé que es difícil parándonos en lo que ocurre en la actualidad, pero ¿qué actitud creés que hubieran tenido hoy frente a este durísimo conflicto que se está viviendo?

-Ellos amaban la cultura catalana, incluso en las comidas, pero eran profundamente españolitas. Así que ellos hubieran votado en contra del referéndum. Amaban España, pero la patria chica era Catalunya, y consideraban parte de un mismo sentimiento.

-¿Por qué creés que está sucediendo esta doloroso conflicto?

-Mirá, yo creo que es un retroceso. Yo tengo una visión política a favor de la globalización, creo que en las relaciones internacionales, y considero que cuando se exacerban los nacionalismos es para ocultar otros problemas locales, de corrupción o económicos. A mí me parece que se quieren tapar, apelando a ese nacionalismo catalán, todos esos problemas. Al mismo tiempo, creo que hubo un error del gobierno español desde el punto de vista político, arrastrando gente que quería votar. De todas manera, en Catalunya viven 8 millones de personas, de las cuales estaban en condiciones de votar 6 millones y pico, y votaron 2 millones. Es decir,no podés declarar una independencia a través de un referéndum ilegal cuando votó a favor del sí el 32% de los catalanes.

-¿Sentís que es una situación que espeja la grieta argentina?

-Sí, pero son distintas. La grieta argentina tiene otros condimentos. La Argentina siempre vivió muy dividida, pero se profundizó con los 12 años del gobierno kirchnerista.
Es de las peores herencias que dejó el kirchnerismo: la división, que estaba dormida y fue utilizada y profundizada por ellos para poder gobernar.
Me parece que hay ahora un cambio muy profundo, creo que hay una sociedad que ya está cansada de esto, y hay voluntad de un Gobierno y de otros actores sociales de avanzar en acuerdos que permitan cambios profundos de aquí a 10, 20 años.

Usar la grieta en la campaña es una herramienta electoral, pero como política me parece pobre. Ningún país sale de sus crisis sin cerrar heridas

-¿No dirías, entonces, que el Gobierno exacerbó la grieta también para posicionarse frente a las elecciones?

-Y… el Gobierno dijo: "Electoralmente, a mí la grieta hoy me conviene porque Cristina está con una imagen negativa altísima". Es una muy buena herramienta electoral, lo vamos a ver en el mes de octubre, pero como política me parece pobre. Creo que una vez superadas las elecciones vamos a necesitar una creatividad y una capacidad de acuerdos que supere ese grieta. Ningún país sale de sus crisis sin cerrar heridas.

-¿Cómo te estás sintiendo como periodista, sentís que la libertad de expresión se está pudiendo ejercer sin miedos?

-El kirchnerismo eligió tener enemigos, y el periodismo fue uno de ellos. Fijate que cada una de las salidas que tuvo estos días de Cristina, casi obsesivamente critica al periodismo. Los periodistas formamos parte de las grandezas y miserias de los argentinos, no somos distintos al resto. A veces creemos que la crisis pasa por un lado y los periodistas somos los encargados solamente de contarla o entenderla. Formamos parte de los mismos problemas de la Argentina. De todas maneras, creo que en los últimos años, frente a un poder que trataba de ocultar información, el periodismo cumplió una gran tarea en revelar esa información que el poder buscaba oscurecer. Fijate vos que los temas de corrupción no vinieron por el lado de la justicia, sino por el lado del periodismo. Si hay gente que está presa es porque salió en una cámara gente contando billetes, o salió al aire un señor ocultando bolsos con billetes.

-Es decir, el periodismo en los años K cumplió un rol republicano, institucionalmente valioso.

-En los últimos, sí, a partir de la 125, cuando el periodismo se atrevió a contar cosas. En los primeros años no.

“Yo pienso que los periodistas tienen que ser militantes (una palabra que odio, pero que encaja perfecto aquí) de los hechos”
“Yo pienso que los periodistas tienen que ser militantes (una palabra que odio, pero que encaja perfecto aquí) de los hechos”

-¿Y ahora qué pasa con el periodismo?

-Mirá, ahora el periodismo está buscando su nivel normal como existe en otras parte del mundo. De todos modos, todavía sigue habiendo grieta entre los periodistas. Yo pienso que los periodistas tienen que ser militantes (una palabra que odio, pero que encaja perfecto aquí) de los hechos. Contar los hechos. Después podemos tener distintas interpretaciones, la tuya, la mía, la de otros periodistas. Pero debemos ser fieles a los hechos. Y, a veces, no lo somos. Después podemos interpretar, en forma distinta tal vez. El riesgo del periodismo es que caiga en uno de los problemas que tiene la Argentina. ¿Viste que dicen que Donald Trump es el inventor de la postverdad? Yo creo que la Argentina es la inventora de la postverdad. Fijate vos que en muchos debates que se ven en televisión los hechos parecen aislados de las opiniones. Pesa más lo que yo creo, lo que yo pienso, que la realidad de los hechos. Este alejarnos de la realidad de los hechos creo que Argentina lo pagó históricamente muy caro.

¿Cuál es el problema más serio que tiene la Argentina? Te voy a responder con una frase de Sarmiento: “Todos los problemas son problemas de educación”

-¿Cómo creés que la Argentina va a salir de esta transición, después de las elecciones donde se supone que el Gobierno va a fortalecer su posición?

Yo creo que hay una Argentina que se cae a pedazos, anacrónica, que discute cosas que no se discuten en ninguna parte del mundo. En todos los sectores, en el empresario, en el sindical, en el intelectual. Y hay otra Argentina que está tratando de salir. Y estamos justamente en esa transición, en esa tensión. Tenemos que saber que esto es un proceso, es un trabajo que nos va a llevar bastante tiempo. No es una cosa mágica que viene Cambiemos y en 23 meses cambia un país que viene agotado. Es un trabajo que va a llevar más de una generación. Fijate el tema de los colegios, que de paso se roban una computadora o cometen abuso sexual. Es algo que expresa, a mi juicio, una manera de pensar absolutamente reaccionaria. Si vas a una escuela pública y actuás así, estos chicos progresistas son reaccionarios.

-¿Cuál es el problema más serio que tiene la Argentina para resolver? ¿La economía, la inversión, la confianza en el otro, la justicia?

-Te voy a responder con una frase de Sarmiento. El decía "todos los problemas son problemas de educación". Te quiero contar una anécdota de hace muchos años, de un agregado cultural de la embajada japonesa, que decía que la gran diferencia entre Japón y la Argentina era que cuando nacían, en su país le decían que era un país pobre. Por eso tenían que trabajar, trabajar y estudiar. En la Argentina, a cada chico que nace le dicen que el país es rico. Entonces ese chico pregunta: "¿Y a mí qué parte me toca?". Por cierto que los problemas son muy complejos, todos los que mencionaste son importantes, pero hay un problema profundo que es el de educación.