Dos accidentes muy parecidos en el Ferrocarril Sarmiento en menos de seis años

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Eran las 6:23. El colectivo de la línea 92 asomó la nariz en el paso a nivel ubicado sobre la calle Artigas, en el barrio porteño de Flores, y en un instante fue arrollado por un tren que venía desde Once. Murieron 11 personas. Los servicios de emergencia trasladaron a más de 200 heridos.

Tras aquella tragedia, producida el 13 de septiembre de 2011, se discutió mucho: la posición de la barrera, el rol del guarda, la decisión adoptada por el conductor del interno… Casi seis años después, otro colectivo, otro paso a nivel y otro accidente con muertos con una mecánica similar abren los mismos debates. La paradoja es evidente: a la Argentina le cuesta mucho aprender de sus errores.

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Desde febrero de 2006, hubo al menos ocho anuncios vinculados al soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, obra que podría evitar accidentes como el de Flores. En el ramal donde hoy se produjo el accidente no está previsto que se realice un túnel. 

Dos veces Néstor Kirchner, otras dos CFK, Florencio Randazzo, Jorge Capitanich, Mauricio Macri y Guillermo Dietrich se comprometieron en terminar un proyecto que contempla una inversión de USD 3000 millones.

En octubre de 2016 se produjo un dato significativo: se puso en marcha la tuneladora que estuvo años paralizada en su trinchera. La obra es ambiciosa. En una primera etapa, se propone construir un túnel de 10,46 metros durante un trayecto de 22,4 kilómetros, a 22 metros bajo tierra. El plazo de ejecución es de 48 meses y la máquina avanza 20 metros por día.

Siempre y cuando la obra se termine -a esta altura no es una condición menor-, con el soterramiento se eliminarán 38 barreras, lo que evitaría incidentes como los de Flores y Mariano Acosta. Además, se le dará más fluidez a la circulación de automóviles y aumentará la frecuencia con la que circulan las formaciones. El tren se transformará en una suerte de subte que generaría beneficios directos para 200 mil pasajeros.

La Unidad Ejecutora del soterramiento del Sarmiento fue creada formalmente en 2013 por el gobierno de Cristina Kirchner. Incluyó la conformación de una Unión Transitoria de Empresas (UTE) conformada por las constructoras Odebrecht, IECSA y Ghella.

Recientemente, en medio del escándalo del lava-jato brasileño, Odebrecht le vendió su participación a la italiana Ghella. Además, el Gobierno dispuso que la conducción de la UTE sea ejercida por un director ejecutivo "ad honorem".