A María Evangelina Zappella le diagnosticaron cáncer de mama en 2011, cuando tenía 41 años y una hija que todavía no había empezado primer grado. La operaron para sacarle el tumor, le hicieron quimioterapia y casi 5 años después, cuando pensó que todo había quedado en el pasado, el cáncer volvió. Pero esta vez, a la enfermedad se le sumó un detalle: la odisea de conseguir los medicamentos. "¿No tenemos demasiado con el hecho de cargar con esta enfermedad para que encima tengamos que estar suplicando por un medicamento?", dice.
"Primero me operaron la mama del lado derecho y me hicieron un vaciamiento axilar. Hice un tratamiento con quimioterapia durante seis meses, rayos en la zona y después, como todo andaba bien, me indicaron 5 años de Tamoxifeno (el tratamiento complementario que suelen indicarles a los pacientes con este tipo de cáncer)", cuenta ella a Infobae. En ese entonces, Evangelina era ama de casa y no tenía obra social, por eso se atendía en el Hospital Posadas.
Tenían que pasar 5 años para celebrar. Pero a fin del año pasado, cuando cumplió 4 años y 6 meses de tratamiento, se enteró de que tenía un nuevo tumor, esta vez hormonal, en la zona de la clavícula. "Estaba muy cerca de la vena y de la arteria y me dijeron que no podía ser extraído porque mi vida corría riesgo". La operaron para tomar una muestra y el resultado generó, en la familia, una nueva réplica de aquel sismo. Le encontraron "metástasis y pequeñas lesiones en el pulmón así que me hicieron rayos 3D, porque estaba muy cerca de un extremo del pulmón". Le indicaron, además, que continuara con dos medicamentos.
Como Evangelina había empezado a trabajar en la municipalidad de Hurlingham, pasó de no tener cobertura a tener la de IOMA (la obra social de la provincia de Buenos Aires, que tiene 2 millones de beneficiarios). Pensó, en principio, que ese era un dato positivo. Pero fue después de esa "buena noticia" que a la lucha se le sumó una batalla inesperada: lograr que IOMA le cubriera los medicamentos que le recetó su oncólogo: el Palbociclib de 125 mg. (la caja de 21 comprimidos cuesta 142 mil pesos) y el Letrozol de 30 pastillas, que cuesta 2.800.
"Estamos hablando de una caja de 21 pastillas, y yo tengo que hacer un tratamiento de dos años. Era imposible pensar en comprarlo de manera particular", dice. Mientras no tenía obra social, Evangelina había hecho los trámites en el ministerio de Desarrollo Social y había logrado que le dieran la medicación por cuatro meses. "Pero el 17 de abril, sabiendo que me quedaba medicación para 40 días más y que no se puede cortar, empecé el trámite en IOMA".
Presentó todos los papeles y le dijeron que cada medicamento tenía que estar en unas "recetas violetas" por separado. Le sugirieron que buscara un oncólogo que tuviera esas "recetas violetas" y le transcribieran la que le había hecho su médico. No lo logró: "Ningún oncólogo va a poner su firma para un tratamiento cuando no te conoce y nunca te trató", explica. Volvió al Posadas: nadie tenía recetas violetas.
Después de 1o días de búsqueda, volvió a IOMA y logró que, como "una medida de excepción", le dieran una receta violeta. Volvió al Posadas, su médica transcribió la receta, volvió a la obra social y la entregó. "Me dijeron que ese mismo día salía para La Plata, así que me tranquilicé".
Pasaron los días, llamó a La Plata y llegó la nueva sorpresa: la receta violeta nunca había salido de la sede de Hurlingham. "Y ahí me agarró la desesperación. Agarraba cada pastilla que me quedaba como si fuera de oro, yo pensaba 'esta pastilla vale casi 7 mil pesos, no se me puede caer".
Evangelina siguió online el trámite hasta que apareció como "aprobado". "Fue una alegría. Pero este jueves, cuando fui a decir en la sede que estaba aprobado, me dijeron: "Ah bueno, el lunes enviamos el trámite a la sede de Morón y de ahí irá a La Plata. "No lo podía creer. Les dije 'entendeme, no puedo seguir con esta burocracia, mi vida depende de ésto, lo llevo yo a La Plata", y le contestaron que no podía: el trámite tenía que viajar en camioneta cerrada. Que además, tenía que pasar por "Farmacia", después por "compras", luego por "Laboratorio" y que, desde allí, la iban a llamar.
"El problema es que me queda sólo una semana de tiempo y me quedo sin medicación", dice ella, angustiada. La angustia no es sólo por lo que está asando aquí y ahora. En IOMA ya le avisaron que todos los meses iba a tener que hacer el mismo trámite y volver a llevar fotocopias de las biopsias, de los resultados de la tomografía, la famosa receta violeta. Todo.
"El estrés y la angustia que pasa el paciente es terrible. También es muy duro para la familia. Uno piensa 'ya está, ya vivo con esta espada en la nuca, ¿encima tengo que estar pasando por esto? El tipo de cáncer que tengo es hormonal, eso significa que el estrés es muy perjudicial", dice. Infobae se comunicó con las autoridades de IOMA: el lunes tendrá sus medicamentos. "Eso quiere decir que el trámite estaba dormido y a nadie le importaba. Yo ya tengo cáncer, no había ninguna necesidad de hacerme pasar por esto".