Sin descanso y sin agua: denuncian torturas en la Escuela de Policía de Tucumán

Dos jóvenes de 18 años relataron haber sido víctimas de vejaciones y sometidos a un régimen de entrenamiento inhumano en la escuela de Cadetes de la provincia. Uno de ellos terminó en terapia intensiva con insuficiencia renal. Desde las fuerzas de seguridad desmintieron tales acusaciones

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La escuela de cadetes de la Policía en la provincia de Tucumán se vio involucrada en un escándalo local luego de la denuncia de dos estudiantes por torturas, vejaciones y malos tratos durante su curso.

Los dos aspirantes en las fuerzas de seguridad alertaron sobre golpes, abuso en la realización de ejercicios, falta de hidratación, presión psicológica e interrupción del sueño durante su estadía en la Escuela de Policía de la provincia.

Uno de los denunciantes es un joven de 18 años llamado Luis Reales, quien ingresó al centro de estudio el 1º de abril y se retiró cinco días después al quedar internado en terapia intensiva, con sus riñones severamente afectados por los castigos.

"Cuando me notaban cansado y que no podía seguir, me gritaban y me hacían pasar a otro instructor. Llegué a dar dos vueltas haciendo ejercicios para cada instructor", relató Reales en un video grabado por sus familiares dentro del hospital y publicado luego por el diario La Gaceta.

Una de las técnicas que el joven alertó con mayor preocupación era la de la interrupción intencional del sueño de los estudiantes. Según Reales, una noche los enviaron a dormir a las 23 horas y luego los despertaron de imprevisto a las 2 de la mañana para realizar ejercicio. El estudiante insinuó que luego ya no le dejarían seguir durmiendo durante el resto del día.

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Reales reconoció que varios de sus compañeros notaron que su umbral de resistencia no era tan fuerte, y que fueron vitales para ayudarlo a resistir el mal momento.

"Mis compañeros notaban que yo no podía y me ayudaron. Me ayudaban poniéndome las zapatillas. Me ayudaban acomodando las cosas de la cama, me decían las cosas que seguían por hacer. Cuando notaban que estaba cansado, ellos me empujaban para que siguiera adelante. Me alentaban para que no pida la baja, a cada rato, en todo momento", describió.

No sucedía así con los instructores que, según el cadete, lo obligaban a mantenerse con los ejercicios aún cuando había evidencias de las secuelas físicas. Al cabo de unos días, el joven de 18 años empezó a orinar sangre y aun así se le seguía exigiendo que realizara las tareas de entrenamiento.

"Me menospreciaban a cada rato. Me decían que yo ya no daba para más y que pidiera la baja", relató.

El joven entró en una crisis de nervios y durante unas semanas no le comentó a su familia la pesadilla que vivía en la Escuela de Policía. Así, una vez interiorizado en el tema, el abogado de la familia, Jorge Lobo Aragón, planteó la posibilidad de llevar el caso a la Justicia y presentarse como querellante. "Lo masacraron", dijo el letrado.

"Al llegar al sanatorio 9 de Julio, no lo podíamos despertar. Estaba al límite. Los médicos nos dijeron que no podían asegurarnos que pudiera salvarse. Si no lo llevábamos a tiempo, se nos podía haber muerto", explicó Alejandra Barrionuevo, la madre del joven.

El diagnóstico brindado en el centro de salud fue que Reales sufrió un "fracaso renal agudo por rabdomiolisis con antecedente de ejercicio físico en días previos".

La escuela de cadetes de la Policía de Tucumán, en la mira
La escuela de cadetes de la Policía de Tucumán, en la mira

La denuncia restante fue realizada por otro joven, Luis Serra, quien abandonó la escuela a finales de marzo y está con tratamiento psiquiátrico.

Serra describió cómo fue su último día en el curso: "Vomité y dije que me sentía mal. Me respondieron que siguiera haciendo el entrenamiento o me daban la baja. En un momento empecé a ver puntos y no me acuerdo nada más".

La respuesta desde la Policía tucumana

Del otro lado del mostrador no se hizo más que desmentir las acusaciones de los dos jóvenes aspirantes a policía, a quienes se les cuestionó la capacidad de responder a los requerimientos del arduo entrenamiento.

"Jamás les faltó agua ni comida. Sería algo inhumano, más con el calor que hace en esta provincia. Además, los cadetes mayores no agredieron a nadie. Al contrario, se busca el compañerismo porque cuando salen de acá tienen que ser compañeros en la calle. Cuando Reales se sintió mal, se llamó a los padres al instante. El chico salió caminando, no lo sacaron arrastrado. Puede que haya tenido una dolencia antes de entrar. Si no, el resto de los 103 cadetes también tendrían reventados los riñones", afirmó a La Gaceta el comisario Jorge Cruz, director de la Escuela de Policía de Tucumán.

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