Nadie sabe su nombre, pero su espíritu debería avergonzar a los que están destruyendo la escuela

En Tucumán y anónima, hace sus deberes en la calle y pide limosna. Un luminoso y doble sacrificio, y también un ejemplo, para los que nada construyen y mucho se quejan

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Lo que sigue no es un desgarrador cuento de Charles Dickens. Nadie como él describió la miseria los los bajos fondos de la Londres del siglo XIX. Pero esta foto, esta escena, esta historia sin nombre, alude a sus páginas.

Las lleva hasta el siglo XXI. Las lleva de Londres a Tucumán, República Argentina. Recalan en un punto preciso: San Miguel de Tucumán, calle 24 de septiembre al mil doscientos, a pocos metros del puente ferroviario Lucas Córdoba.

La escena no lo dice todo. Una niña hace sus deberes sentada en el cordón de la vereda. Puede tener seis años. Acaso siete. Protagoniza una historia. Pero nadie sabe su nombre.

La descubrió Eve Sánchez. Una estudiante tucumana. La foto la tomó y la subió a Facebook Marianela Sánchez: también tucumana, y estudiante universitaria. Dos nombres al menos. Pero no el de la niña. Pero sí la otra verdad.

Hace sus deberes… antes de su otra tarea. Pedir limosna. Rogar por una moneda. Por el pan nuestro de cada día. Que a duras penas es el de ella.

Que depende del semáforo rojo: cuando ese color se enciende, estira su mano entre los autos. Tal vez algo caiga… Y en la luz verde sigue dibujando letras y palabras.

Ni un brillante publicitario hubiera imaginado un afiche tan perfecto para definir la crisis de la educación. Los paros. Los intereses políticos de los responsables. Esos a los que la niñez jamás los recordará como al genial sanjuanino. "Y en su pecho / la niñez de amor un templo / te ha levantado / y en él sigues viviendo".

Sarmiento, sí.

Es posible que vía Facebook alguien la ayude. Porque sin saberlo y desde su dura vida, es la cara luminosa y rebelde de un país que se empeña en abandonar su semilla esencial: la escuela. La única aventura de las que nacen todas las demás: leer y escribir.

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No cayó en Tucumán una bomba atómica. Tampoco fue arrasada por un tsunami. Sin embargo, esta niña sin nombre y mendicante su une a aquellos chicos japoneses que estudiaban entre los escombros, el dolor, la muerte. Aquella nota de Infobae que mostró Mauricio Macri en televisión.

Esa tenaz batalla contra la ignorancia que no puede tener fin.
Porque los ciegos de siempre se niegan al armisticio.

Y así estamos.