"Una alumna me mandó a la m... y la directora dijo que yo no podía cambiarle la cultura"

Cecilia Maristany fue cuestionada en 2014 por poner notas bajas. “¿Qué pasa en la escuela pública que no hay más sanciones?”, dice hoy a Infobae. Asegura que se viene de una larga decadencia y que hay alumnos de 6° que “no saben leer”

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La calidad educativa estuvo en el tapete en estos días. Los sindicatos docentes cuestionaron el hecho de que se quisiera evaluar el nivel de conocimientos de los alumnos de primaria y secundaria. Infobae buscó a la docente que hace dos años fue apercibida por poner "notas bajas" para conocer su diagnóstico actual.

En 2014 Cecilia Maristany, docente de Artes Plásticas, fue observada por los directivos de la Escuela Primaria Nº37 por haber puesto "notas bajas" a algunos de sus alumnos, entre ellos uno que tenía serios problemas de conducta. Días antes, la escuela había avisado a los maestros —ella no había sido notificada— que ya no podrían calificar con notas inferiores a 4 porque la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense -entonces dirigida por Nora De Lucía- las consideraba "estigmatizantes" en los colegios primarios.

Según recuerda hoy Maristany, lo que en realidad molestó a las autoridades de esa escuela primaria de Don Torcuato no fue la calificación sino que ella hiciera el descargo en su cuenta de Twitter y que con eso salieran a la luz las falencias de la educación que algunos pretendían barrer bajo la alfombra. En diálogo con Infobae recordó qué pasó entonces, cómo continuó su carrera y la actualidad de la educación publica.

“Bajaron mi calificación por evidenciar una problemática que no tenía que saltar”

"En aquel momento cerré el trimestre —sin saber lo que se había anunciado porque nadie me dijo nada— y como había chicos con notas bajas me llamó la Vicedirectora. Yo doy plástica y bajas notas en plástica es grave… Tengo chicos con problemática seria y no tenemos herramientas. La educación actual no tiene herramientas y no podemos solucionar los problemas por los que los chicos llegan a la escuela en esas condiciones. En 2010, con esta misma gestión (se refiere a las autoridades de la escuela) tuve que labrar un acta porque una alumna me había mandado a la m…  ¡Y la directora dijo que yo no podía cambiarle la cultura! Ya venimos de una decadencia que lleva un tiempo", contó Maristany.

Y sigue: "Me labraron un acta por tener muchos alumnos con bajas notas y entre ellos, decían, que había una nena con proyecto de inclusión que yo desconocía. Ni bien labran el acta escribo un tuit contando lo que pasó y ese mismo día me llama (Jorge) Lanata para hacerme una nota. Unos meses después tengo una reunión con el subsecretario de Nora De Lucía, Néstor Ribet. En ese momento no me sancionaron, pero la directora a fin de año bajó mi calificación. Lo apelé, pero nunca supe si me la habían devuelto porque siempre tuve 10. Bajaron mi calificación por evidenciar una problemática que no tenía que saltar. No suelo poner uno, a lo sumo pongo 6, pero en ese caso fue con un chico que tenía una conducta tremenda, no trabajaba en clase y era un peligro. Pero después de ese uno, a la semana, ese nene llevó los materiales y trabajó. No fue tan difícil el tema".

Tras ese llamado de atención lo que siguió fue poco amable. "Los directivos tenían una bibliografía que me mandaron a leer que explicaba cambios en ciertas normas y pautas en la escuela respecto a las calificaciones. No recuerdo el autor, pero venía de la Universidad de San Luis y se refería a pedagogías muy lindas para otras latitudes, pero no para las nuestras donde todo se desmadró a partir de 2001… Yo exijo a los alumnos; no que tengan una carpeta excelente, aunque la pido, pero si no tienen los elementos no trabajan y si no trabajan se pierden la oportunidad del mundo del arte, que no es hacer un dibujito solamente, sino tener un panorama muy interesante. Después de ese tuit tuve dos años de persecución y como consecuencia me subió la presión arterial. Me sentí perseguida porque siguieron elevándome actas. Una fue por abanicarme en la puerta del salón y otra por usar el celular en clase sabiendo que lo uso para enseñar. Me sentí muy perseguida y me ofrecieron cambiar de escuela, pero no quise. Estoy hace 17 años en esta escuela y no tengo por qué irme porque tengo un sentido de pertenencia total y un compromiso de hace mucho tiempo".

“Nuestra vocación es cambiar la escuela y que nos lleve a otro lugar. Nuestro compromiso está, somos muchas la que lo queremos lograr”.

El Twitter que llamó la atención de Ministro de Educación bonaerense, Alejandro Finocchiaro

En medio de esta entrevista, Maristany recibió un llamado del despacho del Ministro de Educación de Buenos Aires para interiorizarse del tema y prometió soluciones.

"La Educación Pública está a la deriva"

“Es horrible estar con el látigo en la mano, pero con una sociedad desmadrada algo hay que hacer”

Luego de repasar lo que sucedió desde septiembre de 2014 tras la publicación de los tuits que anteceden este subtitulo, Maristany contó a Infobae que pese a que le recomendaron que cambiara de escuela, optó por quedarse por el lazo afectivo que tiene con sus compañeras y alumnos. Pese a ello es objetiva con la realidad que vive. Considera que la enseñanza pública está "deteriorada" y que la formación docente debería cambiar para llegar a ser tan buena como la universitaria. Además, apuntó a dos temas que no parecen estar en el radar de las autoridades de Educación: la violencia y el hambre.

"¿Qué pasa en la escuela pública? Que no hay más sanciones. Un chico pega y no hay sanciones. He visto a uno pegarle a una chica, tirarla al piso, fui a a hablar con los directivos y no se puede hacer nada porque no hay sanciones. No se puede hacer nada. La escuela está a la deriva. Es horrible estar con el látigo en la mano, pero con una sociedad desmadrada algo hay que hacer. Así las escuelas públicas se fueron deteriorando, en cuanto a la calidad educativa. No se puede retener a un chico adentro del aula, la escuela comenzó a ser un aguantadero", se lamentó. Y apuntó contra el sistema: "Hay chicos de 6º grado que no pueden leer y tenemos muchos alumnos que todavía no están alfabetizados. Nosotros advertimos de todos estos temas, que son fundamentales, porque queremos a los chicos en la escuela, incluidos, pero si tenemos un chico que es fronterizo tiene que ir a una escuela especial y con esto no estamos discriminando sino advirtiendo que hay personal preparado para ayudarlos".

Respecto de la formación docente, dijo que es "deplorable" y que para que sea buena "hay que darla vuelta entera; si logramos cambiar la formación docente es probable que podamos llegar a una buena educación primaria y secundaria, porque la universitaria es excelente, pero el rebote lo tienen cuando entran. Hay universidades que tiene el Curso de Aprestamiento Universitario (CAU), que es un curso de lecto-escritura. Se sabe que salís leyendo y escribiendo desde la primaria, entonces ¿qué pasó en la secundaria?", cuestionó. Al ser consultada sobre la situación de los niños que llegan a sus aulas, lo que más le duele es saber que muchos no comen. "Todos los días pregunto quién desayunó. También hay muchos casos de violencia y abuso. La escuela es la encargada de resolver estas problemáticas, pero no damos abasto. El gabinete en nuestra escuela es chiquito, hay dos personas que no alcanzan a hacer todo, porque los padres los tienen que llevar a terapia y no lo hacen. Hay mucha violencia dentro y se trae de afuera porque en la escuela no usamos la violencia. No tenemos cómo revertir el problema social. Las primarias necesitan más asistencia".

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En cuanto a la evaluación nacional Aprender 2016 a la que hace unas semanas fueron sometidos unos 4 millones de alumnos, Maristany no se mostró en desacuerdo con la prueba en sí, sino con el método y el tiempo en que se hizo y los recursos invertidos. "Le mandé a decir al ministro que no estamos de acuerdo con el Evaluar, pero porque es gastar mucho dinero en algo mientras necesitamos otras cosas. Si quieren saber dónde estamos parados, nosotros se lo decimos, no lo vamos a adular ni a apedrear porque seamos de otro pensamiento político sino que le vamos a comentar la realidad. Acá no entra la política, solo la política educativa. Lo que queremos es que nuestros chicos vuelvan a pensar, a calcular, a escribir y a pasar de grado sabiendo. Sino no hay futuro", finalizó.