"La policía no trabaja y el Estado mira para el costado"

Así describe Ronnie Arias la indefensión frente al delito, en esta charla con Infobae, en la que también recuerda su experiencia viviendo en la calle, habla de su relación con mujeres y explica por qué no se casa. Además, cómo fue el momento en que Fernando Peña habló de su sexualidad frente a sus padres

Compartir
Compartir articulo

Se inició en el teatro under y la fama le llegó como notero en Kaos en la ciudad, de la mano de Juan Castro. El humor lo acompañó en toda su carrera y está presente en cada respuesta de esta charla en la que fue imposible no reír constantemente.

"Estar fuera de la televisión por un tiempo hace que uno baje de revoluciones", dice el conductor, que va por su séptima temporada de Sarasa en FM 100. "No veo cosas en las cuales me pueda sentir reflejado; cuando uno trabaja en este medio extraña lo que quisiera hacer. No hay un gran morning show. Está bueno lo que hace Santiago del Moro, pero es el upgrade del debate de Gran Hermano, cambiaron a los "hermanitos" por "políticos", explica sobre las posibilidades de volver hoy a la pantalla. "El show político me tiene harto. La televisión se convirtió en un gran panel y todo te funciona de 10 puntos de rating para abajo con panel y de 10 para arriba cuando hay plata, ficciones o una gran producción como la de Marcelo Tinelli".

 

— ¿Hay una exigencia de ser siempre divertido?

— Hay una energía que fluye, soy una persona que está con energía constante. No soy inteligente, no soy más vivo que nadie, no soy más ácido que nadie, tengo una energía que proyecta. Entonces me hago puré cuando llegó a casa. Me corto los pies si me ves en la calle en crocs, nada me parece más anti sexy y anti humano que las crocs; pero llego a mi casa y me pongo pijama y crocs, y si hace calor camiseta y medias.

A esta altura de mi vida, tomé actitud Granata: prefiero no saber

— Llegás a casa y te encontrás con tu pareja de 22 años ¿Cómo se hace?

— Somos muy amigos. Nos divertimos mucho, la pasamos bien. Nos vamos y nos escribimos mensajes. En realidad el rompe huevos soy yo: "¿qué hacés?", "¿qué pensás?", "¿de qué te reís?"

— ¿Celoso?

— A esta altura de mi vida, creo que tomé actitud Granata: prefiero no enterarme.

— ¿Podrías tener una pareja abierta como la de Mariano Torre y Elena Roger que se cuentan cuando están con otra persona?

— No sé si podría. Una vez me invitaron a hacer un ménage à trois y no lo pude hacer porque no sabría a qué lado seducir. Yo necesito una cámara o una audiencia. Dos personas es too much. Entonces, que me vengas a contar no me interesa, prefiero no enterarme. Si llego a casa, está el mate listo, nos reímos y charlamos de lo que hicimos en el día, soy feliz. Después de veinte años prefiero no enterarme de nada.

— ¿Hijos no quisiste tener?

— En un momento sí, pero Pablo tuvo miedo, entonces le llevé un gato. Estaba haciendo una nota de La liga con una chica que se llamaba "La Lio", tenía problemas con el paco y, mientras esperábamos para la nota -porque todo era vivencial, te tenías que quedar toda la semana viviendo en la 1-11-14-, pasa uno con dos gatitos, le dije "Dame uno" y me pregunta la asistente de sonido: "¿Cómo le vas a poner?". "Si es mujer, Palta", porque había una verdulería, "Y si es hombre, Paco", y le quedó el señor Paco.

De todo lo que me tocó hacer en La Liga, lo más heavy fue vivir en la calle

— ¿Cómo fue vivir una semana en la villa?

— Fuerte. Pero de todas las experiencias que me tocó hacer en La liga lo más heavy fue el vivencial en la calle. Me habían puesto lentes de contacto marrones, barba, peluca… ¿sabés que la gente no te registra? No estoy hablando mal porque yo soy la gente. No vemos. Al tercer día dije que no podía más. Me senté en un banco sobre Avenida de Mayo y me puse a llorar porque le decía a mi productor que la gente no te ve… y otra cosa que descubrí es que la mayor parte de los que viven en la calle en ese estado, no es que no tienen donde vivir, sino que es gente que ya se fue.

— Me dijiste hace un ratito que estás harto del debate político.

— Porque no va a pasar nada. No respetamos nada. El conductor no pone el giro para doblar y el que va a cruzar cruza en el medio de la calle. El perro que caga en la calle y el dueño no levanta. Cómo alguien que cobra un sueldo para cuidarte a vos te viene… La policía mira para otro lado, eso es lo que sucede. Tiene que ver con una idiosincrasia.

— La corrupción chiquita, coimear a un policía, no nos enoja como la corrupción grande.

— Nosotros podemos ser corruptos pero no pueden ser corruptos los que trabajan para nosotros.

— ¿Qué opinión te merece el debate sobre la legítima defensa?

— Yo no tendría un arma en mi casa. Somos las víctimas de una policía que no trabaja y de un Estado que mira para el costado y está pensando cómo se puede enriquecer.

La justicia está retorcida, hay demasiada vulnerabilidad y demasiada permisibilidad

— ¿Te robaron alguna vez?

— Tuve asaltos. Me vaciaron la casa sin que yo esté hace muchísimos años, y una vez me quisieron robar yendo por Esmeralda y Corrientes, un pibe se abre la campera y me dice "dame todo" y me muestra un arma, 3 de la tarde, pasaba un colectivo y les digo a los que estaban arriba del colectivo: "miren, tiene un arma, tiene un arma". No me asusté, le hice frente. La justicia está retorcida, hay demasiada vulnerabilidad y demasiada permisibilidad.

— Te cambio de tema, has salido con mujeres, ¿fue buena la experiencia?

— Sí, tuve relaciones con mujeres, muy agradables, muy entretenidas y muy fructíferas.

— Pero quedó en el pasado.

— Y… es mucho trabajo, ustedes son muy complicadas, chicas. Ustedes piensan, nosotros… Iba a decir nosotros garchamos. Es diferente.

— ¿Todavía pueden aparecer mujeres que te gusten?

— No, hay mujeres que me parecen muy calientes. Una Araceli hace unos años. Hoy ya está como en actriz, ya te hace de maestra golpeada, pero una Araceli en otro momento era… Hay mujeres que son muy calientes, que largan sexo por los poros.

Si me discriminaron, siempre zafé con el humor

— ¿Fuiste discriminado alguna vez?

— Y, era el gordito puto de la clase, así que imaginate que o era gracioso o no sobrevivía.

— ¿Cómo la pasaste en esa infancia, durante la educación?

— No la sufrí, no sufrí el servicio militar. Y si me discriminaron siempre zafé con el humor. Cuando me estás diciendo las peores cosas yo te hago como el de House of cards. Por dentro se me puede estar rompiendo el corazón, puedo estar partiéndome y deseándote la muerte mientras te miro y cuando me voy te doy un beso.

— Tu papá murió cuando vos eras muy chiquito.

— Mi papá falleció cuando yo tenía 4 años, mi vieja tenía 23 y cinco hijos. Imaginate lo que es eso. Yo digo siempre que por puta le pasó, si hubiera garchado menos… Ella se ríe ahora, pero…

— Después se volvió a casar ¿cómo fue conectar con ese papá, con el que te adopta?

— Fue fácil. Fue más complicada la adolescencia con mis hermanas, me fui de casa muy joven, a los 16. Fue mucho más complicado el hecho de vivir en la casa de Bernarda Alba con todas mujeres que mi viejo que sirvió de catalizador. Es más, el día que hablamos de mi sexualidad con mi viejo, me dijo: "Si me lo hubieras dicho hace 30 años cuánto más fácil hubiera sido esto".

— ¿Te costó contarles?

— No pude evitarlo porque estábamos con Fernando Peña y él me dijo: "¿Le vas a decir a tus viejos que sos puto o vas a seguir careteándola?" Fernando tenía eso, era in your face, no había manera.

Durante mucho tiempo estuve en contra de la marcha del Orgullo Gay

— ¿Y a vos qué te pasó en ese momento?

— Yo pregunté: "¿Se lo tengo que decir delante de mucha gente o se los puedo decir a solas?". Y ahí fue cuando mi viejo dijo: "¿Ves? Si me lo hubieras dicho antes habríamos evitado tantos problemas". Para todos los chicos gay o para toda la gente que tiene que salir del closet, porque todos estamos metidos adentro de un closet de una manera u otra, lo importante es no etiquetarse. Durante mucho tiempo estuve en contra de la marcha del Orgullo Gay, me parecía que era al pedo. Pero bueno, creo que la visibilidad está bien ¿Y sabes cuándo me di cuenta? Cuando hacíamos Kaos en la ciudad invitaron a Juan (Castro) y Carla Czudnowsky a la marcha del orgullo y a mí no, y cuando pregunté por qué, me dijeron: "porque el personaje que yo hacía era muy mariquita y desdibujaba el personaje del gay". Uno tiene que ser visible pero no etiquetarse, que es diferente. Cuando te etiquetás sos un producto.

— ¿Te sentiste en deuda en algún momento con el kirchnerismo por la sanción de la ley de matrimonio igualitario o por la ley de identidad de género?

— Es lo que había que hacer y aparte no costó un peso, así que imaginate, tenían que ir a firmar un papel. Viste que a nuestros diputados, senadores, no les gusta mucho gastar plata. Eso era ir y firmar un papel, no era muy difícil. Lo bueno es que lo hicieron. Creo que tomaron el lugar que tomó en su momento el Justicialismo cuando Eva le da el voto a la mujer; revolucionaron el mundo. Ya lo tenía Inglaterra porque Elton John se había casado y entonces les pareció una muy buena medida. El mundo nos miró de una manera completamente diferente.

— ¿No te dieron ganas de casarte?

— Compré las alianzas hace no sé cuántos años y dije: "Nos comprometemos. Si te querés casar, me tenés que pedir vos".

— ¿Estamos esperando todavía?

— Estamos esperando.

— ¿Qué excesos te permitís?

— Pocos; a medida que uno se hace viejo tiene que controlar los excesos porque hay otras cosas que se empiezan a mover. Tomo vino, rosado me puedo tomar tres botellas, pero prefiero comer tres huevos fritos. Los 80 ya pasaron. Ya hice todo lo que tenía que hacer. En una fiesta pasa un porro y le das un beso, pero basta.

Hemos perdido el sentido del humor y lo políticamente correcto nos va a terminar comiendo por dentro

— ¿En los '80 descontrolaste mucho?

— Era lo que se llevaba, había que experimentar. Ahora todos mis amigos de los '80 son padres, tienen hijos adolescentes y están recontra paranoicos. Les digo: "¿Viste lo que le hacías a tu vieja?". Está bien, hay que controlar, pero los chicos van a experimentar por sí solos.

— Tengo un tweet tuyo que dice: "Pensar que de chicos teníamos que pedir permiso para todo y ahora seguimos pidiendo permiso para todo".

— Tiene que ver con nosotros, porque a veces voy en la moto, me voy enroscando y a veces quisiera decir un montón de cosas. Hemos perdido el sentido del humor y lo políticamente correcto nos va a terminar comiendo por dentro. Tomemos el ejemplo Muscari, yo entiendo que es una falta de respeto total, pero creo que hay que volver a tener un poco de humor sobre uno mismo. Uno tiene que poder reírse de uno mismo y después reírse con el otro. Para mí la vicepresidenta hoy, que pueda sentarse en lo de Tinelli a hacer jodas con la silla de ruedas habla de una visualización del problema. Visualizar el problema hace que deje de serlo. Teniendo humor sobre nosotros mismos podemos aprender y crecer.

Agradecimiento: Producción de vestuario Paula Balmayor, peinado y maquillaje Sofia Diez.