
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió por primera vez la enfermedad conocida como COVID persistente, pos COVID-19 o long COVID, con el objetivo de facilitar el tratamiento de los enfermos.
La médica Janet Díaz, jefa de gestión clínica de la OMS explicó en una presentación en Ginebra, Suiza, que se trata de una patología que se presenta “normalmente tres meses después del inicio del COVID-19″. “Los síntomas duran al menos dos meses y no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo”, dijo. La definición de la nueva enfermedad fue realizada luego de una consulta a nivel mundial.
La mayor parte de los pacientes que padecen COVID-19 se recuperan completamente, aunque algunos sufren “efectos a largo plazo en su organismo, en los sistemas pulmonar, cardiovascular y nervioso, así como efectos psicológicos”, agregó la experta. Los efectos pueden aparecer con independencia de la gravedad inicial de la infección y se dan con mayor frecuencia en mujeres, personas de mediana edad y en aquellos que mostraron más síntomas inicialmente.
La definición completa del COVID persistente dada por la OMS es la siguiente: “La afección pos-COVID se produce en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por el SARS-CoV-2, generalmente tres meses después de la aparición del COVID-19 con síntomas que duran al menos dos meses y que no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo. Los síntomas más comunes son la fatiga, la dificultad para respirar y la disfunción cognitiva, pero también se pueden dar otros síntomas que suelen repercutir en el funcionamiento cotidiano del enfermo. Los síntomas pueden ser de nueva aparición, tras la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19, o pueden persistir desde el inicio de la enfermedad. Los síntomas también pueden fluctuar o puede haber recaídas con el tiempo. Para los niños, puede ser aplicable otra definición”.
La búsqueda de una definición del organismo global busca llevar claridad a los profesionales de la salud acerca de esta nueva enfermedad que está complicando los esfuerzos por avanzar en las investigaciones y los tratamientos.

Díaz subrayó, durante la presentación que hizo en la sede de la ONU en Ginebra, que los síntomas del pos COVID incluyen “fatiga, dificultad para respirar, disfunción cognitiva, pero también otros que generalmente repercuten en el funcionamiento cotidiano”.
“Los síntomas pueden ser de nueva aparición, tras la recuperación inicial de un episodio agudo; o bien, pueden persistir desde el inicio de la enfermedad. Además, los síntomas también pueden fluctuar o puede haber recaídas con el tiempo”, precisó.
Una revisión de estudios científicos realizada en Estados Unidos identificó que hay 55 efectos a largo plazo que pueden aparecer después de desarrollar la enfermedad COVID-19, entre los que se encuentran los descriptos por Díaz.
Díaz consideró que esta nueva definición implica un “un importante paso adelante” para estandarizar el reconocimiento de los pacientes con esta condición. La OMS espera que “ayude al personal médico y sanitario a reconocer a los pacientes y a comenzar con los tratamientos e intervenciones adecuados y a tener claros los caminos a tomar”, agregó. “Esperamos que los responsables políticos y los sistemas sanitarios establezcan y apliquen modelos sanitarios integrados para atender a estos pacientes”, manifestó.
Mientras existen pruebas precisas para detectar la infección inicial por COVID-19, no hay ninguna para detectar esta afección posterior, y aún no está claro qué lo desencadena y por qué algunas personas la padecen y otras no.

Hay varios interrogantes aún sin responder al respecto, dijo Díaz, como por ejemplo: “¿Se trata de la persistencia viral, o hay microtrombosis o algún problema con el sistema vascular? o ¿hay problemas de autoinmunidad?, ¿o es el sistema inmunológico que está funcionando mal y que está causando algunos de los síntomas?”. Estas son algunas de las hipótesis que han planteado los científicos.
En verdad los estudios que se vienen realizando en torno del llamado long COVID son numerosos. Uno de los últimos que busca hallar una explicación intentó dar una respuesta de por qué algunas personas parecen no poder eliminar la infección totalmente. Investigadores en Alemania han descubierto que el virus cambia el tamaño y la rigidez de los glóbulos rojos y blancos en el cuerpo humano. Además, estas modificaciones pueden durar meses, posiblemente explicando los síntomas aparentemente interminables de COVID-19.
Un equipo del Centro Max Planck de Física y Medicina de Alemania utilizó una técnica llamada citometría de deformabilidad en tiempo real para examinar miles de células sanguíneas tanto de pacientes con COVID-19 como de individuos sanos. Esas pruebas revelan que el tamaño y la deformidad de los glóbulos rojos difiere mucho entre los que contraen COVID-19 y los que no. El estudio fue publicado en la revista especializada Biophysical Journal.
El Reino Unido ha asignado 21,5 millones de euros para financiar las investigaciones sobre este tema y Francia ya destinó 2,2 millones de euros.
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