La paradoja de Pfizer y las sombras de la economía: el Gobierno busca armar una apuesta electoral en dos tiempos

El oficialismo presenta como un éxito el necesario pero tardío contrato con ese laboratorio. Parece extraño después de la demora generada por su propia cerrazón. Las vacunas son vistas como clave para las PASO. Y atado a eso, cierta mejora del clima económico para la elección de noviembre

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Carla Vizzotti anunció el primer acuerdo con Pfizer
Carla Vizzotti anunció el primer acuerdo con Pfizer

La idea suena sencilla: la vacuna para septiembre y la economía para noviembre. La apuesta y la esperanza del oficialismo están enfocadas en llegar a las PASO con buena parte de la sociedad vacunada y afirmar para noviembre una recuperación económica con efectos visibles para la gente. Suena bien y es compartido en los escritorios de campaña. Eso explica la línea que busca sostener ahora el Gobierno en cuanto a la importación de dosis, una especie de pluralidad que deje atrás demoras y supere las dificultades con las segundas aplicaciones. Del mismo modo, aunque más tenue hasta por razones internas, aparece la renovada divulgación de pronósticos sobre “brotes verdes” crecientes hacia el cuarto trimestre. Todo, sin admitir problemas de propia autoría en los dos terrenos.

El anuncio de un primer y tardío acuerdo con Pfizer fue expuesto por Carla Vizzotti como un éxito, fruto de una persistencia negociadora que en realidad no existió. Sería un triunfo del Gobierno, en rigor, sobre sí mismo. Es la paradoja del contrato con el laboratorio que ofrecía un trato de privilegio, como contraparte de la realización de las fases de prueba en el país. Pudo haber sido el año pasado, después de la rápida aprobación de ANMAT. La historia es conocida: se resume en la inclusión del término “negligencia” en la ley aprobada hace nueve meses, que trabó las tratativas, y el DNU de hace unas pocas semanas que abrió la puerta, finalmente.

En medios oficiales se repite un argumento que a su manera expresó Alberto Fernández. La nueva negociación con Pfizer sería la muestra de que no existieron razones políticas o ideológicas condicionantes de los contratos por vacunas. No es lo que expone la conocida carta de Cecilia Nicolini al Fondo Ruso de Inversión Directa. Y sobre todo, no es lo que ponen en negro sobre blanco las demoras iniciales con el plan de vacunación y el grave problema de segundas dosis con la Sputnik V, que en breve serían suplantadas por otras marcas, según fuentes coincidentes de la Ciudad y de la Nación.

Esa alternativa es la que alimenta ahora la esperanza de contar a principios de septiembre con un importante porcentaje de personas con vacunación cumplida, es decir, con las dos dosis. El problema es especialmente sensible en la franja de adultos mayores, con cifras crecientes de plazos más que superados para completar el esquema de doble inoculación. Esa es a la vez la expresión de la política que privilegió y cerró el círculo alrededor de la Sputnik.

En realidad, se admite en círculos oficialistas, la cuestión del lento arranque del plan de vacunación y el escaso porcentaje de personas con el esquema completo aceleraron la decisión de revisar la cerrazón ante Pfizer, y por extensión hacia Moderna y Johnson & Johnson. También, la potente demanda de dosis para chicos con graves problemas de salud. Y por supuesto, los problemas de arrastre con la opción rusa.

Santiago Cafiero y Matías Kulfas, en un reciente anuncio para pymes.
Santiago Cafiero y Matías Kulfas, en un reciente anuncio para pymes.

Pensado ya en términos electorales, el lado no expuesto abiertamente de la estrategia es evitar el debate sobre los desaciertos y obstinaciones del Gobierno en la administración de las medidas sanitarias frente a la pandemia del coronavirus, con su impacto como agravante de la crisis económica. Y sus consecuencias sociales. La cara más dramática es expuesta por las cifras de contagios y muertes, más allá del cálculo político en la competencia electoral.

Todo empalma además con la necesidad de revertir el cuadro económico, por supuesto que parcialmente. El Gobierno exhibe números recientes sobre la actividad económica atados, como era previsible, a los momentos de mayores o menores restricciones. La economía cayó en mayo en comparación con abril y enhebró entonces dos bajas seguidas mes a mes. En cambio, mejoró algo en junio y, según anticipan, volvería a hacerlo en julio. El “rebote” esperado sobre todo para el último cuatrimestre sería una recuperación parcial de lo perdido en 2020, un año dramático en todo sentido.

Desde el ministerio de Desarrollo Productivo y desde jefatura de Gabinete se vuelven a destacar algunos números de recuperación luego de los datos negativos de la segunda ola de coronavirus. Sin embargo, desde el kirchnerismo duro mantienen prevenciones, quizá a la vez por el malestar con Matías Kulfas.

Por supuesto, existen encuestas que colocan los problemas económicos al tope de las preocupaciones. Es la traducción de un humor social incierto si se lo mide en perspectiva electoral. Pero además hay cifras que muestran los niveles de deterioro producidos por el agravamiento de la crisis.

Una estadística, tal vez la que más descoloca a sectores oficialistas, será presentada en septiembre, aunque por calendario oficial, después de las PASO. Se trata de la medición de pobreza del primer semestre de este año. El último informe, de la segunda mitad de 2020, registró un 42% de personas por debajo de la línea de pobreza, con un 10,5% en indigencia.

En los últimos días, se conocieron además estudios con datos y hasta títulos significativos. “Pymedemia: Argentina, con menos empresas que hace diez años”, escribió Ecolatina. Señaló que el año pasado se perdieron unas 20.000 unidades productivas y unos 100.000 puestos de trabajo formal. Otro trabajo, en este caso del Banco Mundial, calcula que 1.700.000 argentinos dejaron de pertenecer a la clase media como consecuencia de la crisis.

Por supuesto, el foco de campaña suele estar puesto en la coyuntura. Inquieta el dólar y preocupa la inflación, que con el registro de julio rozaría en siete meses el 29% anotado por el Gobierno para el Presupuesto 2021. Esa es la línea a revertir. Dicho de otra forma, ocupa el casillero más cercano a la vacuna en el tablero de campaña. El discurso ya empezó a ser difundido.

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