Alberto Fernández viajó a la asunción de Pedro Castillo en Perú para fortalecer su agenda diplomática en América Latina

Irá con agenda propia, con la mira en la ampliación de las relaciones diplomáticas y en discutir las negociaciones por las vacunas, el financiamiento internacional y el cambio climático, con la inminente cumbre del G20 en el horizonte

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Alberto Fernández al llegar a Perú ayer acompañado por la primera dama, Fabiola Yáñez
Alberto Fernández al llegar a Perú ayer acompañado por la primera dama, Fabiola Yáñez

Alberto Fernández participa hoy en Lima de la asunción de Pedro Castillo para apoyar al presidente electo de Perú, en un contexto de marcada inestabilidad en ese país que se arrastra desde hace cuatro años. Pero el primer mandatario viajó con agenda propia, basada en fortalecer su figura a nivel regional. En sintonía con su par de México, Andrés Manuel López Obrador -AMLO-, buscará mejorar los vínculos con gobiernos de centro o de derecha, como los de Colombia, Uruguay, Brasil y Ecuador. También llevará a las mesas diplomáticos temas de interés de la Argentina, como la vacunación, el financiamiento internacional y el cambio climático, con la inminente cumbre del G20 en el horizonte.

El respaldo de Alberto Fernández por Castillo no es una sorpresa. Lo había adelantado a mediados de junio cuando aún se estaban dirimiendo los resultados del escrutinio definitivo de las elecciones presidenciales, sin que estuviera firme el triunfo del dirigente socialista por sobre Keiko Fujimori (de la derechista Fuerza Popular). “No he tenido la oportunidad de hablar con quien aparentemente ha resultado electo, pero si eso se confirmara, hoy mismo lo llamaría. Tengo todo el deseo de que trabajemos juntos y unamos esfuerzos en favor de América Latina”, había señalado el primer mandatario ante una consulta de la prensa durante la conferencia de prensa en la Casa Rosada junto al presidente del Gobierno español Pedro Sánchez.

Sin embargo, en Balcarce 50 sostienen que la posición oficial respecto de Perú se basa en la no injerencia en los problemas internos de cada país. “Respetamos las decisiones internas de cada organismo local, de la Justicia Electoral de cada país. Castillo es el nuevo presidente electo y vamos a apoyar para que le vaya bien”, dijeron en Casa de Gobierno.

El presidente electo de Perú, Pedro Castillo (izq) y el saliente mandatario Francisco Sagasti, la semana pasada, en el palacio presidencial, en Lima
El presidente electo de Perú, Pedro Castillo (izq) y el saliente mandatario Francisco Sagasti, la semana pasada, en el palacio presidencial, en Lima

El cambio de mando en Perú tiene un lugar de privilegio en la escala de intereses regionales del Gobierno. Cuatro días antes del acto de asunción que se celebra hoy, el Presidente envió emisarios para tantear el terreno en la política local, caracterizada por una fuerte inestabilidad. En el Gobierno creen que el éxito de Castillo, dirigente ligado a la izquierda en un país donde los sectores “moderados” tienen una presencia fuerte -según la Casa Rosada, vinculada a los grupos económicos locales-, le servirá al Presidente para abonar su proyecto regional.

En esta cumbre, Alberto Fernández buscará fortalecer su buena relación con el mexicano López Obrador a través de su canciller, Marcelo Ebrard. Pero también procurará mejorar el tenso vínculo con los gobiernos de centro derecha de Jair Bolsonaro, en Brasil, y Luis Lacalle Pou, en Uruguay. Entre encuentros bilaterales y conversaciones diplomáticas de pasillo, aspira a “ampliar” sus relaciones regionales y regar las relaciones con las administraciones de Iván Duque (Colombia) -que envió a su canciller- y Guillermo Lasso (Ecuador) -que estará presente en la toma de mando en Lima-.

“El eje México-Buenos Aires trata de sumar voluntades para construir una América Latina más unida, que pueda negociar desde el Mercosur. Con el bloque nos hacemos más fuertes, más que anunciando cada uno por su lado. Es mejor consensuar bases para hacer planteos regionales que incumben a América Latina”, dijo un vocero, cuando todavía está fresca la amenaza de Uruguay de abandonar el bloque regional. El Gobierno apunta a que las decisiones políticas, económicas y financieras dependan menos del visto bueno de Estados Unidos.

Una de las intenciones centrales del viaje será el intento de consolidación de la candidatura de Argentina para presidir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el organismo creado en 2011 por el fallecido ex presidente venezolano Hugo Chávez. Y en la Casa Rosada dan por descontado que uno de los temas de conversación en las cumbres de mandatarios será la cumbre del G20, que se celebra en octubre. La Argentina participará como miembro y se ofrecerá para presentar temas en común con otros países de la región, principalmente la adquisición de vacunas, la brecha económica al interior de cada país y el acceso al financiamiento internacional. No se descartan también diálogos sobre la deuda con el FMI. “Es un tema interno, pero puede ser compartido por otros países que también están apremiados”, deslizaron en Balcarce 50.

También se discutirán temas vinculados a la producción y a la provisión de vacunas, no solo este año. “La Argentina no es el único país que está teniendo problemas con la llegada de dosis”, dijo una fuente del Gobierno. Recién se cerraron los demorados acuerdos con Pfizer y Moderna, y hay preocupación en Balcarce 50 por el retraso en la llegada de dosis del laboratorio AstraZeneca y de la Sputnik V -desde Rusia-, que impiden que se completen los esquemas de inoculación de los mayores de 60 años, que ya se aplicaron el primer componente y esperan el segundo. “Con una pandemia que no termina de irse, el tema va a estar sin dudas en la agenda”, dijeron.

Otro de los ejes de la agenda de la Argentina será el financiamiento de la Corporación Andina de Fomento (CAF). Este año Alberto Fernández vio frustradas sus intenciones de obtener la presidencia de ese banco de desarrollo regional, organismo económico central para la región, que quedó en manos de Sergio Díaz-Granados. En parte, la derrota se debió a los enfrentamientos diplomáticos del Presidente con Jair Bolsonaro, Lacalle Pou y Mario Abdo Benítez, de Paraguay, que le dieron su apoyo al candidato colombiano. La Argentina finalmente negoció bajar la postulación de Christian Asinelli, y se quedó con la vicepresidencia. Perú, bajo el comando del gobierno de Francisco Sagasti, también había apoyado al candidato de Duque.

Crisis política

Castillo asume en un contexto de fragilidad, después de cuatro años de una persistente crisis política que se arrastra desde la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, en 2017; y que continuó durante los gobiernos de Martín Vizcarra -quien fue destituido en 2020-; de Manuel Merino -que gobernó durante 2020-, y de Francisco Sagasti -que asumió en noviembre del año pasado al ser designado por el Congreso-. En abril hubo elecciones en un marco de fuerte polarización, donde se impuso Castillo con ajustado margen.

La semana pasada, al asumir las credenciales como presidente electo, Castillo dijo sentirse “fortalecido y comprometido’', y aclaró que ni él ni su Ejecutivo son “chavistas, ni comunistas, ni extremistas, ni mucho menos terroristas” como respuesta a los grupos de centro-derecha.

Después de una elección apretada, donde hasta el último minuto estuvo en duda si se había impuesto en las urnas efectivamente, Castillo debió hacer una serie de concesiones político-institucionales. El fin de semana, su partido de izquierda, Perú Libre, ofreció ceder la presidencia del Congreso para garantizar la gobernabilidad, al presentar una lista para la Mesa Directiva del Congreso cuyo principal candidato no pertenece al oficialismo, sino a un congresista del partido centroderechista Somos Perú. Así, buscó convocar a otras fuerzas de que le brinden su apoyo en el delicado contexto institucional.

El lunes, en la víspera de su asunción en el cargo máximo del Ejecutivo, Castillo tuvo un primer revés cuando la alianza de partidos de la oposición ganó la elección para dirigir el Congreso peruano, lo cual dificultará los planes del líder socialista para llevar a cabo su plan de reforma constitucional.

Agenda ajustada

Alberto Fernández voló ayer por la tarde rumbo a Perú junto a la primera dama, Fabiola Yañez y fue recibido junto a la comitiva oficial por el embajador argentino, Enrique Vaca Narvaja. Su primera actividad, esta mañana, será un desayuno de trabajo con el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Francisco Bustillo, seguida por un encuentro con el ecuatoriano Lasso. A continuación, el primer mandatario se reunirá con el secretario de Relaciones Exteriores de México, Ebrard, con quien mantiene una relación muy estrecha.

Después de la ceremonia de traspaso de mando, prevista para el mediodía, almorzará con el resto de los presidentes y cancilleres en el Centro de Convenciones de Lima. Por la tarde se reunirá con el jefe de Estado peruano -será una de las primeras audiencias del flamante Presidente-. Por último, se encontrará con el colombiano Duque.

Como parte de la delegación oficial argentina viajaron también los ministros de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Felipe Solá, y Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta; y los secretarios General de la Presidencia, Julio Vitobello, de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, de Comunicación y Prensa, Juan Pablo Biondi, y de Relaciones Parlamentarias, Institucionales y con la Sociedad Civil, Fernando Navarro y el diputado nacional, Eduardo Valdés, titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja.

Según la agenda oficial, no habrá una reunión bilateral con Brasil, que envió a Perú a su vicepresidente. Mientras que el encuentro con Bustillo se justifica en parte por la relación de amistad que los une desde hace 20 años, cuando ambos soñaban con llegar al poder.

“Es un enorme honor. Tengo un enorme cariño por Perú. El bicentenario de Perú para un argentino es algo muy importante”, dijo el Presidente al bajar del avión.

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