Las peores previsiones del Gobierno sobre la cantidad de contagios y fallecidos por COVID-19 ya fueron superadas

El año pasado, el ex ministro de Salud, Ginés Gozález García, elevó un informe “confidencial” al presidente Alberto Fernández. Cuáles eran los escenarios que se evaluaban al principio de la emergencia sanitaria

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(Presindencia de la Nación)
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El 22 de marzo del año pasado Infobae publicó, de manera exclusiva, un informe “confidencial” que el entonces ministro de Salud Ginés González García elevó al presidente Alberto Fernández. Allí se planteaban “cuatro hipótesis sobre el avance del COVID-19 en la Argentina”. El informe se titulaba Plan Estratégico para la Pandemia de COVID-19. Esas proyecciones llevaban a una hipotética cantidad de enfermos que iba de los 250.000 a los 2.200.000 y el número de decesos podría oscilar entre los 2 mil y los 60 mil.

El número de fallecidos variaba según el estado de salud y alimentario de las personas afectadas por el COVID-19 y por esa razón no quedaron plasmados en el trabajo elevado a la Casa Rosada. Pero sí fueron informados de manera verbal al jefe de Estado.

Con la segunda ola azotando con fuerza al país, las peores previsiones que parecían apocalípticas quedaron retrasadas. Al día de ayer, la mortalidad en la Argentina trepó a la dramática cifra del 71.771 y los infectados a 3.371.508. De hecho, en las últimas 24 horas se registró un record en la cantidad de casos: 35.543 nuevos positivos y 745 muertes, un hecho que genera alarma sobre el devenir de la pandemia y la escasez de las vacunas.

El Informe “confidencial” de Gozález García

La administración nacional había decidido mantener bajo estricta reserva los datos que contenía el informe “confidencia” porque resultaban alarmantes y desalentadores.

Allí se advertía que si no se realizaba un aislamiento obligatorio y muy severo las camas de terapia intensiva se saturarían y como por entonces ocurría en Italia, los médicos tendrían que aplicar el protocolo de la última cama.

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Ese “Plan estratégico” que se manejaba de manera “reservada” que llegó a manos de Fernández fue la puntada final para que el Gobierno, tras reuniones con los gobernadores, decidiera firmar el decreto 297/2020 de “Aislamiento social preventivo y obligatorio” a través del cual se marcan las restricciones como no asistir a los trabajos -salvo excepciones-, los controles en rutas, las sanciones y la detención de vehículos y ciudadanos.

“Evaluados los cuatro escenarios y en función de la oportunidad de las medidas adoptadas por la Argentina hasta el momento, y si se adoptan nuevas medidas escalonadas, se podría esperar el logro de un aplanamiento de la curva que permitiría llegar a principios del mes de junio con un total aproximado de 250.000 casos, lo que implicaría que, con las medidas a adoptar, se estima posible atender la demanda en el sistema de salud en la medida en que se tomen la mayor parte de las recomendaciones que contiene el presente documento, y otras de similar tenor”, estimaba el trabajo del ahora ex ministro de Salud de la Nación.

Los fallecidos, en ese primer escenario, es decir el más optimista, eran estimados en 2.000. A pesar de las fuertes restricciones decretadas por la administración del Frente de Todos, esas previsiones fueron superadas ampliamente en la fecha fecha que imponía el informe “confidencial”.

Al 31 de julio, y según el informe vesperino difundido por el ministerio de Salud, los fallecidos ya eran 5.929 y los infectados 191.302. Es decir no se habían superado los 250.000 casos positivos previstos pero sucedió apenas 10 días días despues.

El 10 de agosto los infectados ya eran 253.868 y los decesos 4.764.

Fotografía fechada el 28 de mayo de 2020 del personal médico que realiza controles a un paciente con COVID-19 en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Posadas, en Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo
Fotografía fechada el 28 de mayo de 2020 del personal médico que realiza controles a un paciente con COVID-19 en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Posadas, en Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

“En caso de que las medidas se adoptaran tardíamente -advertía el informe-, esto es, luego de que se verificara el crecimiento exponencial de la tasa de crecimiento, o que no se lograra un nivel alto de acatamiento -de las medidas restrictivas-, el riesgo se elevaría, de manera tal de producir un colapso del sistema de atención, con un número esperado de casos que superaría los 2,2 millones para el mes de junio. En este sentido, y considerando que Argentina ha comenzado la implementación de medidas tales como la interrupción de las clases a dos semanas de confirmado el primer caso (una semana antes a lo hecho por China y 15-20 días antes de lo implementado en Europa) y si se refuerzan las medidas extremas en las ciudades con casos confirmados, podría esperarse un buen resultado de evolución de la epidemia que permitiría dar respuesta a las necesidades de la población”, describía el trabajo que aconsejaba “detectar oportunamente a las personas que padecen COVID-19″, un hecho que no se intensificó en el tiempo, o al menos en la magnitud que recomienda la Organización Mindial para la Salud (OMS), y eso podría haber derivado en un mal manejo de la pandemia, al menos a la luz de las cifras de fallecidos e infectados.

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De hecho, ya el 21 de octubre de 2020, el portal BBC News destacaba, en un informe especial que “Este lunes los argentinos vivieron dos hitos, que parecen contradictorios: llegaron al millón de infectados de COVID-19 el mismo día en que se cumplían siete meses desde que se impuso una cuarentena, que se ha convertido en la más larga del mundo”.

La extensa nota, firmada por la periodista Veronica Smink destacaba que:El país sudamericano es actualmente el quinto con más contagios en todo el planeta, después de Estados Unidos, India, Brasil y Rusia, naciones con poblaciones mucho mayores. Esto a pesar de que Argentina fue uno de los primeros en la región en imponer restricciones masivas como la prohibición para circular (con excepción del personal esencial), el cierre de empresas y comercios, y el freno de todos los vuelos comerciales y de las rutas de autobús de mediana y larga distancia”.

El “Plan Estratégico para la Pandemia de COVID-19″ cuyas estimaciones más dramáticas quedaron superadas, tiene tanta vigencia, que bajo el subtítulo Gestión intersectorial del riesgo aconsejaba, para que la pandemia no siga desarrollandose con fuerza en la Argentina, una serie de medidas que ya fueron tomadas, y que por estas horas se volvieron a evaluar en la Casa Rosada junto a los ministros de salud de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires, y que entre otras son, según el paper “confidencial”: “Extender la suspensión de clases en el sistema educativo”; “limitar el traslado de pasajeros dentro del territorio nacional o dentro de las ciudades”; “profundizar y ampliar las medidas de restricción de circulación y distanciamiento social dentro de las ciudades o dentro de los domicilios u otros edificios”.

Superados largamente los 60.000 fallecidos y los 2,2 millones de infectados, la pregunta que vale hacer es si el manejo de la pandemia fue el correcto o no.

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