El Gobierno teme que la Corte Suprema falle a favor de la Ciudad de Buenos Aires que mantuvo las clases presenciales pese al restrictivo Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) dictado por Alberto Fernández como pieza clave de su estrategia sanitaria para evitar un mayor impacto de la segunda ola del COVID-19.
Y ante una presunta derrota en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, la Casa Rosada envió una secuencia de mensajes reservados a Horacio Rodríguez Larreta para forzar su decisión de retirar su medida cautelar y abrir un canal de negociación destinado a resolver la controversia institucional en un cónclave político alejado de las togas y las internas cortesanas.
“No voy a irme de la Corte”, contestó el jefe de Gobierno a uno de los mensajeros de Alberto Fernández.
“Sí estoy dispuesto a acordar un mecanismo común sobre las clases presenciales”, replicó Rodríguez Larreta a otro correo presidencial que conoce de memoria la Casa Rosada.
Alberto Fernández evalúa que el alto tribunal puede fallar en favor de la Ciudad de Buenos Aires. El presidente lleva décadas recorriendo los Tribunales y olfateó una decisión en contra cuando la Corte devolvió a la justicia federal una resolución de primera instancia que avalaba su DNU suspendiendo las clases presenciales.
El jefe de Estado debería estar más preocupado por el tono utilizado por Carlos Zannini para defender la constitucionalidad de su DNU ante la Corte Suprema. Como procurador del Tesoro, Zannini aseguró en un escrito de 113 fojas que el máximo tribunal había reformado la Constitución Nacional de hecho al establecer su competencia original para tratar causas que tienen a la Ciudad como litigante.
Las chicanas de Zannini, que escribió en negrita determinadas líneas de texto para reforzar su opinión jurídica, provocaron cierto malestar en el silencioso cuarto piso del Palacio de Tribunales. Además del rechazo in totum de Carlos Rozenkrantz, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, que en definitiva van a firmar el fallo dirimiendo la cuestión legal que enfrenta a Alberto Fernández con Rodríguez Larreta.
El contenido del fallo de la Corte recorrerá dos andariveles básicos: la Ciudad de Buenos Aires tiene autonomía y hay determinadas cuestiones que son competencia de las provincias -línea a favor de Rodríguez Larreta- y esas competencias provinciales concurren con facultades nacionales como la salud pública -argumento avalando a Alberto Fernández-.
“Salomónico”, explicó un letrado del máximo tribunal que cita a Max Weber de memoria.
Detrás del concepto de fallo salomónico existe una maquinaria legal, burocrática y personal que ajusta los tiempos de la Corte Suprema. Cada juez -menos Elena Highton de Nolasco que se abstuvo por su propia jurisprudencia- escribe por separado y mantiene distancia del otro. Después los votos llegan al plenario del Tribunal, y finalmente se decide.
Eso podría ocurrir el martes que viene, y no antes. Ergo: será un debate en abstracto porque el DNU jaqueado ya habrá perdido su vigencia jurídica. Sin embargo, el fallo igual tendrá su importancia institucional hacia el futuro: la pandemia no cederá en los próximos meses y la Corte ya habrá fijado los límites de actuación del Poder Ejecutivo y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Al margen del fallo de la Corte Suprema, Alberto Fernández y Rodríguez Larreta se muestran predispuestos a consensuar una agenda común vinculada a la educación presencial. Hay desconfianza mutua, pero los dos prefieren los cónclaves políticos que estar a la espera de una sentencia firmada por cuatro magistrados del alto tribunal.
En este contexto, el jefe de Gobierno propone reducir las clases presenciales de cuarto y quinto año de la secundaria para pasar a un sistema mixto. El Presidente escuchó con atención la oferta y no la desechó.
Alberto Fernández y Rodríguez Larreta se verán hoy a la distancia en un zoom para analizar la situación sanitaria de la segunda ola del COVID-19. Será junto a otros gobernadores que también aguardan la decisión de la Casa Rosada para actuar en consecuencia.
Todavía no hay nada definido.
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