Tarjeta Alimentar: los consumos revelan un retroceso en los productos saludables desde abril de 2020

Si bien hubo una mejoría en diciembre, el gasto en alimentos recomendados cayó 8 puntos durante el año pasado. Las verduras, las más afectadas. En el Gobierno admiten un problema de calidad nutricional, pero esperan que se consolide el repunte

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Uno de los puestos feriantes, en Concordia, donde se puede utilizar la Tarjeta Alimentar.
Uno de los puestos feriantes, en Concordia, donde se puede utilizar la Tarjeta Alimentar.

Tras un año en que la inflación de la canasta alimentaria (CBA) llegó al 45,5 por ciento, la calidad nutricional de la población bajo la línea de pobreza se vio afectada fuertemente. Pareciera no haberse recuperado totalmente desde abril de 2020, cuando alcanzó su mejor registro en pleno aislamiento preventivo y obligatorio (ASPO), de acuerdo a un relevamiento de las compras realizadas con la Tarjeta Alimentar. Según los números oficiales, el consumo de los alimentos “recomendados” desde un punto de vista nutricional cayó entonces del 61,9 al 55,6 por ciento, mientras que el grupo de “no recomendados” creció del 18,5 al 26,7 por ciento en el período que va entre abril y diciembre del año pasado.

Las conclusiones aparecen en un informe del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, al que tuvo acceso Infobae. El análisis reúne la distribución de los gastos promedio en supermercados del millón y medio de familias que utilizan el subsidio alimentario.

La información recolectada excluye el consumo popular asociado a la economía informal, la asistencia a comedores o merenderos y otras formas de pago en comercios. Aún así, las cifras sobre la Tarjeta Alimentar permite identificar cuáles fueron las prioridades de quienes están en situación de vulnerabilidad y el tipo de alimentos que adquirieron con ese medio de pago.

Los tickets de los supermercados reflejaron importantes variaciones a lo largo de la pandemia. Ilustran las dificultades que tuvieron las familias para mantener una alimentación adecuada ante la doble crisis sanitaria y económica.

El peor mes en la compra de alimentos saludables-como lácteos, carnes, verduras, frutas y otros- fue junio. En aquel momento, la caída en el consumo de este grupo de alimentos se desplomó al 46% del gasto promedio, lo que recortó casi 16 puntos del pico alcanzado durante el mes de abril.

Según el precio por kilo, los alimentos sanos que más se encarecieron durante el año fueron las frutas y los frutos secos, las verduras, las carnes y las legumbres.

Las verduras se llevaron la peor parte y bajó su consumo a lo largo de toda la secuencia. En febrero de 2020 el coronavirus no había llegado el país y la Tarjeta Alimentar estaba dando sus primeros pasos como parte del Plan Argentina contra el Hambre. Por entonces, la compra de verduras representaba 5% del gasto promedio en los plásticos. Hacia fin de año, esa de por sí escueta proporción en los consumos había bajado al 2 por ciento: es decir, más de la mitad.

infografia

A fines de 2020 empezó a detectarse una mejora cualitativa. El consumo de alimentos “recomendadostuvo un incremento en diciembre de 4,5 puntos, cuando creció del 51 al 55,6 por ciento en los gastos promedio. El repunte coincide con la decisión del Gobierno nacional de reforzar el monto de la tarjeta, cuando se incrementó de $4.000 a $8.000 para los beneficiarios de la AUH con un hijo, y de $12.000 para aquellas familias con más de dos menores de edad.

Tenemos una buena cobertura, pero también un problema de calidad nutricional. Creemos que va a mejorar con los aumentos de la tarjeta”, sostuvo esta semana el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.

Entre junio y noviembre pasado, el fuerte incremento de los precios por kilo en frutas y verduras provocaron una caída de su consumo. Aquella baja no significa que se haya gastado mucho menos en esos alimentos, sino que el poder de compra tuvo un importante retroceso.

En lo que respecta a verduras, los beneficiarios redujeron -5% el gasto promedio de compra, pero adquirieron un -21,3% el equivalente por kilo. El ticket en concepto de frutas -que tuvo cierta estabilidad durante todo el año- durante el trimestre señalado subió un 28,6 por ciento. Es decir, si bien se decidió gastar más en términos relativos, el consumo equivalente en kilos se retrotrajo -3,3 por ciento.

El peor mes para las proteínas animales fue junio, cuando cayó a un 22% del gasto promedio. Desde ese momento tuvo un alza progresiva hasta fin de año.

El análisis además incluye el grupo de “otros alimentos”. Se trata de un conjunto de productos que no está especialmente recomendada desde el punto de vista nutricional, pero que tampoco implica que no puedan estar incluidos en una dieta saludable. Es decir, su ingesta va a depender -en mayor medida que los alimentos recomendados- del tipo de producto, la cantidad y frecuencia de su consumo, como del estado de salud de las personas. En la categoría están incluidas las harinas sin azúcar -entre ellos, los fideos-, azúcar, aceite, infusiones, arroz, dulces y mermeladas.

Nuevamente, en el trimestre de junio y noviembre cayó sensiblemente el gasto promedio de harinas sin azúcar (-7,6%) y el aceite (-7,5%). El dato es coincidente con el encarecimiento del precio por kilo del aceite, las harinas y el arroz, los productos que encabezaron la lista de aumentos en los consumos de los beneficiarios.

En lo que refiere a alimentos “no recomendados”, el gasto promedio tuvo un alza desde el mes de junio. Subieron relativamente más que el resto de los alimentos, los postres, los jugos en polvo y las gaseosas. Habría una razón económica detrás. El precio de los alimentos saludables, relativamente más baratos, fue disminuyendo progresivamente la brecha en relación a los productos no recomendados por el ministerio de Salud de la Nación.

Diciembre, un mes atípico

A fin de año, la mayor capacidad de compra de la Tarjeta Alimentar quedó reflejada en la proporción de la factura promedio abonada en los supermercados, al alcanzar los 2.985,8 pesos. En junio había oscilado en torno a los $1.596,8. El de diciembre fue el número más elevado del año, empujado por el refuerzo económico del beneficio.

Hubo un comportamiento atípico entre los alimentos saludables. En lo que respecta a lácteos, en junio el gasto promedio tuvo una recuperación (19%), pero en diciembre volvió a caer (13%) por las prioridades de consumo de las familias durante los festejos. El consumo de carnes se incrementó a partir de agosto (26,7%) y luego se mantuvo en niveles similares hasta diciembre, cuando se disparó al 36,1% debido a las fiestas. También fue un mes de rebajas, como el descuento del 30% del precio de los cortes de carne más deseados. Sin embargo, rindió menos en términos relativos: el consumo aumentó en un 8,5%, mientras que el monto pagado avanzó un 17,3.

Entre los alimentos “no recomendados” todos los productos se mantuvieron en niveles similares. También a consecuencia de las fiestas, en diciembre subieron sensiblemente las gaseosas y las golosinas, que saltaron del 1,9 al 2,6 por ciento, y del 3,3 al 4,4 por ciento, respectivamente.

El análisis oficial permite medir, además, cuando un beneficiario agota la carga de la tarjeta o bien decide abonar con el plástico solo una parte de su compra. A fin de año, el uso de otros medios de pago para pagar un ticket alcanzó su registro más bajo del período, con un 5% del consumo total. La cifra contrasta a la de los meses más altos, cuando llegó a trepar al 17 por ciento.

Para lo que viene, en el Gobierno se muestran optimistas con el rendimiento que tendrá la Tarjeta Alimentar. “Fuimos recuperando. Tuvimos el 55% en diciembre de gasto promedio en alimentos recomendados. Con el aumento del 50% en el monto de la tarjeta, esperamos que suba el consumo de carnes, leches, frutas y verduras. Vamos a hacer una campaña fuerte para mejorar la calidad nutricional”, señaló Daniel Arroyo.

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