Fracasó la negociación del Gobierno con la Iglesia cubana para alojar a los argentinos varados en La Habana por el coronavirus

El cardenal Juan de la Caridad, secretario de la Conferencia Episcopal, le informó al embajador Javier Figueroa que no tenía lugar disponible para alojar a una parte de los 1.000 turistas que aún no pueden regresar al país por el cierre total de las fronteras

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La decisión de Alberto Fernández de cerrar las fronteras para evitar la aceleración de la pandemia del coronavirus gatilló un operativo internacional destinado a obtener alojamiento para los muchísimos argentinos que quedaron varados alrededor del mundo.

En La Habana hay cerca de mil argentinos en hostales, hoteles cinco estrellas y casas de familia, y la intención del gobierno argentino es obtener nuevos sitios para dormir ante la posibilidad del cierre obligatorio de los alojamientos autorizados frente al avance del coronavirus.

En el caso de Cuba, se inició una gestión diplomática reservada que incluye a la Cancillería, a la Secretaría de Culto, a la Conferencia Episcopal, a las autoridades religiosas en Cuba y al gobierno comunista que lidera Miguel Díaz-Canel, invitado a la asunción de Alberto Fernández pese a las resistencias políticas de la Casa Blanca.

Alberto Fernández y el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, durante su encuentro en la Casa Rosada
Alberto Fernández y el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, durante su encuentro en la Casa Rosada

Guillermo Oliveri, secretario de Culto, habló por teléfono con monseñor Oscar Ojea, titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), para pedirle que medie con las autoridades religiosas en Cuba con la intención de lograr un lugar de alojamiento para los argentinos varados en La Habana. Ojea cumplió con el pedido de Oliveri y la negociación se puso en marcha, mientras se redactaba el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que ordenaba el cierre de todas las fronteras nacionales.

Esta negociación en Cuba tenía una dificultad básica. La Iglesia católica es resistida por las autoridades del régimen comunista y entonces su capacidad administrativa y logística es limitada. Es cierto que la visita de Francisco a La Habana mejoró las relaciones institucionales, pero el clero católico está muy acotado, tiene escaso poder y mínimas condiciones edilicias.

Ojea dialogó en Cuba con los responsables de la Comisión Episcopal y transmitió la información al secretario Oliveri, que informó al canciller Felipe Solá, que se puso en contacto con Javier Figueroa, embajador argentino en La Habana. Figueroa dialogó con el cardenal Juan de la Caridad García, que es secretario de la Comisión Episcopal de Cuba. “Vemos cómo hacemos”, le contestó Caridad García al embajador argentino.

No está previsto que salga un próximo avión de La Habana a Buenos Aires con los argentinos varados en Cuba. El último despegó ayer y aterrizó en Ezeiza a la medianoche
No está previsto que salga un próximo avión de La Habana a Buenos Aires con los argentinos varados en Cuba. El último despegó ayer y aterrizó en Ezeiza a la medianoche

Pasado el mediodía (hora de Cuba), Figueroa dialogó de nuevo por teléfono con De la Caridad para avanzar en la negociación. Pero la respuesta del cardenal cubano fue desalentadora y terminal: “No tengo lugar; lo siento”, dijo desde su oficina en La Habana.

Ahora, el embajador argentino y su mínima dotación diplomática deberán hacer lo imposible para contener a los cientos de argentinos que están varados, con escasos recursos económicos y de pésimo ánimo personal. En la Cancillería ya saben que están reservadas 500 habitaciones en hoteles económicos de La Habana para dar alojamiento a las familias más necesitadas. Por lo menos para los próximos 15 días.

Figueroa tuvo la difícil tarea diplomática de decidir –en un amargo triaje– quién regresaba anoche a Buenos Aires. Embarcó a 11 bebés, a ciudadanos mayores en complejas situaciones médicas, y tuvo que dividir a familias enteras. La situación no cambió hoy: negocia un nuevo vuelo de rescate, pero recién comenzó las gestiones y todas las fronteras nacionales están cerradas.

El embajador argentino, junto a su esposa Alessandra Viggiano, que también es diplomática de carrera, intentan contener a los varados argentinos que están desperdigados en casas de familia, hostales y hoteles cinco estrellas a precio de pandemia del coronavirus (30 dólares la noche).

No es tarea fácil y se agravará en los próximos días: el gobierno cubano empezará a cerrar hoteles y a prohibir que casas de familia concedan alojamiento a turistas.

Figueroa había conversado ayer con el cardenal cubano tras la gestión iniciada por monseñor Ojea. Pero hoy esa ilusión terminó. De la Caridad informó al embajador argentino que no tiene espacio disponible para albergar a los argentinos varados en La Habana. “Lamentablemente se nos cerró esa puerta”, dijo Figueroa desde Cuba.