Claudio Moroni, ministro de Trabajo y amigo personal del Presidente

Su relación con los sindicatos, los números que hereda y el paso anterior por la administración pública.

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Claudio Moroni es el flamante ministro de Trabajo.
Claudio Moroni es el flamante ministro de Trabajo.

Claudio Moroni, el designado ministro de Trabajo, llega a su cargo con una fuerte tarea por delante. Sobre todo porque durante la gestión de Mauricio Macri índices como la inflación, el desempleo y el trabajo en negro no dejaron de escalar. A eso se le suma el hambre y la brecha de desigualdad, la pobreza, la indigencia, la exclusión social y el aumento en la cantidad de planes sociales producto de la pérdida de la fuente laboral.

Alberto Fernández será el quinto Presidente de la Nación para el cual trabaje Moroni, aunque es la primera vez que lo designan ministro.

Antes había cumplido funciones con Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

Los indicadores económicos y sociales recibe el flamante ministro, y que deberá revertir, ya fueron materia de estudios. Entre ellos, algunos de los que muy poco se habla. La secretaría de Empleo, en lo que va de este 2019, detecto que el 3,8% de chicos menores de 15 años se desempeñan en alguna actividad laboral en negro.

Compañero de estudios del presidente Alberto Fernández en la carrera de abogacía en la UBA, y exfuncionarios públicos en varios cargos de la administración de gobierno, Moroni supo ganarse la confianza del líder del Frente de Todos.

De hecho reemplazó a Fernández en la Superintendencia de Seguros de la Nación, un cargo desde el cual ambos trabaron relación con los principales popes sindicales del país que aún hoy manejan a puño cerrado sus sindicatos, como Armando Cavalieri (Comercio), Héctor Daer (Salud y secretario general de la CGT), José Luis Lingeri (Obras y Servicios), Hugo Moyano (camionero), Luis Barrionuevo (Gastronómicos), solo por nombrar a algunos.

Ese conocimiento, pero también la equidistancia que el flamante ministro mantiene con los gremialistas, incluidos los tres de mayor acercamiento con el presidente, el ya nombrado Daer, Sergio Palazzo (Bancario) y Víctor Santa María (Encargados de Edificios), terminó favoreciendo el nombramiento del ex titular de la Sindicatura General de la Nación, la ANSES y la AFIP en el nuevamente ministerio de Trabajo.

Claudio Moroni deberá lidiar con los reclamos de la CGT.
Claudio Moroni deberá lidiar con los reclamos de la CGT.

El 3 de septiembre de 2018, Macri, con la pretendida intención de contener la disparada del dólar, y la concebida devaluación del peso, anunció una reforma de la estructura de sus ministerio, de 19 pasaron a 10.

El supuestos “achique” del Estado, para dar una señal a los mercados de un ajuste fiscal que intentaría llevar del déficit a “cero”, incluyó, por ejemplo, la fusión de algunos ministerio.

Como ya lo había hecho el gobierno dictatorial del general Juan Carlos Onganía, Macri también trasformó a la cartera de Trabajo, en una secretaría de Estado que en este caso, pasaba a depender del ministerio de Producción.

Ahora Alberto Fernández revirtió la medida.

Lo mismo hizo con Salud, que había pasado a depender del ministerio de Desarrollo Social.

Esta última cartera es ocupada por Daniel Arroyo, un hombre que deberá trabajar también junto a Moroni, si ambos quieren tener éxito en sus gestiones.

Ambos han proyectado juntos metas en común, Moroni, por ejemplo, coincide con Arroyo en que una meta imprescindible a cumplir es convertir en puestos de trabajo la mayor cantidad posible de planes sociales.

¿Quién es Moroni?

El propio Fernández reconoció en varias entrevistas periodísticas que él y su ministro de Trabajo trabaron amistad en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Tan buena relación mantiene, que cuando fue Jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner (y actual vicepresidenta) intercedió ante ella para que Moroni fuese nombrado al frente de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Fue el 25 de abril de 2008.

Si se repasa su curriculum vitae de adelante hacia atrás se observa que pocos tienen una trayectoria semejante en la administración pública.

Entre el 10 de diciembre de 2007, es decir cuando Cristina Kirchner asume su primer mandato presidencial, y hasta el 6 de mayo de 2008, Moroni estuvo a cargo de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES).

Reemplazaba en el cargo a Sergio Massa, el hombre que presidirá la Cámara de Diputados de la Nación.

Entre el 8 de octubre de 2004 y el 10 de diciembre de 2007, es decir hasta que el expresidente Néstor Kirchner dejó la presidencia, estuvo a cargo de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN).

Moroni fue Superintendente de Seguros de la Nación entre el 11 de diciembre de 1995 y el 6 de febrero de 1998. El mandamás del país era, por entonces, Carlos Saúl Menem.

Precedía en el cargo a Alberto Fernández, quien antes lo había llevado a lo gerencia técnica del organismo.

Moroni tuvo un segundo paso por esa repartición. Fue entre los años 2002 (el presidente era el peronista Eduardo Duhalde) hasta octubre de 2004, fecha en la cual saltó a la SIGEN.

Antes de dejar la Superintendencia de Seguros de la Nación, Moroni y también Fernández habían sido señalados en un libro escrito por Roberto Guzmán, ex ministro de Economía de Salta y posteriormente interventor del Instituto del Reaseguro, por una presunta estafa millonaria por supuestos pagos de siniestros inflados. Las acusaciones nunca llegaron a escalar en la Justicia.

Moroni ya había sido funcionario de cuatro presidentes. Con Cristina Fernández de Kirchner (foto), pero también con Carlos Saúl Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.
Moroni ya había sido funcionario de cuatro presidentes. Con Cristina Fernández de Kirchner (foto), pero también con Carlos Saúl Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.

Los números que hereda Moroni

Según el último Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) difundido por el gobierno saliente, y que está elaborado por indicadores desarrollados por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) y por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC); la Tasa de desempleo del país fue del 10,6%. El registro pertenece al segundo trimestre de 2019, y afecta a más de 2,1 millones de personas.

En el mismo período, pero de 2015, es decir cuando aún gobernaba Cristina Fernández de Kirchner, la tasa de desocupación era del 6,6%.

Las previsiones económicas y sociales indican que cuando se difunda la tasa del segundo semestre de este 2019, la cifra de desocupados será más elevada a ese 10,6%.

Ese será el dato que Moroni y Fernández deberán bajar. Es decir, que ese porcentaje debería ser el techo. Un número mayor sería un fracaso, al menos en el área laboral. Tal cual le ocurrió al gobierno de Macri.

Pero ese no es el único dato preocupante con el que se encuentra el ministro de Trabajo. Tal como publicó Daniel Sticco en Infobae, “sobre una población de 28,33 millones de residentes en 31 aglomerados urbanos de todo el país, la Encuesta Permanente de Hogares del Indec registró 13,5 millones de personas que estaban ocupadas y que buscan un empleo; de las cuales 12,1 millones se encontraban con un puesto de trabajo, sea en blanco o en negro; por cuenta propia o en relación de dependencia por un salario. De ahí surgió en ese universo un desempleo de 1,44 millones de personas”.

Y peor aún: “La proyección al total país, con 45,1 millones de habitantes, determinó que la oferta laboral ascendió a 21,4 millones de personas, de las cuales 19,3 millones estaban empleadas en una actividad rentada y 2,1 millones no tenían empleo”.

El mismo informe del INDEC destaca otro tema por el cual Moroni ya había expresado preocupación entre los grupos de colaboradores del presidente electo, la tasa de empleo no registrado (asalariados mayores de 14 años) es del 34,5%.

La última “Encuesta de Indicadores Laborales” difundida por el gobierno de Mauricio Macri, sobre la “variación mensual del empleo registrado privado” del mes de agosto de 2019 marcó que descendió un 0,1%.

El valor de los salarios será otro de los puntos que deberá enfrentar el gobierno de Fernández y un tema con el cual deberá lidiar Moroni casi a diario. El “salario medio de los asalariados registrados privados a junio de 2019, según el INDEC fue de 42.742 pesos.

Una cifra ostensiblemente superior al salario mínimo vital y móvil” que al mes de octubre era de 16.875 pesos.

La CGT ya le expresó a Alberto Fernández la necesidad de elevar ese monto a, como mínimo unos 25.000 pesos.

“Una vez que asuma Alberto (Fernández) nos retiramos de las calles, vamos a apoyar a este gobierno”, dicen desde el entorno de Hugo Moyano, el líder del gremio de Camioneros que

El año que agoniza estuvo cruzado por los conflictos sociales y laborales. Sin embargo, al no haber finalizado, el INDEC aún no tiene el corte final sobre el tema. Por eso, para encontrar datos certeros, hay que ir al 2018. Lo que sigue son los últimos datos oficiales publicados. También los que maneja Moroni.

Moroni deberá revertir los reclamos cegetistas por la desocupación.
Moroni deberá revertir los reclamos cegetistas por la desocupación.

Durante el año pasado los “conflictos laborales con paro” fueron 833.

La “cantidad de trabajadores que participaron en paros fue de 1.302.992”; y la “cantidad de jornadas individuales no trabajadas” treparon a las 12.273.466.

Esto implica un promedio de huelguistas sobre conflictos con paro de 1.565 trabajadores. En promedio, esto conflictos generaron 9,4 “jornadas no trabajadas por huelguista”.

Alberto Fernández, con la colaboración de, entre otros, sus ministros de Desarrollo Social y Trabajo, ya elaboró, un plan de trabajo popular para cuatro millones de personas, sobre todo para aquellos beneficiarios de planes sociales, en un plazo de cinco años y reducir 10 puntos la pobreza.

Los datos difundidos por el INDEC, en septiembre pasado, marcaba un índice de pobreza 35,4%, y un 7,7% de indigencia. En total casi 16 millones de personas estaban afectadas por este flagelo.

Básicamente, el plan consiste en desarrollar miles de proyectos productivos en todo el país, coordinados desde el Estado y ejecutados por organizaciones sociales y que están destinados a promover diversas actividades de la economía popular.

Las tareas pueden ir desde la producción de alimentos saludables para proveer a las escuelas y comedores hasta servicios de electricidad, albañilería, jardinería o plomería, o el cuidado de niños.

Según pudo saber Infobae, para llevar al terreno la propuesta de Salvia, y que tanto entusiasmo a Fernández, el Estado nacional debería invertir 1.200 millones de dólares por año, lo que equivale al 0,3 por ciento del PBI. El plan podría generar recursos anuales de hasta el 0,5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).

El primer acercamiento al proyecto Fernández lo brindó cuando se reunió en la denominada mesa de lucha contra el hambre, de la cual participaron, entre otros, Roberto Baradel (SUTEBA), Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina (y principal impulsor del proyecto), el ahora funcionario Arroyo; Fernando “Chino” Navarro, del Movimiento Evita; Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y el conductor televisivo Marcelo Tinelli.

Las estadísticas -además de los fondos necesarios- marcan que la tarea no será sencilla. En los últimos años el número de asignaciones sociales fue en aumento.

Según las últimas cifras relevadas por la ANSES, y que ya están en manos de las nuevas autoridades, en el pasado mes de mayo, se libraron pagos por Asignaciones Universales por Hijo (AUH) e hijos con discapacidad a 3.974.348 beneficiarios.

En noviembre, por el mismo concepto, los beneficiados fueron 4.163.514.

Si a esta asignación se le suman el Salario Único de Asignación Familiar (SUAF), el subsidio por desempleo, y previsionales, en mayo los pagos se le depositaron a 8.864.096 personas. En noviembre la cifra fue de 8.997.509.

Alberto Fernández aspira a crear 4 millones de puestos de trabajo de economía popular.
Alberto Fernández aspira a crear 4 millones de puestos de trabajo de economía popular.

Estos son algunas de las cifras oficiales y objetivas que el flamante gobierno, y sus ministros, como Moroni, deberán comenzar a desandar en el primer tramo de su gestión.

Algunas de estas problemáticas deberán ser abordadas de manera urgente.

En principio, todo se podría hacer menos cuesta arriba si la galopante inflación -prevista para este años en un 54%- comienza a ser domada, aunque ese punto, claro está, corresponde al área económica, aunque se sabe que economía, desarrollo social y trabajo están atadas, o cruzadas, por el mismo hilo, aunque este sea invisible.

La victoria, o el fracaso de esos funcionarios, también.