El déjà vu que faltaba: volvió el bonista alemán del default, pero ahora ”con ganas de ayudar”

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Paseaba por Buenos Aires con una bicicleta usada que había bautizado “Evita”. Las fotos de los diarios de aquellos días aciagos de 2004 lo retrataban como un ingenuo que apostó sus ahorros en bonos argentinos y buscaba desesperadamente recuperar algo de lo perdido o -dependiendo de la línea ideológica de la grieta- como un fiel representante de la codicia de los ahorristas del primer mundo que, además de haber apostado al futuro de la Argentina, encima pretendían cobrar.

Stefan Engelsberger, “el codicioso bonista alemán Klaus”, había encontrado un lugar fijo durante años en la historieta de “La Nelly”, una tira diaria en el diario Clarín de los dibujantes Langer y Mira. El propio Engelsberger se lo tomaba a risa y lo veía como un éxito de su campaña de comunicación en la que se paseó por todos los canales de TV, por programas políticos, económicos, y humorísticos, para que su ínfima agrupación de acreedores fuera tomada en cuenta.

Engelsberger es un bávaro de clase media que nació en un pueblito de los Alpes alemanes, quien lideró por aquellos años a un minúsculo grupo de bonistas germanos y austríacos defaulteados que, entre todos, sumaban como mucho diez millones de dólares: casi nada para esos días en los que el entonces secretario de Finanzas Guillermo Nielsen -cabeza de la reestructuración de la deuda- debía lidiar con fondos agrupados en asociaciones como la Task Force Argentina, con miles de millones en bonos en cesación de pagos.

Uno de los comics que tenía como protagonista al bonista alemán
Uno de los comics que tenía como protagonista al bonista alemán

Pero el pintoresco bávaro se hizo notar con una campaña de prensa muy llamativa, y logró ser recibido por Nielsen en el Palacio de Hacienda. Por aquel entonces, Nielsen y el entonces ministro, Roberto Lavagna, aprovechaban a algunos de esos bonistas para demostrar a la prensa mundial que no era cierta la mala predisposición que le atribuían a la dupla para negociar un acuerdo amigable y razonable.

No estaban tan equivocados en el exterior: por entonces el gobierno del presidente Néstor Kirchner aprovechaba el default para mostrarse duro e inflexible, con mucho show para la tribuna política local, lo que estiró innecesariamente las negociaciones durante años y no logró una adhesión significativa de acreedores: aquellos bonos incluían una tristemente célebre cláusula “pari passu” que obligaba a los negociadores a obtener un consenso de más de 95 por ciento de los acreedores para desactivar a los “buitres” o hold outs. Por eso el canje se reabrió en la gestión Boudou para sumar más adherentes, y aun así Argentina no salió del default hasta que lo terminó de resolver el gobierno de Macri una década más tarde.

Ahora no solo hay una cierta posibilidad de que Nielsen vuelva a negociar o “reperfilar” la deuda. También existe cierta remota chance de que Roberto Lavagna vuelva al ministerio de Economía: por lo menos esa posibilidad la sugirió el propio presidente electo, Alberto Fernández. Pero lo que es un hecho es que el excéntrico bonista alemán volvió a recorrer las calles de Buenos Aires. El déjà vu ya es total. “Buenos Aires es una ciudad que amo y con la que tengo un vínculo afectivo de sentimientos encontrados muy fuertes”, me confesó durante un café en el barrio de Belgrano.

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Engelsberger no está tan descontento con cómo le fue en estos años con la deuda renegociada: “Con el cupón PBI terminé cobrando buenos intereses, pese a todo”.

A Engelsberger parece que le gusta tropezar con la misma piedra: confiesa que incluso hizo una pequeña apuesta de unos USD 10.000 a los nuevos bonos emitidos por la administración Macri y que tiene bonos de la provincia de Buenos Aires reestructurados en la era Nielsen. En total tiene cerca de medio millón de dólares de sus ahorros en bonos argentinos. “Son mi renta y serán mi retiro”, dice ahora con más de 50 años de edad.

Este viernes se disponía a viajar a La Plata para interceptar al gobernador electo Axel Kicillof y, de paso, llamar la atención de los medios locales. “Pero mi idea no es exigirle que no reestructure los bonos bonaerenses, sino ofrecerle ideas creativas para convertir esa deuda en oportunidades de inversión para los tenedores de bonos”, dice. “Tiene que haber oportunidades de convertir esos bonos en inversiones que le sirvan a la economía argentina para atraer capitales, y yo quiero ayudar en eso”, asegura.

Es mejor una negociación amigable que una agresiva y larga, como la de 15 años atrás”, advierte y promete ofrecerse como un verdadero ariete contra el FMI, que está reclamando al futuro gobierno de Alberto Fernández que aplique una quita a los bonistas privados como una de las condiciones para reestructurar la enorme deuda con el organismo internacional.

“Voy a tratar de encontrarme con Nielsen y le voy a ofrecer toda mi colaboración para lidiar contra la exigencia del FMI de aplicarles una quita a los bonistas privados”, sostiene.

El autor es editor de la revista Imagen y conductor de La Hora de Maquiavelo