A 40 años de histórica visita que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó a la Argentina en plena dictadura, una comitiva de esa organización recorrió esta mañana el Espacio Memoria y Derechos Humanos, ubicado en la ex ESMA, donde participó de la inauguración de una muestra y se reunió con organismos de derechos humanos.
Luego, en un acto encabezado por Mauricio Macri, el Presidente y la titular del organismo Esmeralda Arosemena de Troitiño descubrieron una placa para conmemorar la fecha. "En nombre de todos los argentinos quiero agradecerle a este organismo por acompañarlos y a los referentes de los derechos humanos que tanto contribuyeron al retorno de la democracia en nuestro país", comenzó Macri su discurso.
El Presidente agregó: "Quiero reconocer el enorme aporte que hizo la CIDH para volver a la democracia. Esa visita y el informe fueron emblemáticos para nuestra historia porque echaron luz sobre años muy oscuros en nuestro país y marcaron un hito en la recuperación del Estado de derecho en la Argentina".
"El informe ayudó a abrir los ojos al mundo y mostrar lo que verdaderamente pasaba en la Argentina, y hacia adentro sirvió para romper el silencio que había en gran parte de la sociedad, como siempre, producto del miedo", detalló. En esa línea, Macri dijo que "desde el retorno de la democracia ganamos una batalla más allá del signo político de los gobiernos que se sucedieron. Los postulados de memoria, verdad y justicia siguen perdurando como políticas de Estado".
"La memoria es fundamental para conocer nuestra historia y unirnos en los valores republicanos que compartimos", concluyó el Presidente.
Antes, Arosemena de Troitiño tomó el micrófono y sostuvo que "la visita de la CIDH y el informe jugaron un rol importante en la presión internacional para la dimisión de la dictadura".
"El trabajo de la CIDH ha permitido que cientos de víctimas y familiares reciban reparaciones por la violación de sus derechos y ha sido la causa de que se hayan implementado medidas de promoción y protección de los derechos humanos en toda la región", destacó.
En ese sentido, concluyó que "la realidad del continente americano sigue siendo desafiante con extremas desigualdades sociales, problemas serios de acceso a la justicia, discriminación a las mujeres, indígenas, afrodescendientes y un buen número de la población de los colectivos LGTBI. El respeto de los derechos humanos tiene que ser integral".
El 6 de septiembre de 1979, en plena dictadura, una delegación de la CIDH llegó a la Argentina y permaneció en el país hasta el 20 de ese mes. Durante esos días, recibió 5.580 denuncias por parte de las víctimas, mientras que los organismos de derechos humanos aportaron otras 3.000, todo eso en las oficinas de la OEA ubicadas en Avenida de Mayo al 700, en el centro porteño.
Ante la inminente llegada de la CIDH, en 1979, la dictadura trasladó a las personas en cautiverio en el entonces Casino de Oficiales de la Escuela de Mecánica a la Quinta El Silencio, en una isla del Delta, para ocultar lo que ocurría en el edificio ubicado en el barrio de Núñez, donde funcionaba uno de los más importantes centros clandestinos de detención.
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