María Eugenia Vidal juega todo su capital y moviliza al gabinete en la pelea final de la provincia de Buenos Aires

Es una señal de la tensión en el tramo decisivo de la campaña. En vivo o en las redes, los funcionarios salen a confrontar las críticas de candidatos y referentes kirchneristas. Se suman la apuesta a una mayor participación y los cálculos sobre corte de boleta

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La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal (Maximiliano Luna)
La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal (Maximiliano Luna)

Hernán Lacunza, ministro de Economía bonaerense, dedicó un hilo de diez mensajes en Twitter a refutar punto por punto los dichos de Axel Kicillof sobre el estado de las cuentas provinciales. Otros dos ministros, Cristian Ritondo y Gustavo Ferrari, se trenzaron con un referente del PJ local. Y hubo también andanadas de secretarios y subsecretarios en terrenos variados: educación, cuestiones de género, obras de infraestructura. María Eugenia Vidal ya había convocado personalmente a sus funcionarios para esta batalla, pero los pocos días que restan hasta las PASO llevarían al máximo esa misión entre los más y menos mediáticos. Señal de la tensión final de campaña.

Vidal juega todo en el tramo último de la carrera. Corre de atrás, según admiten y a veces exageran en La Plata. Nadie quiere dar números precisos -¿alrededor de cuatro?- aunque aluden a un repunte propio y a la ecuación de arrastre entre la imagen de la gobernadora y el desgaste de Mauricio Macri.

Las actividades, diagramadas como estrategia, no dejan terreno por rastrillar en busca de votos: apuesta a una fuerte participación de votantes, visitas en el GBA y los grandes centros urbanos del interior, intensa exposición mediática de la gobernadora. Eso, junto con el trabajo de laboratorio sobre cada segmento electoral imaginable y las especulaciones y movidas del corte de boleta.

La apuesta a la mayor participación ha despertado todos los cálculos entre funcionarios: algunos, bastante en serio y un poco no tanto, rezan para que el buen clima domine el domingo de votación. Más de uno consulta pronósticos extendidos. Como sea, se trata de una cuestión central para el equipo de Vidal, alimentada por otros pronósticos y no necesariamente por los deseos iniciales del oficialismo bonaerense: la fuerte polarización que anotan las encuestas. A ese cuadro le agregan pinceladas dramáticas, mezcla de estrategia electoral y de un elemento objetivo. Se sabe: en la provincia, sin dudas, las PASO son virtual primera vuelta y octubre define la gobernación, aunque sea por un voto. No hay ballotage y, por consiguiente, no hay chances de revancha para nadie.

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Precisamente, el sistema electoral de la provincia –un mal híbrido, combinado además con las dos primeras entregas del calendario nacional- provoca tensiones en todos los frentes. Vidal busca descontar y no oculta esa condición de correr de atrás. Y en el peronismo, a diferencia de lo que ocurría hace un par de meses, también se viene observando con inquietud la dureza de un partido que parecía ganado con comodidad, en base al arrastre del sello CFK sobre la fórmula Kicillof-Magario.

Un consultor ligado al kirchnerismo resume la situación como una mejora por goteo pero sostenida de Vidal y un número alto pero estable del Frente de Todos. Un funcionario cercano a la gobernadora lo expone en un gráfico casero, a mano: una línea en leve subida (el Frente de Todos) y otra, propia, con crecimiento a mejor ritmo. Los trazos sobre el papel dejan abierto un interrogante sobre la posibilidad de que en algún punto las líneas puedan cruzarse.

La polarización, según las encuestas que circulan, no dejaría en las PASO mucho margen para disputar votos posteriormente, en octubre. Habría ya desplazamientos, en perjuicio sobre todo de Roberto Lavagna y sus candidatos locales. Esto último dependería también del corte de boleta. Con José Luis Espert sería de hecho, por carencia de candidatos en el nivel provincial. Tal es la ansiedad con este tema, para promoverlo o frenarlo –sobre todo en ámbitos de jefes comunales- que hasta se computan en los escritorios de campaña datos marginales, como cierto corte CFK-Vidal que sugieren algunos sondeos.

Insaurralde, Massa, Kicillof, Magario, Ferraresi y Espinoza
Insaurralde, Massa, Kicillof, Magario, Ferraresi y Espinoza

Esos análisis detenidos y específicos sobre supuestas conductas electorales apuntan también a los votantes menos dispuestos a participar en las primarias, algo que no se limitaría sólo a la franja etaria más alta. En ese conjunto se advierte naturalmente desinterés y hasta enojo con la política pero, creen, podría haber margen para sumar algunos "puntitos". Más que como indecisos, una porción sería vista como desganados aunque potenciales votantes del oficialismo.

No queda resquicio por explorar. Tampoco espacio público para descuidar. Vidal había hablado con sus funcionarios en el arranque de la campaña sobre la necesidad de dar pelea en todos los terrenos. No estaban en discusión lealtades internas; se trataba más bien de alentar el debate hacia fuera, incluso entre los más resistentes a ese tipo de exposición en los medios tradicionales y en las redes. Ahora, en los días más calientes de la pelea serían más espontáneos, aunque sin improvisar.

Lacunza recurrió a los tuits para responder a los cuestionamientos de Kicillof. Lo venía haciendo como otras veces en algunas entrevistas, pero la sucesión de mensajes le permitió abundar en gráficos. Todo, en este último caso, para discutir centralmente los niveles de deuda de la provincia y exponer el cuadro heredado y el actual, similar y con el agregado de obras, según los datos aportados.

Hernán Lacunza
Hernán Lacunza

En otro plano, menos técnico aunque igualmente político, se movieron Ritondo y Ferrari, puestos en primera línea para cruzar a Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría y a cargo del PJ provincial según el equilibrio armado por los jefes comunales peronistas del GBA. Gray había minimizado las amenazas recibidas por Vidal en medio de sus primeras pulseadas con la policía bonaerense. No fue el mejor flanco para cargar contra la gobernadora.

Esos caso emergieron como los más notorios, pero se suceden y seguirán produciéndose otros. Valen un par de ejemplos. Un cuestionamiento a Vidal desde el otro lado de la General Paz realizado por la legisladora Gabriela Cerruti –estribación del impacto provocado por Aníbal Fernández con su cita de Barreda- gatilló media docena de tuits de la funcionaria Noelia Ruiz, candidata a diputada provincial, con datos sobre políticas provinciales en materia de género. Una carga de Roberto Baradel sobre infraestructura en escuelas públicas tuvo respuesta inmediata del subsecretario del área, Sergio Siciliano.

Pareciera que son barridos todos los rubros. Algunos de esos cruces aportan intensidad y cada tanto, una dosis de contenido a la campaña. El oficialismo espera que además aumente la concurrencia a las urnas, con buen clima, en todo sentido.