Carrió y Peña, la nueva dupla del poder que rodea a Macri en tiempos de crisis

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Lo repiten al unísono en la cúpula del Gobierno y los principales dirigentes de la coalición: "Durante las crisis funcionamos mejor". El premio consuelo ante las tensiones sociales y de la economía, la crisis del dólar y el resquebrajamiento de la confianza de buena parte del electorado del propio Mauricio Macri.

La debilidad del Gobierno de las últimas semanas obligó al Presidente a mostrar cambios en su esquema de decisiones. La marcha atrás de Emilio Monzó frente al anuncio de su salida anticipada de Cambiemos, la apertura a los socios de la UCR, el supuesto ascenso de Nicolás Dujovne, flamante ministro coordinador del gabinete económico -un mensaje al Fondo Monetario Internacional-, y hasta las dos recientes visitas de Nicolás Caputo, el más íntimo de los amigos de Macri, a Casa Rosada. El empresario se paseó por los salones del hotel Sheraton de Retiro en la cena de la asociación Conciencia del lunes pasado, requerido por funcionarios, diputados, dirigentes de la oposición y empresarios.

Fue parte del menú que Marcos Peña, Elisa Carrió, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta desmenuzaron a última hora de la tarde del pasado martes en Pizza Cero, uno de los lugares preferidos del PRO desde hace años, sobre la avenida Libertador.

No hubo pizza. Solo el jefe de Gabinete se permitió un tostado de jamón y queso. Para el resto, café. También se sumaron Fernando Sánchez, Maricel Etchecoin, Juan Manuel López y Maximiliano Ferraro.

El encuentro sirvió para hacer un repaso de la actualidad. Y consolidó el vínculo entre Peña y Carrió, la nueva dupla del poder. "Los presidentes tienen demasiados que le dicen 'todo está divino' y muy pocos que le dicen la verdad. Quiero que Macri sea el mejor presidente de la historia. Lo quiera él o no lo quiera él", había dicho la líder de la Coalición Cívica hace un par de semanas en un hotel céntrico junto a Vidal, la tarde en la que el Gobierno tomó oxígeno tras la renovación de las Lebac y recobró algo de calma tras la abrupta devaluación del peso.

Según Carrió, ella y Peña son dos de los que a Macri "le dicen la verdad". A pesar de las reiteradas y constantes críticas de las últimas semanas hacia el jefe de Gabinete por la obcecación presidencial. Una sucesión de tropiezos en el gradualismo que el círculo rojo le endosó al jefe de Gabinete, a Mario Quintana y a Gustavo Lopetegui, el triángulo de la gestión que hasta hace algunos meses era intocable.

Durante el café del martes, Peña le transmitió a Carrió el agradecimiento de Quintana por la cerrada defensa pública que la diputada hizo del vicejefe de Gabinete ante las denuncias por su vinculación con Farmacity. "Lilita" reafirmó que va a seguir en la misma línea.

(DyN)
(DyN)

"Hay que fortalecer al Presidente", insistió la diputada, según algunos de los presentes. Se trazó un diagnóstico "realista" de cara al 2019. Carrió aseguró que había que pasar el bache, que iba a apoyar al Gobierno y que en un año Macri puede revalidar su Presidencia, a pesar de la constante caída en las encuestas. Peña coincidió.

El funcionario explicó el nuevo rol de Dujovne como coordinador del equipo económico: adujo que era casi principalmente por su función como negociador ante el FMI. "Lilita" prometió archivar los planteos que tiene sobre la figura del ministro para más adelante para no entorpecer esas negociaciones.

Un par de horas después, la diputada levantó el teléfono y llamó al funcionario -después lo hizo con el propio Macri- para protestar por las versiones sobre los supuestos cambios en el esquema de retenciones al campo, que surgieron tras el debut de la mesa de coordinación económica, en la mañana del martes. El lugar en el que se cocinará el ajuste del gasto. En el Ministerio de Hacienda no descartan congelamiento y hasta rebajas de sueldos en algunos organismos del Estado. En línea con la magra propuesta salarial que el Gobierno ofrece por estos días a los gremios estatales.

La relación entre Peña y Carrió -que supieron mirarse con desconfianza- empezó a estrecharse en los últimos meses. Y se fortaleció a mediados de abril, tras los cortocircuitos entre los socios de la alianza oficialista por el debate en torno a los aumentos de tarifas. Hablaron varias veces por teléfono durante estos días antes de abrir una ronda de consultas con el radicalismo y después del visible fastidio que causó en la Casa Rosada esa rebelión interna.

La diputada incluso reemplazó a funcionarios como Quintana o José Torello -dos de sus asiduos interlocutores- por el jefe de Gabinete como uno de sus principales nexos con el Poder Ejecutivo. Hace algunas semanas, tras su vuelta del viaje por los Estados Unidos, almorzó con Peña en Olivos. Ni siquiera se cruzó con Macri.

Macri, durante el Tédeum del viernes (Presidencia – flickr)
Macri, durante el Tédeum del viernes (Presidencia – flickr)

A fines de noviembre del año pasado, en su encendido monólogo durante la cena de la fundación Hannah Arendt, en Costa Salguero, Carrió mencionó el vínculo con varios de los dirigentes del oficialismo. No se refirió nunca a Peña, que presenciaba parado el discurso de la diputada. Todavía se medían, con algún recelo.

El acercamiento es aún más sorprendente por los incesantes ataques de la diputada a la comunicación del Gobierno. "Llamo a todo Cambiemos a no callar. No importa lo que opine (Jaime) Durán Barba", había pedido durante la apertura del ciclo lectivo del Hannah Arendt hace dos semanas, junto a Vidal.

Aunque con quien sí trabó Carrió una buena relación es con Santiago Nieto, el socio del consultor ecuatoriano. Es uno de los asesores del Gobierno porteño. Rodrigo Lugones, un viejo socio de Durán Barba, también merodea la gestión de la Ciudad, pero a través de las oficinas de Diego Santilli. Lugones, de todos modos, suele estar representado con el venezolano Orlando Luces.

Es que la líder de la CC es mucho más pragmática de lo que parece.

El tándem Carrió-Peña le inyecta además una dosis extra de inquietud a los últimos movimientos en las mesas de decisiones de Cambiemos que marearon a un buen número de ministros y dirigentes y que también sobrevolaron el café del martes en Pizza Cero. Así como la unción de Dujovne obedeció a un gesto hacia el FMI, las de Monzó y Rogelio Frigerio fueron un mensaje al círculo rojo y a la oposición. Un reacomodamiento circunstancial de roles.

En momentos decisivos en el debate con el PJ de cara al futuro. Y en medio del proyecto de tarifas que este miércoles podría obtener sanción definitiva en el Senado. "Ya están los votos", confiaron en las últimas horas fuentes parlamentarios del bloque de Miguel Ángel Pichetto.

"Lilita" no está en ninguna de esas mesas. No sabe usar el WhatsApp. Pero su figura es mucho más decisiva que la de casi todos los otros integrantes de esos grupos a la hora de tomar decisiones. En general por temor.

El poder de Peña, entre todos esos cambios de conducción, continúa inalterable. La única duda pasa por el rol de Quintana y de Lopetegui, que reportan al jefe de ministros pero que provienen del riñón de Rodríguez Larreta.

Justo cuando vuelven a aflorar supuestos fastidios de Macri con el jefe de Gobierno porteño, con quien el jefe de Estado se mostró tres veces en las últimas semanas: en la inauguración de una estación de la línea H, en los clásicos timbreos, el fin de semana pasado, y en el Tédeum, anteayer. Son los mismos fastidios que sobrevuela, cada tanto, la mesa en la que se sientan Peña, Vidal y Rodríguez Larreta, los únicos tres integrantes inamovibles de la cúpula del poder.

En la reunión del martes también hubo lugar para la discusión sobre las tarifas y el pedido de Carrió de controlar a las empresas. De lo que se no habló fue de los proyectos del PJ de transferirles el control de Edenor, Edesur y AYSA al jefe de Gobierno porteño y a la gobernadora bonaerense. Una discusión en puerta por la que Rodríguez Larreta y Vidal ya empezaron a preocuparse y mandaron a sus técnicos a analizar el costo fiscal del traspaso.

En abril del 2015, en vísperas de la campaña local, había sido el propio Rodríguez Larreta el que avaló la discusión en nombre de la autonomía porteña. "Especialmente yo voy a pedir el control de la regulación de los servicios públicos. Todas las provincias lo tienen. La Nación le pasó Edelap a la provincia de Buenos Aires. Queremos el control de Edenor y de Edesur, del agua y del gas. Queremos poder tener incidencia en las tarifas y las inversiones de las empresas", dijo, tajante, en una entrevista con El Cronista.