¿Quién es el candidato de Cambiemos? Carisma, gestión o continuidad

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(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

En una columna anterior, nos preguntamos qué pasaría si el candidato fuese Marcos Peña. En esta ocasión nos preguntamos que ocurriría si fuesen María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta o Mauricio Macri.

Analicemos los atributos y fortalezas de cada uno de los principales referentes de Cambiemos y sus potencialidades como futuros candidatos a competir por el sillón de Rivadavia.

Vidal: el capital carismático de Cambiemos

Hay quienes establecen que el triunfo de María Eugenia Vidal en 2015 fue el pilar fundamental que le aseguró a Macri su triunfo a nivel nacional. Más allá de las interpretaciones, si vemos los guarismos la tendencia es clara: cuando Vidal logró incrementar su caudal electoral, Macri hizo lo propio. Como contracara, cuando el Frente para la Victoria se diluyó en la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli perdió votos a nivel nacional.

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Hoy Vidal, junto con Larreta, supera a Macri en términos de imagen positiva por entre 15 y 20 puntos. Sin embargo, quizás no es suficiente para llegar a Balcarce 50. No sería lo más oportuno rechazar una posible reelección en la provincia de Buenos Aires por una fortuita candidatura a nivel nacional, sobre todo si tenemos en cuenta el mito de que ningún gobernador de la provincia más populosa logró ganar la presidencia.

Tal vez en términos electorales, el mejor aliado que tiene Vidal es la paciencia. Si hoy ganase su reelección, su candidatura nacional podría ser sólo cuestión de tiempo. Por ello, esperar sería la mejor estrategia.

Rodríguez Larreta: la gestión ante todo

La visión peyorativa que muchas personas tienen sobre la consultoría política, los asesores de imagen y el marketing político, se vincula a menudo con la idea de que se "fabrican candidatos". No obstante, está muy lejos de ser así.

En tiempos en que la personalización de la política se ha impuesto y la primacía de la imagen es una tendencia sin retorno, la experiencia muestra que es imprescindible una máxima coherencia entre lo que un candidato busca proyectar hacia la opinión pública y sus atributos reales. En otras palabras, la mejor estrategia de comunicación política no es hacer que el candidato diga o muestre algo que no es, por el contrario, es ayudarlo a potenciar aquello que sí es o sí tiene para mostrar.

En este marco, Horacio Rodríguez Larreta es un candidato cuyo mayor capital es la gestión. Aquel consultor que se le acerque no debería intentar proponerle potenciar atributos que no son naturales en él, como por ejemplo el carisma y la simpatía. Debería, en cambio, intentar focalizar en su mejor virtud según el electorado, que se vincula con una eficaz administración de la ciudad. Lo mejor que tiene para mostrar el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es su capacidad para formar y liderar equipos de trabajo, su conocimiento de la Ciudad y su preocupación por los asuntos que concentran la atención de los porteños. No es necesario fingir otras cosas o hacer payasadas para despertar la atención de los electores.

Hoy, la imagen positiva de Rodríguez Larreta ronda el 60%, dato que ubica a su gestión como una de las de mayor valoración a nivel nacional. Tras haberle ganado por exiguo margen a Martín Lousteau en 2015, logró licuarlo en la campaña de 2017. Así las cosas, si el candiadto de Eco no logra refrescar el vínculo con su electorado, Rodríguez Larreta podría llegar a 2019 con un escenario despejado, sin un claro y convocante adversario.
Por ello, al igual que en el caso de Vidal, la mejor estrategia podría ser dirigida a la casi segura reelección en la Ciudad.

Macri: la continuidad es el candidato

La experiencia del sistema presidencialista, tanto en su vertiente estadounidense como en sus variantes latinoamericanas, indica que los que buscan su reelección, en la abrumadora mayoría de los casos, la obtienen sin mayores obstáculos. Tal vez sea el premio por haber contado con una elección previa, quizás se deba a ciertos logros y conquistas en la gestión o posiblemente responda a la ventaja de manejar los recursos públicos.

Evidentemente, Macri no es un paracaidista en la política. Hoy, no está sentado en la Casa Rosada por un mero golpe de suerte: creó un partido político desde cero (PRO), trabajó en la identidad y el posicionamiento del mismo, impulsó la formación de candidatos competitivos (Rodríguez Larreta, Vidal, Peña, Michetti, etc.), aplicó una política de alianzas (con la UCR y Carrió), y configuró –de la mano de la polarización con el kirchnerismo- un escenario político cada vez más provechoso para su fuerza.

En ese sentido, si Macri tiene grandes posibilidades de conseguir la reelección, no parece responder a un hito en materia económica, sino a otros factores de índole política y motivaciones de los electores.

La fragmentación de la oposición es, sin dudas, uno de los factores determinantes para la eventual reelección de Macri. No importa tanto que CFK mida casi 30%, sino su incapacidad de congregar a otros sectores importantes de la oposición en torno a su candidatura. Si ella se presenta, posiblemente no sólo no conseguiría reunir a diversos sectores de la oposición, sino que podría provocar que éstos se aglutinaran en torno a Macri. En otras palabras, nada sería mejor para el oficialismo que una candidatura de CFK.

Por otra parte, la imagen que el electorado tiene del gobierno nacional sufrió un desgaste a causa del tantas veces anunciado repunte económico que aún no se ha materializado en el bolsillo. En este marco, la tracción que Vidal y Rodríguez Larreta puedan hacer en términos electorales al competir por la reelección en sus distritos, será clave para que Macri supere un potencial voto de descontento a causa de la economía.

"40-30-30"

Aun faltando más de un año para las elecciones, la danza de las encuestas ya comenzó. Existen suficientes razones metodológicas, estudios de opinión pública y experiencias acumuladas como para que tenga sentido preguntarles a los argentinos "¿a quién tiene pensado votar?".

Sin embargo, las principales encuestadoras coinciden en trazar el escenario "40-30-30". Con Mauricio Macri como su candidato principal, el gobierno tendría una intención de voto cercana al 40%. La tradición reelectoralista de la Argentina y los resultados obtenidos en 2017, corroborarían esta hipótesis.

El siguiente 30% corresponderían a Cristina Kirchner. La ex presidenta dejó el sillón de Rivadavia con una imagen positiva cercana al 50%. No obstante, tras su vuelta al llano, las florecientes causas de corrupción de funcionarios de su gobierno y el desfile por Comodoro Py lograron, progresivamente, dinamitar su imagen pública. Un núcleo relativamente duro de votantes fue capaz de sostener el 30% que la acompañó en 2017 y, según los sondeos, la continuaría acompañando a nivel nacional en 2019.

Por último, hay un 30% del electorado que no tiene claro a quién apoyaría. Dado que aún queda mucho tiempo para el próximo proceso electoral, es lógico y esperable el porcentaje de indecisos. No obstante, se podría aventurar que Macri tiene mayores probabilidades que Cristina frente a un escenario polarizado. Algo similar a lo que ocurrió en 2017, que también fue adelantado en su momento por encuestadoras como la consultora Julio Aurelio, Cambiemos lograba llegar más a los votantes de las terceras fuerzas -en ese entonces los votantes masistas- que CFK, en aquel escenario de polarización.

Si bien queda mucho tiempo para resolver cuál de los candidato de Cambiemos ocupará el sitial principal de la boleta presidencial, la campaña ya comenzó y presenta un panorama favorable para Cambiemos.

*Sociólogo y consultor político. Autor de "Gustar, ganar y gobernar" (Aguilar 2017)