El plan, los actores y las reformas del ciclo político que se inicia mañana

Ansioso, Macri ya convocó para mañana a las 10:30 a la primera reunión de coordinación en Casa Rosada. Se viene un gran acuerdo entre el Ejecutivo nacional y los gobernadores. El kirchnerismo reducido a su mínima expresión

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(Adrián Escandar)
(Adrián Escandar)

A las 10:30 de mañana lunes, Mauricio Macri estará realizando la primera reunión de coordinación de Gabinete en la Casa Rosada. No se tomará ni 24 horas para festejar el resultado de las elecciones. Hace semanas que está furioso porque, debido a los comicios, infinidad de cuestiones de Gobierno que considera perentorias, están paralizadas "para después del 22". La ansiedad por arrancar con todo la gestión cuando antes, lo carcome.

El primer asunto será cuándo y cómo convocar a una reunión de gobernadores para dar inicio a un acuerdo de reformas que sea la base del crecimiento genuino con inversión que espera después del rotundo triunfo de Cambiemos en las elecciones de medio término.

En una, a lo sumo dos semanas, debería estar esa foto, la del Presidente con los gobernadores oficialistas y opositores, sobre la que se diseñará la arquitectura de un gran consenso con algunos pocos asuntos, pero que en el Gobierno se consideran cruciales para poner en marcha una economía trabada por innumerables regulaciones que la tienen sujeta a niveles cercanos a la inercia.

Macri fue informado acerca los dos últimos dos acuerdos nacionales que se realizaron en la Argentina, entre el radicalismo y el peronismo. Uno, en 1988, un año después que el gobernador Antonio Cafiero ganara las elecciones de la provincia de Buenos Aires. Se trató de un acuerdo impulsado por el entonces presidente Raúl Alfonsín para sacar un paquete de leyes que constituyeron alguno de los pilares de la relación institucional entre la Nación y las provincias, desde ese momento hasta ahora: la Ley de Coparticipación Federal, la Ley de Seguridad Interior y la eliminación de la Ley de Promoción Industrial tal como estaba concebida.

En el 2001 también hubo otro acuerdo entre peronistas y radicales, firmado -y sin fotos- por el presidente interino Eduardo Duhalde y Alfonsín, en su condición de líder indiscutido del principal partido de oposición, después de la debacle de Fernando De la Rúa. En base a ese consenso se aprobó en el Congreso el paquete de leyes de la emergencia, muchas de las cuales continuaron vigentes, aun cuando la economía K crecía a tasas chinas por la altísima demanda de materias primas que traccionaba los precios inéditos desde China.

Este acuerdo será muy distinto. No será entre dos líderes, porque el peronismo no tiene uno y, por el contrario, se encuentra transitando una difícil etapa de transición, sin jefes, ni candidatos indiscutibles para el 2019.

Todo se hará más difícil y habrá que aguzar mucho la creatividad para que esa arquitectura básica se transforme en un paquete de leyes que pueda ser aprobado cuanto antes, presumiblemente, entre el 10 y el 22 de diciembre de este mismo año, cuando ya esté la composición del Congreso que será votado hoy. Obviamente, será en período extraordinario de sesiones (las ordinarias vencen el 30 de noviembre), antes de que los diputados y senadores se vayan a sus provincias por las Fiestas.

El presidente del bloque de Diputados del PRO Nicolás Massot junto al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, las espadas del oficialismo en la Cámara Baja (Telam)
El presidente del bloque de Diputados del PRO Nicolás Massot junto al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, las espadas del oficialismo en la Cámara Baja (Telam)

La idea es diseñar en el Congreso una "mesa espejo" de los acuerdos entre el Ejecutivo nacional y los ejecutivos provinciales, que trabaje para aprobar paquetes de leyes temáticos, sobre los que ya empezaron a circular borradores:

Reforma judicial: del Ministerio Público Fiscal, del Consejo de la Magistratura, del derecho en el procedimiento administrativo.

Reforma impositiva: eliminación de los impuestos a Ingresos Brutos, sellos y cheque, nuevo gravamen a la renta financiera y a los plazos fijos y bonos, cambios en el impuesto a las ganancias.

Reforma electoral: volviendo a impulsar el proyecto que ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados y fue frenada en el Senado, quizás con algunos cambios, para que pueda volver a Diputados y ser implementada en la elección presidencial de 2019.

Reforma laboral: para la que se sumará a la CGT a la mesa de la discusión.

Más dos temas que, de antemano, se sabe que serán más complicados para discutir. A saber:

Eliminación del Fondo del Conurbano, diseñando un nuevo mecanismo de compensación  para la provincia de Buenos Aires del que se hará cargo la Nación, por la inequidad a la que fue obligada en la Ley de Coparticipación de 1988.

Reforma previsional, donde el peronismo ya adelantó informalmente su oposición si lo que se busca es aumentar la edad jubilatoria.

En el oficialismo aseguran que el proyecto de nueva Ley de Responsabilidad Fiscal, trabajada durante 8 meses en el Ministerio de Hacienda con sus pares de las provincias, que fue refrendada por 22 de las 24 distritos (solo no lo hicieron San Luis y La Pampa), con el compromiso de no aumentar la presión impositiva, especialmente en gravámenes aplicados sobre el trabajo y la producción, además de mantener constante el gasto corriente primario en términos reales y congelada la plantilla de empleados públicos, es la base sobre la que encajarán las demás reformas que deberían aprobarse hacia fin de año.

En el Congreso, por el lado del oficialismo está claro quiénes serán los actores del gran acuerdo. Emilio Monzó, Mario Negri, Nicolás Massot, Silvia Lospennato, por Diputados, Federico Pinedo y muy probablemente Humberto Schiavoni, por el Senado.

¿Pero quiénes serán en nombre del peronismo? En el Senado, está claro que hay un jefe indiscutido, el rionegrino Miguel Angel Pichetto. Pero en Diputados ni los mismos peronistas saben para dónde disparar, todo está por discutirse.

Hoy hay un bloque peronista dominante, el de del FPV, con 70 diputados, más un interbloque del Frente Renovador que tiene 35 diputados y un bloque Justicialista con 17. También hay varios bloques más pequeños, como el del Movimiento Evita, que está en 5 y quedará en 3.

Pero nada seguirá como estaba. Los kirchneristas verán reducida su representación a un máximo de 12 diputados y un mínimo de 8. Y muy probablemente se vayan del colectivo peronista. La gente de Massa verá reducida su representación a 18 diputados, y los del BJ empujarán para hacer un "bloque de los gobernadores peronistas" o, por lo menos, un interbloque que represente a los gobernadores, con la inclusión del massismo, Randazzo, el Movimiento Evita y los diputados de origen sindical.

– ¿No habrá entonces un bloque o interbloque del Partido Justicialista?, preguntó Infobae a un referente de los gobernadores en Diputados. "No creo, porque buscamos incluir a los misioneros (gobernador Hugo Passalacqua), que algunos son peronistas y otros no, y a los santiagueños (ex gobernador Gerardo Zamora), que son aliados del peronismo pero vienen del radicalismo", explicó.

Pero cómo se coordinarán esos grupos, bajo qué conducción, todavía es difícil de imaginar. Por las dudas, el diputado José Luis Gioja, viejo lobo de mar, hoy alejado de su ex delfín (el gobernador de San Juan, Sergio Uñac), se apuró a tomar distancia del kirchnerismo. Aspira a ser el jefe de ese virtual interbloque, aunque difícilmente quienes estos dos últimos años fueron estigmatizados por negociar leyes con el Gobierno hagan borrón y cuenta nueva, mientras él votaba siempre alineado a los K.

El Gobierno busca alcanzar el preciado lugar de primera minoría en el Senado y consolidarse con la primera minoría en Diputados, pero a 18 o 19 votos del quórum (hoy está a 50). El peronismo, por su lado, sabe que perderá el quórum propio en el Senado, pero aspira a quedar como primera minoría y tiene asegurada una segunda minoría en Diputados con un interbloque de los gobernadores, que lo obligará a negociaciones permanentes entre sí, que no serán automáticas.

Obviamente, quien maneja el poder central siempre tiene mayores recursos para captar 20 votos sueltos con los que aprobar cualquier ley que considere estratégica, si el peronismo se retoba. El salto de representatividad que dará el oficialismo en estas elecciones, le permitirá -sobre todo- ir más rápido. Y al peronismo, con un kirchnerismo reducido a la insignificancia, iniciar la larga marcha hacia su reconstrucción.

Una nuevo ciclo empieza mañana en la Argentina. Para nadie fue sencillo llegar hasta aquí. Hubo miedo de que nuestra siempre frágil democracia se hiciera añicos, o de que el populismo volviera, y con más odio. Algunos están muy enojados porque la cárcel le está pisando los talones. Otros porque creen que Cambiemos es un gobierno represor. Reconstruir la confianza mutua no será nada fácil. Pero es la condición necesaria para que nuestro país pueda superar viejos traumas y lanzarse hacia un futuro que nos incluya a todos, aún a los que piensan muy distinto.

 
 

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