Hace poco estaba hablando con algunos colegas sobre cómo en las consultas médicas a las que asisten hombres como pacientes, con alguna mujer de acompañante, se obtiene mejor información sobre la dolencia o necesidad del paciente y, por tanto, es mucho mejor el resultado de la atención. Esto me llevo a reflexionar sobre la importancia de que nosotras las mujeres también hablemos de “enfermedades de hombres” como el cáncer de próstata.
En Latinoamérica, más de 225.000 hombres son diagnosticados con cáncer de próstata al año, y más de 61.000 fallecen por complicaciones de esta enfermedad. Solo en Perú, según Globocan, cada año se registran 8.553 nuevos casos.
Los números son alarmantes, pues este tipo de cáncer sigue siendo uno de los más comunes en la población masculina a nivel mundial, y el más frecuente en la región. Además, se prevé que los casos anuales de cáncer de próstata se dupliquen de 1,4 millones en 2020 a 2,9 millones en 2040, mientras que las muertes anuales aumentarán un 85%, principalmente entre los hombres de los países de renta baja y media.
Lo anterior es paradójico si tenemos en cuenta que esta enfermedad tiene un alto índice de tratamiento exitoso si se detecta a tiempo. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué siguen falleciendo pacientes con cáncer de próstata? La respuesta es sencilla: la detección temprana sigue siendo un desafío debido a diversos factores, entre ellos, la renuencia de muchos hombres a realizarse chequeos médicos de rutina.
Es aquí donde las mujeres podemos convertirnos en agentes de cambio, alentando a nuestros seres queridos a superar el miedo y la desinformación. Históricamente, las mujeres hemos sido las principales cuidadoras y gestoras de salud en los hogares, y esta tendencia continúa vigente. Nuestra influencia y apoyo pueden ser determinantes para que los hombres acudan a consultas médicas y sigan los tratamientos necesarios.
Entonces, en el contexto del cáncer de próstata, nuestro rol como esposas, hijas, hermanas, amigas y profesionales es crucial para incentivar el chequeo médico y el diagnóstico oportuno de esta enfermedad que afecta a 1,5 millones de hombres anualmente alrededor del mundo. Las estadísticas muestran que los hombres que tienen mujeres cuidadoras en su vida tienden a someterse a exámenes médicos con mayor frecuencia.
Otra forma de contribuir a la salud masculina y la detección temprana del cáncer de próstata es mediante la educación y la creación de conciencia. Por ejemplo, algunos hombres tienden a considerar vergonzoso tener ciertos síntomas físicos como la incontinencia urinaria, la disfunción eréctil o la eyaculación retardada. Sin embargo, de lo que no se dan cuenta es que con los prejuicios solo el cáncer gana, pues estos problemas podrían estar asociados a otras condiciones de salud no diagnosticadas.
Mujeres, su contribución, aunque a menudo silenciosa y discreta, es una piedra angular en la lucha contra esta enfermedad. Su apoyo emocional es invaluable para enfrentar esos momentos de incertidumbre y vulnerabilidad. Por esto hoy quiero destacar y valorar este trabajo vital de todas las mujeres cuidadoras, quienes actúan como puente entre los hombres y el sistema de salud, facilitando la comunicación y garantizando que se sigan las recomendaciones médicas.
Nuestro papel no es simplemente el de acompañantes, también desempeñamos un rol activo en tomarle la delantera al cáncer de próstata. Por ende, mi invitación hoy es a que hablemos de esta enfermedad con los hombres de nuestra vida y así ayudarlos a empoderarse de su salud.