Volver sin que lo llamen

Él (ella) se fue hace tiempo y sin explicación. Pero de vez en cuando asoma, atisba, otea, te likea, te arroba, te postear con sorprendente regularidad. ¿Lo/a dejamos entrar?

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Volver sin que lo llamen

por QUENA STRAUSS, periodista

Se fugó. Se deshizo. Alguna vez te rondó, te moscardoneó con insistencia y hasta llegaron a tener esa imprecisa forma de intimidad llamada "algo". Pero un día, al más puro estilo Drácula a la salida del sol, el tipo se deconstruyó, se hizo humo, no lo viste más. Desapareció de las redes (cuando no hizo algo aún más berreta como bloquearte) y no supiste más de su augusta persona. Pero también eso ya es historia, porque en las últimas semanas y sin previo aviso el ex ha vuelto a encarnar. Te asoma, te likea, te da "toques".

Primero fue volver a seguirte en Twitter, después un estúpido "Holis" en el Messenger y, finalmente, un pedido formal de "amistad" en Facebook junto con piropos y comentarios supuestamente floridos en Instagram.

La duda: ignorar, repeler o dar bola pura y exclusivamente para hacerlo pisar el palito, dejar que se enganche y, ahí sí, despacharlo de una patada. Todo depende de lo que haya representado realmente para vos. Si no fue más que un aperitivo sexy, dejalo regresar que el saludo, un vaso y un revolcón no se le niega a nadie. Ahora, si realmente te importó y todavía lo estás odiando por eso que te hizo, ni lo dudes: abrile las puertas de par en par y, cuando gane confianza, armá una cita y retirate sin dejar que te toque un pelo. Y después otra, y otra más. A cada una andá más despechugada y salerosa, y utilizá la cuchara para reprimir cualquier intento de digitación de su parte. A la cuarta, ni vayas. Desaparecé vos también y disfrutá desde la comodidad de tu casa la humillación que cabe a todo aquel que se va sin que lo echen y vuelve sin que lo llamen.

La media vuelta

por LUIS BUERO, periodista

ilustración VERÓNICA PALMIERI

Mi abuela solía decir: "quien se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen". Pero no siempre es así cuando se trata de una mujer. Porque cuando a ella el tipo ya no le dilata la pupila y no lo quiere más, lo abandona para siempre y no regresa. Ahora imaginemos, hermana lectora, que la muchacha o señora quiso separarse en un momento de confusión (psicológica, hormonal) y ahora lo busca para volver. ¿Debería él darle una segunda chance a esta persona?

Casos en los que no conviene:

x si la señorita "te puso los cuernos" en su despedida anterior, porque vas a recordárselo siempre. El narcisismo herido no prescribe.

x Si la convivencia diaria que los unía era más tóxica y mortal que el monóxido de carbono.

x Si la razón de la separación fueron los injustificados celos de ella o tuyos, mejor iniciar terapia urgente antes de reincidir.

x Si la que te dejó libre llevaba siempre a su mamá adosada a la espalda como una mochila: ¿para qué recuperar ese combo que incluye a una suegra metida y autoritaria?

Casos en los que sí conviene aceptarla de nuevo:

x si la extrañás mucho, seguís enamorado de ella y desde que se fue bajaste 20 kilos, no te bañás ni cambiás las sábanas y dormís siempre vestido.

x Si soñás con ella todas las noches y en sueños se te aparece como esposa, hermana, madre, amante o Dios.

x Si sentís que vivieron una gran relación, armoniosa e intentarlo de nuevo puede ser una gran oportunidad.

x Si al abrir la boca la nombrás siempre… Pero bueno, si no se dan estos casos te conviene dar la media vuelta, como canta Luis Miguel, y asunto terminado.

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