¿Sentarías a tu ex en una mesa de celebración?

Pasó un mes, pero la idea nos sigue rondando en la cabeza: el príncipe Harry invitó a su boda no a una sino a ¡dos de sus ex! ¿Vos lo imitarías?

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¡Vete de mí!
por QUENA STRAUSS, periodista

Todo ex es un incordio. Desde luego que hay excepciones, pero les han tocado a los demás. Nunca a mí. A los otros, a esos que invitan a exmaridos, exnovios y examantes a los cumples de sus hijos y hasta a sus propias bodas, como el príncipe Harry. Y en su caso la cosa fue todavía peor porque, como habrás visto, no invitó a una sola sino a dos de sus parejas anteriores. Invitó, para ser precisos, a la más longeva y a la más reciente, y estoy segura de que guiando esas elecciones estuvo la gente de protocolo de Buckingham. Porque –entre nos, ya calzándome los ruleros– a mí no me van a decir que el alocado pelirrojo pasó por encima de "lo que debe ser" en materia de bodas reales.

Creo más bien que todos –incluida su étnica novia americana– conversaron pros y contras de tener a las dos deslavadas rubias aristocráticas que la precedieron en el corazón del príncipe, y llegaron a la conclusión de que semejante dueto aportaba "color y tolerancia" a un casorio que hace veinte años habría dejado calva del susto a su majestad.

Pero el tiempo ha pasado y después de tanto amante, chupada de dedo gordo en público, Tampax Affaire y demás, la presencia de dos ex en la fiesta fue casi un detalle simpático. Que a mí no me hace gracia ninguna, por cierto. Creo que hay que ser muy superado (o muy impune) o las dos cosas para convertir el día de tu casamiento en una convención de Amores Que Fueron. No cuenten pues conmigo para eso. Aunque sí, por supuesto, para que disfrute del espectáculo a toda pantalla, con una canasta llena de bizcochitos, el mate a mano y ¡los ruleros puestos!


Como la milanesa…

por LUIS BUERO, periodista

ilustración VERÓNICA PALMIERI

El príncipe Harry invitó a su boda a sus dos exnovias, Chelsy y Cressida, lo que es una prueba del temperamento flemático de los británicos. Y Meghan se lo bancó como si fuera una señorita inglesa. Pero de este lado del charco, corriendo sangre italiana o española por nuestras venas, ¿ustedes creen, muchachos, que nuestras novias se bancarían que a la boda invitemos a las ex, cuando el sólo hecho de nombrarlas sin querer ya es motivo de peleas? No todas las exparejas son cool como Susana y Darín.

Entre los buenos recuerdos siempre se esconde algún resabio de rencor, como para bloquearles el teléfono y romper todas sus fotos. Pero sí existe una ex a la que no te podés sacar de encima te lleves como te lleves y es la madre de tus críos. Eso no significa que la vayas a invitar a tus nuevas bodas, pero sí que con tu pareja actual te la vas a encontrar en los bautismos, cumpleaños y hasta casamientos de tus hijos. No te une a ella el amor ni el espanto, pero si te vas a mandar el faltazo a todos los eventos de tus chicos para no verla, te perderás la mayoría de las celebraciones.

La ex, madre de tus hijos, es como la milanesa: está en todos los pícnics. Es una forma de decir que de la mía no me salvé de verla ni en el velatorio de mis padres, en los cumpleaños de mis sobrinos, en la entrega de títulos universitarios de mis pibes, y ahora en los festejos varios de mis nietas.
La señora en cuestión tiene menos diplomacia conmigo que un camionero furioso, así que mi silencio es el pasaporte seguro a la tranquilidad en una reunión. Y digo la frase sufí: esto también pasará.