Si bien en Francia, Holanda y Alemania existen obstetras, parteras, kinesiólogos y psicólogos formados en la ciencia de la haptonomía y hasta obras sociales que la incluyen dentro de sus prestaciones, en nuestro país sus alcances y beneficios casi no se conocen.
Por un lado, porque es un abordaje relativamente nuevo –no tiene más de sesenta años–, por otro, en Latinoamérica sólo cuatro haptoterapeutas están formadas y autorizadas para ejercerla: Vivian Hayd (kinesióloga) y las psicólogas Magdalena Cadot, Eugenia Camuña y Jaqui Zieler (quien además es directora de Creavida, la fundación referente en el país).
Sin embargo, hay tres libros publicados en español y la pediatra francesa Catherine Dolto, líder a nivel mundial, impartió por estos lares dos seminarios. Pero ¿de qué se trata este conjunto de teorías y prácticas creadas por un médico holandés (Frans Veldman) a mediados de 1920?
EL PRIMER ESLABÓN. Quienes la promueven la llaman la ciencia de la afectividad porque abarca todo el espectro de la vida (desde la concepción, e incluso antes, hasta la muerte) y se enfoca en la evolución de las cualidades afectivas humanas para potenciarlas y fortalecerlas.
La haptonomía perinatal (una de las especialidades más conocidas) se ocupa del acompañamiento del bebé quien, de a poco, se siente confirmado afectivamente en el vínculo con sus padres y a partir de eso edifica una seguridad que le permitirá contar con más recursos para llevar adelante su vida.
Por eso entre los objetivos de esta ciencia está el de potenciar la confianza de base y la independencia de los recién nacidos. Como explica Zieler, se trata de ayudar a los padres y a sus hijos a construir ese vínculo tan delicado, complejo y único y que impacta, sin duda, en el desarrollo emocional futuro.
El apoyo de los profesionales puede iniciarse antes de la gestación o desde el embarazo y continúa hasta que el chico empieza a caminar solo (señal de autonomía). En la dinámica concreta la haptonomía se apoya tanto en un tipo de contacto específico y personal como en la palabra, y tiene lugar en un ambiente activo y tierno.
"Se basa en lo sensorial y se aplica con creatividad en cada individuo y vínculo en particular. Tratamos de estar disponibles a los movimientos sutiles de la afectividad porque se sabe muy poco sobre el inicio de la vida y qué pasa mientras el bebé está en la panza de la mamá", esclarece Zieler, esquiva a dar recetas y ejercicios generales.
Así, cada encuentro o sesión intenta enfocarse en los deseos y necesidades de cada tríada: bebé, padre y madre. Si por algún motivo el varón no está presente, se le aconseja a la mujer que elija un acompañante de su entorno para que asista. Y en cada caso se organiza una entrevista previa en la que se fija la cantidad de sesiones y los costos. Se suelen sugerir un mínimo de siete reuniones que duran entre cuarenta y cinco minutos y una hora y cuarto.
Después del nacimiento los profesionales tratan de que el bebé redescubra los aprendizajes de su vida intrauterina, muy importantes para el sostén, el sentir y el desarrollo de su autonomía durante el primer año. Estas primeras sesiones postparto son, además, muy valiosas: el lazo que formen y enriquezcan en esta etapa inicial redunda en la calidad de una relación que seguirá desarrollándose a lo largo de la vida.
¿Dónde consultar?
La fundación Creavida es un espacio abierto y colectivo que, desde diferentes áreas, propone y articula actividades relacionadas con el primer año de vida y la haptonomía. www.fundacioncreavida.org.ar
Textos: MARA DERNI (mderni@atlantida.com.ar) Fotos LATINSTOCK
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