Que a la Fed no le falten cinco centavos para el peso

El banco central de EEUU puso en marcha un proceso de normalización de la economía, con un aumento agresivo de tasas y esteirilizando la gran liquidez inyectada; hay riesgos de que el escenario de tasas elevadas se mantenga en el tiempo

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El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell
El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell

Como latinoamericanos, estamos acostumbrados a ver cómo grandes proyectos o retos monumentales quedan cerca de ser finalizados y son muchas veces abandonados o simplemente entregados a la sociedad con múltiples deficiencias.

Para gran parte de nuestra población, puede ser inconcebible que en países del primer mundo se vean ejemplos de este tipo, o que esas sociedades se conformen con algo menos que la perfección o el cumplimiento del objetivo trazado.

En Estados Unidos o Europa, se daban por descontado la disciplina fiscal y el respeto por la estabilidad macroeconómica por parte de las autoridades políticas y económicas. Pero la crisis financiera de 2008 y luego la pandemia, demostraron que los paradigmas tradicionales de política económica fueron las primeras víctimas en estas situaciones, no solo recortando las tasas de interés a cero, sino que además fueron inyectados trillones de dólares a las economías sin piedad alguna, como si fueran inyecciones de adrenalina a un moribundo.

En ambas ocasiones podemos decir que funcionó. Sin embargo, la economía, como cualquier adicto a una sustancia, necesitó cada vez más inyección de dinero para ver su mejoría, y durante la pandemia, solo en Estados Unidos hubo más de 4 trillones de dólares en inyección de liquidez.

Estas inyecciones de adrenalina monetaria tuvieron un costo subyacente silencioso pero muy doloroso: burbujas en los precios de activos de todo tipo, y por lo tanto, inflación.

Decir que Powell se acobardó para controlar los precios, sería mentir, porque a pesar de haber esperado mucho para reaccionar, lo hizo de manera decidida

Lo que era una tradición desde principios del milenio, mantener la inflación controlada, se perdió rápidamente y saltó hasta merodear el doble dígito en 2022, llegando a medir 9,10% en su punto más alto.

En ese momento, la Reserva Federal inició su proceso de intervención, y siguiendo con la analogía médica, puso en marcha el proceso de desintoxicación de la economía, siendo el primer paso un aumento de las tasas.

En lo que ya se conoce como el ciclo de alzas de tasas más agresivo en toda la historia de Estados Unidos, la Reserva Federal subió la tasa desde el 0,25% hasta el 5,50% en un lapso de 18 meses.

La suba agresiva de tasas estuvo acompañada de un proceso de esterilización de la gran liquidez inyectada, a un ritmo de 90 billones de dólares mensuales, en un intento por regresar a los niveles de liquidez pre-pandemia.

Hasta ahora, los resultados han sido positivos, pero no completamente satisfactorios: la Reserva Federal logró enfriar la inflación hasta el 3,70% (el mínimo se logró en junio, cuando el IPC tocó el 3,10%). Lo hizo sin enviar, todavía, la economía a una recesión.

Podríamos ver esto como un triunfo, pero no lo es. El objetivo de la Fed es que la inflación se estabilice alrededor del 2% anual. Mejor guardemos, entonces, el champan, porque el presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, todavía tiene mucho trabajo por hacer.

¿Estará Powell decidido a evitar un segundo pico de inflación, evitar una estanflación y llevarnos a una recesión que enfrié naturalmente la demanda?

Lo fácil ya quedó atrás: logró colocar el ritmo de la subida de precios cerca de su meta, pero no fue suficiente. En la reunión de esta semana, aunque la Fed no modificó los tipos de interés, si envió un mensaje en donde el mercado debe esperar tasas altas por un tiempo mayor al esperado, tanto así que el mercado ya solo empieza a descontar un primer recorte hasta dentro de 12 meses cuando hace unos meses atrás veía recortes en el último trimestre de 2023. En noviembre, habrá otra reunión de la Fed donde se tomarán decisiones de tasas y el mercado cree que existe una buena posibilidad de una subida de 25 puntos básicos (0,25%), pero si la inflación sigue siendo tan “pegajosa” como muchos temen, el dilema para la Fed va a ser si subir agresivamente la tasa y enviar la economía a una recesión profunda y prolongada, o simplemente mantener un escenario de largo tiempo con las tasas elevadas.

Decir que Powell se acobardó para controlar los precios, sería mentir, porque a pesar de haber esperado mucho para reaccionar, lo hizo de manera decidida.

El problema que hoy aparece es: esos últimos metros de esta maratón, ¿cómo los va a afrontar? ¿Va a preferir una inflación al 2% pero con una economía en recesión, o esperará que la economía haga su ajuste gradual de manera lenta pero menos dolorosa? ¿Estará Powell decidido a evitar un segundo pico de inflación, evitar una estanflación y llevarnos a una recesión que enfrié naturalmente la demanda? O, lo que consideramos un error: ¿va a terminar tirando la toalla y cambiando el objetivo de inflación al alza?

Sea cual sea el camino que escoja, es muy importante que se haga la tarea completa y se asuman los costos por los excesos del pasado, y que ojalá no le falten cinco centavos para el peso.

El autor es asesor en temas internacionales de Adcap Grupo Financiero