Contenedores de la pobreza

El 39 por ciento de los argentino no logra cubrir sus necesidades básicas. Para terminar con esta situación necesitamos un acuerdo nacional con objetivos que trascienden una gestión de gobierno

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Un hombre busca dentro de un contenedor de basura en el centro de Buenos Aires
Un hombre busca dentro de un contenedor de basura en el centro de Buenos Aires

Duele ver cada mañana la basura fuera de los contenedores de residuos, como muestra de una búsqueda desesperada por encontrar aquello que permita a gran parte de nuestros conciudadanos seguir viviendo. Un país con tanta riqueza, no se merece este cuadro.

El 39 por ciento de la población argentina se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Las calles de nuestro país, son una muestra de lo que las estadísticas informan.

Vemos cómo la gente se zambulle en los contenedores de basura en búsqueda de comida, envases de gaseosas o lo que crean necesario para subsistir. Tristemente también muchos duermen en ellos.

Escuchamos desde diversos sectores, promesas y metas de reducción de la misma, pero sin una política de Estado efectiva que logre el objetivo deseado. Desde la sociedad civil, se realizan innumerables acciones por los más débiles, pero no alcanzan.

La pobreza e indigencia crecen exponencialmente, cada vez se requiere de un salario mínimo más abultado para cubrir solamente las necesidades básicas.

Podríamos apelar al aumento de corrupción, la falta de equidad en la distribución de los recursos, inflación histórica, sequías y guerras que afectan colateralmente nuestra economía.

Los ciudadanos comunes que cada día nos levantamos para trabajar, pagamos los impuestos y no somos economistas, nos preguntamos por qué un país con capacidad para alimentar a 400 millones de personas no es capaz de revertir la curva de pobreza.

Elaboramos respuestas simplistas como la culpa la tiene el otro o es la herencia que nos dejaron quienes nos precedieron.

Solo buscar culpables puede convertirnos en meros espectadores, en agentes de un discurso cuyo lenguaje se torna pasivo y no generativo.

Esto no quiere decir que no existan responsables, pero creer que las soluciones vendrán a través de una gestión salvadora sería ignorar la gravedad del problema.

Se requiere de un acuerdo nacional con objetivos que trascienden una gestión de gobierno, garantizando una construcción colectiva, integrada por varios sectores, con una voluntad política libre de intereses personales.

Que tantos desaciertos finalmente nos lleven a rendirnos, a buscar acuerdos serios y cambiar el rumbo de un final anunciado, en una tierra bendecida que nos otorga todos los recursos para salir adelante. Dios nos ayude a ver los puntos de encuentros vitales para poner a la argentina de pie y en el lugar donde esta se merece.